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No he hablado con ninguno en días. JungKook me busca y yo lo ignoro, YoonGi espera a que le hable aunque me ha encontrado unas tres veces y solo me observa para retirarse segundos después.

     He pensado muchas cosas.

    Dos de ellas son las siguientes: en primer lugar, no puedo detenerme si he llegado tan lejos; y en segundo lugar, estoy a punto de conseguir lo que quiero.

     Muchos podrán decir que esto es suficiente para considerarme un manipulador emocional... No sé si lo sea. Pero si algo es cierto, es que soy ingrato ante el trato de los demás. Me encapriché con un chico que me hizo daño, y lo tomé como excusa para hacer lo mismo. No tengo moral, ni cerebro, ni cabeza. Soy TaeHyung flotando por un mar de rencor y necesidad, soy un pobre chico que no hace nada más que usar su dolor como justificación para comportarme peor aún.

     Lo sé, soy eso que todos odian, eso a lo que todos huyen y lo que nadie desearía tener. Tengo un sentido de pertenencia grave, y dependo de los demás para ser feliz.

     —Hablemos de una vez por todas.

     YoonGi me dice eso, guardando las manos en sus bolsillos.

     He descrito muchas veces a YoonGi... Solo quiero dar a entender que él y sus ojos son todo, son agua y frío al mismo tiempo.

     —¿Y de qué quieres hablar tú conmigo?

     —Ya te he dicho que estoy harto del problema, ¿no?

     Tengo la intención de irme, sin embargo su mano me detiene. En mi lugar, miro el suelo sintiéndome incómodo. Ese tacto es extraño y externo a mí. No tengo idea del por qué comienza a sentirse raro estar cerca de YoonGi, cuando antes solía no interesarme del todo.

     —Siempre que dije eso —continúa—, no me tomaste en serio. Pero ahora es verdad, TaeHyung. Dime qué es lo que quieres y lo tendrás.

     Mi corazón se acelera, y automáticamente un miedo invade mi cuerpo. Me encuentro desprotegido y en estado de alerta máxima, sin saber qué decir, hacer o como huir del problema. Su agarre se suelta lentamente de mí, dejándome libre pero sin la posibilidad de escapar debido a sus palabras shockeantes e innecesarias.

     Escucho un portazo cercano a nosotros, así que dirijo los ojos hasta el auto negro del que JungKook está saliendo. Está enojado, lo noto por la forma en la que camina hacia nosotros. No obstante, lo que más me altera es la chica que nos observa tomada del volante y con una expresión sigilosa.

     No tengo derechos sobre nadie.

     De hecho, nadie tiene derechos sobre nadie. Ni siquiera sobre mí, nadie me puede manejar a su antojo.

     Pero siento celos, celos de esos profundos hasta mi pecho, que me hacen arder el estómago.

     —TaeHyung, esto tiene que quedar claro ahora —escucho a JungKook decir, mientras camina hasta nosotros.

     ¿De dónde obtengo la vergüenza de preguntarle en voz alta lo que sigue? No lo sé. Pero tengo que decirlo.

     —¿Quién es ella? —pregunto.

     JungKook rueda los ojos, tomándome del brazo mientras me aleja de YoonGi.

     —Nadie que te interese —me habla bajo—. Escucha, tienes que detener esto de una vez. Ya no te soporto más, esto me está... Matando, TaeHyung.

     —Pero, ¿quién es? ¿Sales con ella?

     —No.

     —Entonces...

     —¿No fuiste tú quien dijo que no debería interesarte?

     —Y tú estás diciéndome que tengo que tomar una decisión ahora.

     Tú... ¿Qué piensas de mí? Estoy seguro que me odias. No me preocupa. Yo siempre he sabido que, a donde sea que vaya, termino siendo odiado. Mis amigos me detestan por no hacer caso, mis padres me llaman cada dos días para decirme que soy un perdedor en la universidad, mi mejor amigo también me odia y mi ex novio me detesta.

     No tengo metas en la vida. Me desinteresa mi carrera, mi familia no me habla con amor ahora que soy un remolino de problemas; no tengo hobbies. Soy inútil de espíritu, padezco la pobreza más grande en el corazón y en el autoestima.

     —TaeHyung —me habla YoonGi, también tomándome del brazo—. Estaba hablando contigo.

     No puedo creer que la adrenalina más grande que he sentido en mi vida es a causa de estar en medio de una pelea.

     Estoy loco.

     —Y yo también —responde JungKook.

    —Pues, ¿sabes qué? Que decida él.

    Los dos me sueltan, mirándome fijamente. Entro en presión con esos pares de ojos encima mío. Noto en los dos el mismo deseo: yo. Me veo imposibilitado para moverme, sus ojos son como un hechizo.

     Mientras YoonGi me inicia a quedarme a su lado, JungKook me recuerda las razones por las que está ahí y nuestra larga historia.

     No sé qué quiero.

     No sé cuánto quiero.

     No sé a quién amo.

     Lo único que sé es que he anotado dos goles en uno... Y pienso de inmediato en mi inconsciencia infantil que jamás me abandona. Estoy en un problema pero no puedo evitar sentirme feliz porque logré parte de mi cometido.

     En esos dos, en sus respiraciones agitadas, en la fuerza de sus puños, en sus ojos lo veía.

     Estaban celosos, el uno del otro.

   

    

    
    

CRY FOR YOU » kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora