You look like an angel,
Walk like an angel,
Talk like an angel.
But I got wise,
You're the devil in disguise
***- Sigo sin entenderlo.
Su semblante cambia tras mi confesión. Pasa de un gesto excitado, con las mejillas medio sonrojadas y la respiración acelerada, a uno desencajado, con los ojos inquietos y los labios abriéndose y cerrándose como si fuera un pez recién salido del agua.
- Has estado asintiendo durante toda la conversación.
Le ofrezco una sonrisa que pretende pedir disculpas y un sonoro suspiro abandona su cuerpo, como si se estuviera preparando para llevar a cabo una ardua tarea. Se endereza en su asiento y apoya los antebrazos en la barra, con las palmas de las manos elevadas y dispuestas en mi dirección. Mira hacia todos lados intentando buscar en la estancia las palabras que no consigue encontrar en el inmenso repertorio que parece poseer en su cabeza. Cuando al fin se topa con mi mirada, su expresión se torna de tal manera que parece la de un padre que, desesperado tras muchas horas, le explica a su retoño por qué no debe tirarle del rabo al perro de la vecina, aunque parezca una rata.
En el momento en el que empieza a hablar, desconecto y dejo de escuchar todo lo que para él es el tema de conversación más interesante del mundo. Cuando observo que sus movimientos se vuelven más intensos, alzo las cejas fingiendo asombro, aunque no tengo ni idea de lo que ha dicho. Le doy un sorbo a la bebida que me ha pagado creyendo que, junto con su intenso monólogo de las acciones y la bolsa de Nueva York, caería rendida a sus pies. La triste verdad es que estoy aburrida de su discurso y que no me interesa para nada que su empresa estuviera haciendo negocio con los peaky blinders porque, ¡SORPRESA!, yo también trabajo para ellos.
Él parece volver a darse cuenta de lo tediosa que es esta conversación y no parece darse por vencido, no esta noche.
- ¿Te apetece bailar? - Se desliza de forma "sutil" por la barra hasta que su antebrazo choca con el mío.
Mi cara se vuelve una mueca incómoda, que en un principio iba a ser un gesto de cortesía. No parece gustarle como reacciono y ve su intento de ligar estrellarse torpemente contra el suelo y hacerse trizas.
-Lo siento, pero no me gusta b...
-Oh vamos, te he comprado esa bebida y no es precisamente barata por lo que he podido comprobar. - Se acerca todavía más a mi y me agarra una de las muñecas en un gesto agresivo.
Me enfurezco, pero las palabras de Thomas aparecen en mi cabeza como una advertencia persistente: "nada de peleas, esta noche tiene que salir bien". En otras circunstancias habría apartado mi mano y después de darle un puñetazo al tío que pretendía ir de duro, le habría apuntado con mi pistola. En lugar de eso, y bajo la atenta mirada de mi jefe, retiro la mano con fuerza y la poso en su bíceps, intentando tranquilizarle.
-Lo siento cielo, no quería darte falsas esperanzas. La verdad es que he venido con mi novio, pero he decidido dejarle a solas para que hablara cosas de negocios.
El frunce el ceño y sé que no se cree ni una palabra de la mentira que le acabo de soltar. No le culpo, yo tampoco lo haría. Busco a la persona entre el gentío que tendrá el gran honor de desempeñar el papel de su vida. Mis ojos caen primeramente en Arthur. Podría ser una buena opción, asustaría al chico y seguro que nunca más se atrevería a respirar ni si quiera a dos metros de mí, pero Linda está aferrada a su brazo mientras le susurra que no debería beber tanto.