–¿Es ese?, ¿Ese es tu vecino?, Pero de verdad que está buenísimo– Sara chilla toda emocionada.Estamos caminando a la salida y Sara no paraba de hablar sobre lo bueno que está el idiota sexy de mi vecino, lo único que hacía era asentir como respuesta.
Sara al notar mi poco interés en el tema, se detiene y me gira hacia ella para hablarme de frente.
–Ok, ¿Que te pasa?
–¿De qué hablas?– me hago la loca.
–Llevo media hora hablando de tu vecino y no me respondes nada, se cómo te pones por un chico, te pones_
–El no me interesa– la interrumpí –Él solo ha sido grosero conmigo.
Sara entrecierra los ojos en mi.
–No me vengas con eso de que no te interesa.
–De verdad. Bueno, si, está bueno pero–
–¿Bueno?– me corta –Está buenísimo, está como para comerselo con Nutella.
Eso me hace reír.
–Ok, ok, si está para eso pero eso no le quita lo grosero y arrogante que es.
–¿Y?
–Y no me gustan las personas que se creen el último vaso de agua en el desierto.
–En eso tienes razón.
–Señoritas– Leo aparece a nuestro lado, de inmediato veo a Sara ponerce un poco colorada, lo cual me hace sonreír. Mi querida amiga tiene un flechazo por Leo, aunque ella actúa como si nada.
–Hola–digo dandole una sonrisa.
_Hola.
–¿Que hacen todavía aquí?, Vamos–Leo se pone en medio de nosotras y coloca sus brazos sobre mis hombros y los de Sara dándonos un abrazo de lado.
Salimos al estacionamiento hablando y bromeando como siempre, todo normal, hasta que la persona de quién estábamos hablando Sara y yo apareció, caminando hacia nosotros con toda la confianza del mundo.
Nicolás.
El viene con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta negra que hace contraste con su piel pálida y sexy, sus pantalones le quedan perfectamente ajustados a sus fornidas piernas, y una camisa blanca que se pega con su pecho.
¡Que sexy!
¡Cállense de una ves hormonas!
Al llegar a nosotros se para justo en frente de mi, sus ojos encontrando los míos.
–Hola–su voz ronca y sexy.
–Hola.
–Debo hablar contigo.
Arrugo mis cejas.
–¿Sobre qué?
–Necesito que me prestes tus apuntes sobre unas clases.
Oh.
Recuerdo lo grosero que fue conmigo en clase de matemáticas.
–¿Y por qué debería de ayudarte de ayudarte?
Se sujeta la barbilla como si pensara.
–Por ser una buena compañera– me regala una sonrisa de lado.
Cruzo mis brazos sobre mi pecho ignorando en cosquilleo que sentí.
–No me interesa ser una buena compañera contigo– digo dándole una sonrisa victoriosa, recordando que el me había dicho lo mismo en el salón cuando le pedí que fuera amable.
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Mi Vecino de al Lado
Teen FictionTodo se volvió una locura desde que llegaste a mi vida.