Niki
El sonido de un celular me despierta.
Abro los ojos un poco ya que la luz del sol que entra por la ventana es un poco fuerte, me giro sobre mi espalda y bostezo para estirarme, volteo hacia mi derecha para ver a Leo tirado en el suelo babeando la almohada, me levanto para buscar el teléfono que suena, el cual no es el mío, ya que tiene otro tono. Lo consigo en el suelo a unos pasos de un inconsciente Leo, el es de sueño pesado, puede haber un terremoto y no se da cuenta.
Levanto el teléfono para ver quién llama.
Llamada entrante: Mamá
Contesto rápidamente.
–Alo.
–¿Nicole?
–Si, doña Ana, soy yo.
–Hola hija, lamento si te desperté pero debo hablar con mi hijo, ¿Esta contigo?.
–Si, pero está en el quinto sueño, es que anoche nos acostamos a dormir un poco tarde, ¿Quiere dejarle el mensaje?.
–Cuando despierte, dile que venga a la casa que necesito que me haga un par de mandados.
–Ok doñita, yo le digo.
–Gracias pequeña, que pases lindo día.
–Igualmente, doñita.
Cuelgo la llamada para ir a despertar a mi queridísimo amigo de la forma más dulce que se me ocurre.
Le doy una patada en la espalda.
_–¡Auu! ¿Que carajos te pasa?– se despierta como el mismísimo demonio mientras yo estoy riéndome como loca.
–¡Nicole! ¿Por qué me pateas?– dice sobándose la espalda.
–Te llamé pero nada que despertaste– miento haciéndome la inocente.
Me lanza una mirada de 'no te creo nada'.
–Tu mamá llamó, dijo que necesita que le hagas un par de mandados.
–Esta bien.
Me dirijo al baño para hacer pis y cepillarme los dientes. Después de salir entra Leo para hacer lo mismo, el tiene un cepillo de dientes aquí también ya que vive más aquí que en su casa.
Después de que Leo se va, me permito asomarme en la ventana a ver si veo a mi lindo vecino pero nada, supongo que tal vez no sale mucho, sería lógico, el no es de por aquí y no creo que de la noche a la mañana sea amigo de todo el vecindario.
Suspiro y me voy a hacer algo de comer.
***
Mientras estoy muy relajada en el sofá viendo televisión el timbre suena captando mi atención. Me levanto y me dirijo a la puerta para abrirla y encontrarme con los nuevos vecinos con una gran sonrisa, la señora con un pastel en las manos.
–Buenos días, somos Lorena y Diego Morris y él es nuestro hijo, Nicolás– dice la señora cortésmente. Me le quedo viendo a su hijo, que ahora se que se llama Nicolás.
Oh. Por. Dios.
No puedo creer que mi lindo, corrijo, bellísimo vecino esté aquí frente a mi.
El es alto, cabello negro desordenado que le llega por la orejas y cobre su frente casi llegando a sus cejas, un rostro perfilado pero varonil, sus ojos son de color negro como la noche pero con un brillo que derrite a cualquiera y su piel pálida pero sexy, podría decir muy fácilmente que este chico es mucho más guapo que Leo. Tiene un cuerpo muy formado, parece que se ejercita a diario. Y sus labios, Dios, sus labios, son los labios más provocativos que he visto en mi vida.
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Mi Vecino de al Lado
Teen FictionTodo se volvió una locura desde que llegaste a mi vida.