Epílogo.

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¡Hola mis bonitos lectores! ¿Llegue a joder aún más con esta historia? Pido perdón, pero sí. Este capítulo y un extra ahora, existen gracias a que esta señorita CamiUzumaki316 Tuvo la ternura de hablarme y darme sus bellas ideas, las que seguramente deforme horrible aquí, perdón. Cami, mi vida, este capítulo es para ti, además sentía que te debía muchos mimos luego de la actualización de ayer, de reírnos de Ibe pasamos a llorar, hasta yo andaba en depresión. 

Mil gracias por tanto, espero que les guste.

—¿Crees que te quede, onii-chan? —Un estridente sonrojo se le extendió desde las mejillas hacia las orejas, sus brazos forjaron un refugio debajo de su vientre, la frustración le caló hacia las venas

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—¿Crees que te quede, onii-chan? —Un estridente sonrojo se le extendió desde las mejillas hacia las orejas, sus brazos forjaron un refugio debajo de su vientre, la frustración le caló hacia las venas.

—Es una falda escolar, Ash. —Una sonrisa astuta se posó en el aludido, el estruendo del centro comercial fue un eco de irrealidad ante tan adorable expresión, le fascinaba provocar semejantes reacciones, él lo encerró contra uno de los espejos entre las hileras de uniformes.

—Lo sé. —Su palma descendió por la cadera del japonés—. Pero tus muslos se verían increíbles mientras te sientas en mi regazo. —Las rodillas le temblaron, él se mordió la boca, constipado. ¿Por qué Aslan debía oler tan bien mientras le coqueteaba? Estaba intoxicado con esa masculina esencia.

—No sabía que tenías esa clase de fetiches. —La ferocidad de esos jades le resultó implacable.

—No pareces estar rechazando mi propuesta. —Él lo abrazó por el cuello, la electricidad en el aire los abrumó.

—No lo estoy haciendo. —Él coloreó su espalda como si se tratase de un lienzo, la estridencia de sus latidos fue desmesurada.

—¿Me dejarás polinizarte? —Esa risita fue una melodía mortífera, porque diablos, Eiji Okumura era la sinfonía más sublime que jamás hubiese escuchado, sus yemas se deslizaron por una infinidad abenuz mientras el universo se desvanecía para que solo quedasen ellos dos.

—No puedo creer que de verdad hayas comprado una granja de abejas. —Gracias a la imaginación de su adorable hijo él se vio en la necesidad de usar esos 200 puntos de IQ para salvarse, convertirse en el apicultor más renombrado de Nueva York fue natural.

—Si vamos a cambiar a Jade de escuela no quiero pasar por eso otra vez. —Shorter Wong quedó vetado de irlo a buscar—. Además, le pago bien a la pandilla para que las cuide. —El moreno alzó una ceja, indignado.

—El otro día Bones llegó a la galería repleto de picaduras. —Él se encogió de hombros, la pegajosa tonada de la tienda lo mareó, las luces estaban suaves.

—Él no supo ponerse el traje, fue su culpa. —Que rodase los ojos lo hizo reír.

—Espantó a los clientes al tener la boca hinchada. —Aunque al japonés le fascinaba tener a la pandilla como staff de su galería a veces le resultaba problemático—. Su colmillo solo lo hirió más.

Manual para un papá soltero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora