Parte 5 Ojos de plata

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Después de la avalancha de comida que dejo todas las escaleras como un huerto, los guardias aun manchados con las pieles y los zumos, salieron detrás del ladrón , quizás esto le serviría de escusa a Erik para evitar más chichones, pronto descubriría que no.

—Señor, lo siento mucho pero nada pude hacer me atacaron y no pude defenderme ni nada, he perdido toda la compra y bueno... lo siento,  me va a matar... Con la decisión con la que se lo dijo a la puerta sabia que delante del ciego no sería tan decidido, ni siquiera sabía si podría explicarse pues el bastón era rápido y el se enfadaba con facilidad.

—Mira que me asomé a ver que era todo ese escándalo y por alguna absurda idea pensé que no era cosa tuya.  Efectivamente el bastón voló de nuevo a su cabeza pillándole con ganas desde lo alto, pues desde la ventana el viejo le atacaba.  —Anda sube y devuélveme el bastón, y date una ducha, hueles a macedonia, a las arañas no les gusta. Cerró la ventana y lo dejó con todas esas órdenes el dolor y su macedonia particular.

Tras darse el baño, como por un chispazo en su cabeza estiro la mano a su ropa, aun estaba dentro de la bañera y quería disfrutar de una lectura interesante justo en ese momento. Sabía que dentro debía estar el libro, aunque no lo había notado al desvestirse.

Con cara de horror salió de la bañera sin encontrarlo y entonces se dio cuenta de que con la caída se había perdido, casi sin secarse salió vistiéndose a la calle pero una cosa eran sus planes y otra las del viejo.

—EH! a dónde vas tan rápido, como no sea a seguir ordenando, no puedes, no te dejo y no te importa. Dijo desde su escritorio, que usaba para pensar sin más.

— Sera solo un momento, no se preocupe luego trabajare como un loco. Dijo sin pararse más que para decirlo e irse a la calle.

—Te doy dos horas!. Grito el viejo antes de que la puerta se cerrase y Erik corriese hasta el lugar de la avalancha para ponerse a buscar entre los sacos mientras los guardias seguían buscando al ladrón por los alrededores ,a lo lejos por los tejados vio como alguien saltaba de uno a otro, debía ser el ladrón que buscaba tanto el cómo los guardias, de modo que se dispuso a seguirle buscando otras rutas para que no le viese y los guardias sirviesen de distracción. El plan resulto todo un éxito tirándose sobre él en un tramo en el que corría por la calle logro pararle pero de un rápido movimiento se libro y siguió corriendo, era todo un acróbata, aunque los guardias ya estaban demasiado cerca y su " sutileza" deja marca. De un golpe con el palo de la lanza lo dejaron en el suelo y con la punta le amenazaron entre varios. La acción se desarrollaba en una pequeña placeta que se formaba entre 4 casas que la mantenían bien cuidada, con una pequeña fuente y lo que eran los trastos de cada casa, cajas de madera cubos de basura y botellas vacías. Las ventanas se unían por tendederos donde la ropa secaba dejando un aroma a limpio en todos pese a la situación, estaba lo justo de altas como para no molestar al pasar por debajo y que nadie de un salto pudiese robarlas, contando con los 4 accesos a la placeta con verjas de metal que al ser de día no estaba con candado.

— Te vas a enterar ladrón!. En seco se pudo ver que no era un hombre, ropas oscuras y un pasamontañas cubrían a una mujer que se notaba por el contorno del cuerpo y que solo dejaba ver sus ojos, plateados y ardientes, como una llama de luz pura.

En cuanto Erik agarro el libro, los guardias y ella le golpearon para arrebatárselo, al cogerlo los guardias, la ladrona de varios movimientos rápidos se lo cabio y le giro el casco para inutilizarle, en ese tiempo Erik se volvió a tirar encima y los demás guardias en lo que sería una pelea corta, la ladrona luchaba como una maestra y sin armas dejo a los guardias K.O y con una llave simple de arte marcial dejo indefenso a Erik.

—No debes leer mas... es por tu bien, no quiero hacerte daño, pero su dueño lo quiere de vuelta y no voy a perder el encargo por ti... Tenía una voz seria y madura, pese a que no debía ser muy mayor, pues entre esas palabras amenazadoras y el hecho de haber dejado como unos inútiles a los guardias  se notaba algo de dulzura y compasión, por no hacerle daño.

—¿Q-quien eres?- Erik solo pudo decir eso al escucharla desde su espalda donde estrujaba su brazo y le hacia pegarse a una pared.

—Soy un sueño. Antes de que su cabeza comenzase a buscarle sentido a la frase, de un golpe piadoso y noqueante dejo inconsciente a Erik y se perdió por las calles y callejones dejando a todos noqueados en aquella pequeña placeta de piedra y estrechos accesos.

[Lagrimas sin derramar][Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora