Capítulo 7

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El taller de los Kim se hallaba a las afueras del pueblo, cerca de la playa. Eunkyuk   acababa de entregar un Shelby a su dueño, un tipo enamorado de los coches antiguos y con demasiado dinero que gastar; y estaba seguro de que volvería. El hombre había quedado impresionado con el trabajo de Yesung .

Se despidió de él, tras cobrar una buena propina, y fue directamente a la oficina en busca de las llaves. Era hora de cerrar. Se encontró a Yesung durmiendo en el sofá. Su amigo parecía de verdad cansado y no quiso despertarlo. Se sentó a la mesa y contó el dinero que habían ingresado a lo largo del día. Lo guardó en una pequeña caja fuerte bajo la mesa, menos cien dólares que dobló en su mano. Se acercó a Yesung con intención de meterle la pasta en el bolsillo de la camisa, junto con la llave para que pudiera cerrar cuando despertara.

Se inclinó con cuidado sobre él. Dudó un segundo. Su amigo parecía demasiado tenso, tenía los puños apretados y sus ojos no dejaban de moverse bajo los párpados. Lo que estuviera soñando no parecía bueno. Alargó la mano con el dinero colgando de las puntas de los dedos. Ni siquiera tuvo tiempo de darse cuenta de nada. Una mano lo cogió por el cuello y acabó de espaldas, espatarrado en el suelo, sin apenas poder respirar y con un puño a milímetros de su cara. Yesung jadeaba sobre él con expresión de terror y los ojos muy abiertos.

—¡Yesung, soy yo! Soy yo, tío —gritó, aguantando aquel puño por la muñeca para que no aterrizara en su cara. Yesung parpadeó y miró a Eunhyuk. Después, sus ojos recorrieron el entorno asimilando dónde se encontraba.

Se apartó de un salto y apoyó la espalda en el sofá mientras se pasaba las manos por la cara.
—Lo siento —se disculpó.
—¿Qué diablos estabas soñando? —preguntó Eunhyuk en cuanto recobró el funcionamiento de sus cuerdas vocales.

—No sé. Tenía una pesadilla... Estaba con mi padre... mi hermano y... conejitos rosas. Había conejitos rosas por todas partes —dijo en un susurro.

—¿Conejitos rosas? —repitió Eunhyuk, arrugando la frente—. Vaya, menuda locura. —Se quedó mirando a su amigo. Apoyó los codos en las rodillas y se dejó caer contra la mesa—. Sabes que tu viejo ya no puede hacerte nada, ¿verdad? Yesung asintió.

—Y aun así sigues teniendo pesadilla. Yesung volvió a asentir.
—Creía que, después de cuatro años fuera de aquí, lo habrías superado.

—No se supera —masculló Yesung poniéndose en pie—. Unas veces se soporta mejor que otras, pero no se supera. Él se encargó de que así fuera, y lo hizo a conciencia.

—A todo esto, ¿qué cojones estabas haciendo sobre mí, ibas a besarme o qué?

Eunhyuk sonrió y se frotó la nariz antes de coger el dinero que había caído al suelo.
—Iba a pagarte por el Shelby. El tipo estaba contento y ha sido generoso, pero acabo de cambiar de opinión, capullo. Le enseñó los billetes, agitándolos en el aire..

—Dame el dinero —le pidió Yesung con una sonrisa de oreja a oreja. Tomó el dinero y se lo guardó en el bolsillo—. Unos cuantos como este y tendré para el tejado.

El teléfono sobre la mesa comenzó a sonar. Eunhyuk alargó la mano por encima de su cabeza y lo localizó a tientas.
—Taller Kim —contestó. La Yexpresión de su rostro cambió—. Tranquilízate, mamá... Iré a buscarle, ¿vale?... Sí, le llevaré a casa... Tranquila, creo que sé dónde está. —Colgó el teléfono y se puso en pie de un salto.

—¿Qué pasa? —preguntó Yesung , intuyendo que algo no iba bien.
—Es mi hermano. Ese gilipollas va a conseguir que mis padres enfermen con tantos disgustos.

—¿Qué ha hecho?
—¡Qué no ha hecho! Anda metido en cosas... ¡Voy a matarlo! —Le dio una patada a la puerta al salir—. Mira, nunca me ha importado que se ponga pedo con unas cervezas. Todos lo hemos hecho, ¿vale? Pero esto no se lo voy a consentir, aunque tenga que encerrarlo hasta que le salgan canas.

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⏰ Última actualización: Mar 14, 2021 ⏰

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