Letra #2

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CAPÍTULO 2

Jessica

        Paralizada miro el balcón. Sus puertas están abiertas.  Mis ojos se agrandan a más no poder. Empiezo a tartamudear, es algo que me sucede cuando estoy nerviosa, en este caso sin saber lo que veo.

  Ella está ahí. Quedo en shock. 

  Como si su vida se hubiera tirado por un acantilado, con la boca abierta echando espuma y sus ojos abiertos parecen sin vida, el brillo ya no existe en ellos.

   Hay pastillas por toda mi alfombra roja, mi cama es un desastre  y mi madre se encuentra toda despeinada y con la ropa rota cerca del pequeño balcón que tiene mi habitación. 

  Suelto mi mochila y voy directo a su lado. No puedo haber llegado tarde, no me lo perdonaría.

 –¡Mamá! ¡Mamá!– la agito, le toco la cara y no   despierta. Todo se siente en silencio, y es insoportable.

   Necesito creer que esto es solo una pesadilla. Necesito gritar, que mi mamá este de vuelta para hacer cupcakes.  Para sentarnos en la terraza a coger el sol. Solo… solo necesito eso.

    Voy corriendo hacia donde dejé mi mochila mientras lágrimas corren por mis ojos. No podría soportar que lo que pasaba por mi mente sucediera. ¿Cómo se supone que lo haría? 

   Llamo al 911 y agitada les digo la situación y el lugar donde vivo. Les grito, sé que no tienen la culpa pero es inaguantable.  Dicen que tardaran unos minutos y que no toque nada pues la policía tendrá que investigar. 

Investigar

Investigar es sinónimo de buscar respuestas correctas, y la policía pocas veces se dedica a ‘investigar’ los casos que parecen un suicidio. Lo sé, estudio derecho y conozco todo tipo de personas. Los crímenes, los homicidios, los robos, son hechos  valorados a gran nivel pero pocas veces se toma en cuenta una investigación en el que todo parece claro. 

    Pero no siempre significa que donde hay luz no puede haber oscuridad. Hay personas que fingen y mienten tan bien que a veces es difícil darte cuenta en el problema que está causando a tu alrededor.

   Me a recuesto al marco de la puerta y lloro esperando a que lleguen. Recuerdos llegan a mí y nunca pensé que tantas lágrimas pudieran salir de mis ojos.

Llamo a Theo para que sepa lo ocurrido y me dice que me calme que enseguida viene. Seguro que no tardará, él siempre ha estado allí para nosotras. En mi graduación de la secundaria, en el título de emprendedora de mi madre y en cada ocasión que ha podido.

  Me acerco al baño y me lavo la cara, todo el maquillaje se ha corrido. No me interesa. Cambiaria todo el maquillaje del mundo para que esto no estuviera sucediendo. Sin poder sentirme peor veo una nota abierta cerca del váter en el suelo. Se parece a la letra de mamá y sin pensarlo dos veces la leo.

Jess:

 Supongo que haz llorado un montón en estos momentos, no te preocupes hija, ahora todos estamos en paz. He dejado comida para dos semanas en el refri. Seguro que como eres tan independiente podrás apañártelas sin mí. Vive.

Mamá.

   Más y más lágrimas salen de mis ojos, esto es increíble.  ¿Cómo puede pensar siquiera en tal barbaridad como la comida?  Ahora sé que no va a volver, que se acabaron las salidas a las tiendas con ella, los paseos por el parque e incluso las noches de pijamada.

Se ha ido. Y no puedo asimilarlo.

***

La ambulancia y Theo han llegado hace unos minutos. Le han tomado el pulso a mi madre pero no me han dejado saber el resultado. Les grito cuatro cosas. ¡¿Cómo es que me hacen eso?! ¡Es mi madre!

–Relájese señorita, por favor– pide uno de los médicos que la suben a la ambulancia.

–¡¿Cómo me voy a calmar?! No me dejan subir con ella  y de colmo no me dan repuestas– la alteración me consume yo caigo de rodillas en la áspera calle.

    Todos los vecinos se han asomado, con sus manos en el pecho miran horrorizados la escena de mis pesadillas. Pienso en la vida que tendré ahora. Estará llena de llantos y momentos vacíos. De la escuela a el trabajo y de allí a la casa, una rutina y nada de sonrisas por medio. Será un maldito infierno.

–¿Estás bien?– pregunta un chico cerca de mí y me tiende la mano. Veo que las ambulancias se han ido al hospital junto con Theo, seguro ellos han decidido que es lo mejor para mí en estos momentos. 

–No, no estoy nada bien– sollozo, agarro la mano del muchacho y sin decir nada más lo abrazo. Necesito alguien que no me conozca y me guarde en un abrazo, y hasta ahora él es la única víctima  que ha llegado a mis brazos.

Continuará…


Cantando tus letras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora