Letra #4

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CAPÍTULO 4

Jessica

   De verdad que las palabras del chico que aún no sabía el nombre habían por lo menos creado un poco de paz en mí. Un mínimo de paz, desafortunadamente.

    Nunca podría eliminar este sentimiento de mis venas, o al menos no por ahora. 

   Hice lo que me dijo,  tomé una larga ducha y luego me cambié a un simple pulóver ancho color rojo y un short azul y me até mi cabello castaño rojizo en una coleta. A mi madre siempre le había gustado el color extraño de mi pelo, y yo siempre intentaba tenerlo perfecto para ella.

  Anteriormente el pulóver le pertenecía a mamá, creo que me estaba aferrando a su olor como para no ser capaz de olvidarla. Por supuesto nunca lo haría, tenía la edad suficiente para guardar en mi mente los recuerdos. Pero la desventaja es que ya no se podrían crear nuevos, ya no podríamos irnos de fiesta juntas como si en realidad fuéramos hermanas, tampoco tendría la oportunidad de ver a sus nietos cuando yo decidiera tener hijos. Las tardes donde ella me recomendaba grandiosas películas de su época y los momentos en que las veíamos acurrucadas en el sofá de la sala habían terminado, y no era nada fácil de digerir.

  Mamá tenía una estatura promedio, siempre estaba alegando que si hubiera sido más alta podría haber sido modelo, pues le gustaba mucho el enfoque de la cámara sobre ella. Su sonrisa permanecía en todo momento y su cabello  del color de la madera de un roble hacía que se viera aún más bonita. Era de las personas más sencillas que algún día te encontrarías en la calle. Me confesó un día en el jardín mientras hacia una parrillada, que siempre se enamoraba a primera vista, lo cual la hacía una romántica. 

  A los ojos me vuelven a llegar lágrimas de nostalgia, era increíble la cantidad de agua que había salido de mis ojos. Creo que mi cuerpo se convertiría pronto en un desierto, por la deshidratación.

   Todo era tan complicado y aunque los médicos no quisieran decirme lo que claramente se veía, ya yo lo sabía. Pero no quería que fuera real.

  Era como si decirlo hiciera peor las cosas, ya estaba agobiada. 

  Yo tenía que ser fuerte, tenía que investigar lo que había pasado en realidad. No podía confiar simplemente en la policía, mi falta de confianza hacia otros no me lo permitía.

   Tenía que demostrarle al mundo que podía pasar esta dura prueba, que podía simplemente sobrellevar un poco la situación.

  Era así de controladora.

   Bajé  las escaleras esperando a que él no se hubiera ido. No sabía si quiera su nombre pero no quería que se fuera, al fin y al cabo fue el único que me brindó un abrazo.

  Y ahí estaba, no había faltado a su palabra a pesar de la hora o si tenía que ir a algún lugar. Estaba haciendo una sopa de arroz que olía delicioso, y al notar mi presencia me miró.

  Llevaba el cabello castaño recogido en una cebolla   me pregunté: ¿De qué largo tendría el pelo? No era momento de preguntar pero en el minuto preciso se lo diría. 

  Debía llevarme al menos una cabeza de estatura y como si el tiempo no pasara, me permití observar algunos de sus detalles físicos.

    Sus ojos eran verdes, un poco más claros que los míos, algo rasgados pero no lo suficiente para parecer asiático. Las cejas estaban pobladas de pelos color marrón y tenían un leve pico casi al terminarse. Los labios eran finos y mantenían un color rosa, como si se los hubiera mordido a causa de los nervios,  y alrededor de estos, mantenía una sombra barba incipiente, aclarando que quizás no se había afeitado en un par de días, la verdad es que le quedaba bien. Vestía unos jeans ajustados de mezclilla y un pulóver ancho de la banda AC/DC color negro, acompañando el conjunto con unas botas color caqui.

Cantando tus letras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora