Amor intangible: El sacerdote

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Las cálidas noches Manabitas caían a los pies de ambos amantes, la relación era perfecta, equilibrados en su fe, en su espíritu, en su intelecto y su amor, la pasión simplemente fue la cereza de tan dulce manjar.

El amor podía percibirse en el aire, Amelia y Sasha disfrutaban de su compañía, pronto las familias se vieron involucradas.

Ahora los domingos Sasha recorría los prados junto a su suegra, pescaba chames junto a sus cuñados, juntos como una familia cenaban, mientras Amelia y Sasha se tomaban de las manos, con un amor perpetuo, inmutable a la cotidianidad.

Así una tranquila tarde, a las orillas del río Carrizal, mientras el sol en su agonía exhalaba sus últimos alientos, ahí con esa tenue luz, mientras miles de aves realizaban la más bella orquesta, Sasha acariciaba los cabellos de Amelia, su eterna amiga, su amante, su compañera de vida.

Amelia, ¿te casas conmigo?

Amelia, con una cara llena de dulzura, mirándolo a los ojos, dijo:

Me casaré contigo Sasha, te amo, me has hecho sentir la mujer más amada, me has querido sin medida, has cuidado de mí sin importar que soy una mujer rota, solo borra con tus besos mi pasado, solo ámame, así yo sea una flor con espinas, ámame, déjame darte una familia, déjame ser quien cuide por siempre de tu corazón.

Ambos se dieron un tierno beso, mientras lágrimas de felicidad brotaban de ambos, sellando así su pacto de amor perpetuo.

En las semanas siguientes los preparativos de la boda empezaron, una lista enorme de vestidos de novia, los posibles lugares para la luna de miel, quienes serán invitados, quienes no. El ambiente estaba embadurnado con las ilusiones de construir una familia juntos, sin embargo, la vida no siempre da finales felices y esta historia no es la excepción.

Faltaba la prueba final para el lobo solitario, para poder casarse con Amelia él debía ganarse la aprobación del líder religioso local, pues él era la persona más importante para Amelia.

Como era evidente Sasha junto a su suegra y Amelia fueron a pedirle permiso al sacerdote líder, pero lo que parecía un cuento de hadas terminó en una horrible pesadilla.

De la puerta salió el sacerdote, con una mirada despectiva, saludó con mucho cariño e intensidad a Amelia con una mirada posesiva, luego lanzo una mirada con un notable desprecio a la suegra y al lobo solitario, la conversación fue tensa y direccionada a que Amelia le pertenece a él y a la "voluntad de Dios", que no debe estar con hombres que la corrompan y negándose a aceptar la relación de ambos, no dio su aprobación ¿Es este el fin?

En la madrugada siguiente un automóvil salía de la casa de Amelia, el sacerdote, sin consultar con nadie se había llevado a Amelia aludiendo que necesita realizar un retiro espiritual antes de casarse, por una semana, la madre y el prometido sinti...

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En la madrugada siguiente un automóvil salía de la casa de Amelia, el sacerdote, sin consultar con nadie se había llevado a Amelia aludiendo que necesita realizar un retiro espiritual antes de casarse, por una semana, la madre y el prometido sintieron el verdadero horror, la angustia y la impotencia de no saber dónde estaba Amelia, si estará bien, si cosas peores habrán pasado y ahí juntos yerno y suegra buscando hasta debajo de las rocas a la hija, a la prometida, mientras la angustia desangraba las esperanzas de ambos, el implacable silencio se vio interrumpido por el timbre del teléfono.

Era Amelia, al fin, pero su mensaje fue excepcionalmente doloroso, el cura se la llevo a una zona rural para no ser encontrados y valiéndose del adoctrinamiento religioso y las más extensas habilidades en programación neurolingüística, corrompió el amor de hija y el amor de mujer, Amelia por su propia voluntad, terminaba la relación con Sasha y terminaba también con su madre, ahora ella es exnovia y ex-hija, ahora vive para entregarse a su sacerdote porque esa es la voluntad de Dios.

Ambos la ex-madre y el ex-prometido cayeron al piso devastados, llorando sin control, el lobo con su último aliento de protector fue en busca de su amada.

El lobo con sus garras afiladas salió corriendo como desafiando al destino y al viento, él no estaba dispuesto a dejarla ir, después de todo fueron años de estar juntos y en una semana, no pueden irse, pero así es la vida, a veces da alegrías y en un soplido las arrebata siempre caprichosa.

Memorias del cuervo sin alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora