Reflexiones de Sasha II

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Hoy estoy parado junto el imponente Carrizal invernal. Veo como sus poderosas corrientes arrastran los cimientos de nuestra decadente sociedad, mientras la inclemente lluvia solo aumenta la violencia de su caudal.

Hoy estoy en el mismo río donde nací, el río que me vio crecer y emanar la frescura de mi inocencia, aquí me despedí de tantas cadenas que frenaron mi vuelo y aquí es donde fui asesinado.
Es tan abrumador estar parado aquí, donde hace un año atrás empezó la tormenta de mi peor pesadilla. Hace un año la violencia y el fanatismo religioso tomo la luz de mi interior, dejándome desangrado, yermo y abatido.
Dejándome con un vacío grotesco que hería mi ser desde dentro.
Recordaba la sonrisa de placer de mis victimarios mientras me desangraba a orillas del carrizal, recordaba los ojos inyectados de ira de quien fue mi verdugo cuando les entregaba mi cabeza.
Sin embargo, sobreviví, tuve que renacer en un cuervo sin alas, tuve que aprender a volar contra la tormenta.
Hace un año atrás...
Sin duda el tiempo baila sin compás, ahora pienso en la tranquilidad que tengo, al ellos creerme muerto puedo ser libre, puedo volar y recorrer cada espacio de mi pueblo natal.
El imaginario colectivo me olvidó pronto, ahora soy solo uno más, ahora puedo caminar desapercibido. Mi corazón ha sanado, mis alas han vuelto, ahora soy más imponente y fuerte, como jamás lo fui antes.
Mientras el colosal Carrizal arrastra ramas, árboles, lechuguines, siento que también se lleva los recuerdos de esa vida pasada, el mismo río donde morí, ahora me devuelve la vida.
Todos tenemos una historia triste que contar, todos hemos sido víctimas y victimarios, lo importante es desatarse de ese pasado, avanzar hasta la mejor versión de cada uno y así trascender nuestra propia humanidad.
Hoy dejó que el Carrizal finalmente remoje mis pies y se lleve consigo, los recuerdos de ellos, los que me mataron, llévate también los recuerdos de mi verdugo, llévatelo todo, pues ahora quiero ser libre, quiero ser la mejor versión de mí, quiero ser Alejandro, no más el cuervo sin alas.

¿Dónde está la gente que vale la pena?

Esta noche me encuentro meditabundo, son tantas cosas en las cuales veo reflejado tantos pasajes de mi vida.
He conocido gente tan fuera de lo común, he visto de cerca la muerte, crecí en circunstancias tan hostiles, aun así, jamás permití que mi corazón y mi mente se corrompan.
Hay días que siento rabia por personas que por ser volubles, por ignorancia, por simplemente no saber del mundo, por quejarse de su familia, por atreverse a insultar a sus padres, negarlos, destruir su propia vida por creer o dejarse manipular por gente.
¿Qué saben ellos del infierno?
¿Cómo se atreven a hacer lo que hacen?
Ellos nunca han visto apagarse la luz de los ojos de una persona al morir, las pupilas dilatándose cuando se escapa la vida en el último aliento.
Nunca han visto ver los anhelos y sueños, ilusiones y esperanzas irse de las manos, sin poder hacer nada por defender sus sueños.
Nunca han tenido que vivir con la resignación de vivir con la cruz de verse al espejo cada día y saber que no pudieron defender sus sueños, sus amores, sus seres queridos.
Así viven, renegando de sus vidas, maldiciendo el amor de su familia por falsas promesas, por mundo "perfectos" que líderes religiosos o políticos les muestran.
¿Qué saben ellos del infierno?
Aun a así, lo que he vivido no es nada, comparado con las realidades que otras personas.
Pero no sienten empatía, no sienten nada, van por el mundo hiriendo a quien quiera que se cruce en su camino, mintiendo a todo el mundo y a si mismos, convenciéndose que sus actos son bien justificados.
Si bien, lo bueno y lo malo son un tema subjetivo, nadie debería afectar a otros por sus malas decisiones.
Aun así lo hacen, unos por satisfacer a sectas, otros por satisfacerse así mismos, a su ego, a sus placeres.
Tanta gente hiriendo, tratando de llenar sus vacíos dañando a otros.

Después de tantas historias, después de tanta gente, después de haber sobrevivido a terremotos, pandemias, revueltas comunistas, golpes de estado, sectas religiosas, pandillas, violencia, jamás dañé a nadie, a pesar de ello la vida nunca tuvo piedad de mí.
Pero nunca he culpado a nadie, mis propias decisiones me llevaron donde estoy.

Soy una persona que vive llevando en mis espaldas los sueños de quienes no pudieron cumplirlos, trato de vivir buscando y luchando por la felicidad, pero no puedo tolerar ver como otras personas no aprecian lo que tienen, lo que otros solo en sueños pueden tener.

Supongo que aun me falta madurar, desarrollar tolerancia, quizá con el tiempo.



Memorias del cuervo sin alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora