CAPÍTULO 14// Roce

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San se fue acercando lentamente a Wooyoung. Este no se apartó. Seguía perdido en los profundos ojos de San. Le transmitían tanto...

San se paró cuando estaban a apenas diez centímetros  de los labios de Wooyoung. Un sudor frío recorrió a ambos. Iba a pasar lo que llevaban tanto tiempo esperando. En otras circunstancias, Wooyoung estaría extremadamente nervioso y probablemente se habría apartado cuando San se empezó a aproximar a él, pero ahora, estaba demasiado absorto en su mirada intensa; demasiado concentrado en el olor que desprendía el cuerpo de San, que de repente tan agradable encontraba: era olor natural, sin rastro de perfumes pero oliendo extremadamente bien a la vez, era simplemente el olor de San; demasiado perdido en las ganas que, de nuevo, se apoderaban de él, que le impedían que se alejara por más tiempo, que se resistiera a aquel momento, a él, necesitaba tenerlo cerca para siempre, poder abrazarlo por horas como si nada más que ellos dos importara, poder besarle y entregarse completamente a él, como nunca antes había hecho con nadie y que tanto le había estado asustando, en esos momentos sentía que ya no tenía más miedo de eso, que si iba a estar con San, todo iba a estar bien.

San rompió el contacto visual para posar su mirada en los labios de Wooyoung que tanto ansiaba. Se relamió los suyos. Estaba yendo despacio adrede, quería disfrutar cada segundo de aquel momento. 

San se incorporó un poco para dejar de apoyar la mano en el suelo. La llevó cuidadosamente al cuello de Wooyoung. Lo agarró por un lado, sin apretar casi. Pudo sentir como Wooyoung se estremeció cuando sintió que su mano chocaba suavemente con su cuello. Estaba caliente y suave, realmente agradable al tacto de San. 

Sus miradas se volvieron a encontrar. Sobraban las palabras.

Esta vez, en vez de San arrimarse a él, este hizo que Wooyoung se acercara aún más, empujándole delicadamente hacia sí provocando al menor un ligero suspiro de placer, al verse a unos escasos centímetros de que sus labios chocaran. San se vio obligado a girar ligeramente la cabeza para que sus caras encajaran bien. La nuez de San se marcaba más con el estiramiento de sus músculos para arrimarse más a él.

Fue Wooyoung quien, desesperado por el roce de San, rompió el poco espacio que aún se interponía entre los dos, haciendo que sus labios, finalmente, se encontraran en el beso más apasionado en la vida de ambos. 

Wooyoung sintió que el corazón se le iba a salir del pecho. Lo vio tan probable que realmente se asustó, pero no le importó. Por él, podía quedarse sin órganos después de ello, aquel beso lo merecía, e iba a entregarse al cien por cien a él, costara lo que costara. 

Cuando San sintió los labios calientes y húmedos de Wooyoung chocar con los suyos algo explotó dentro de él. Sintió que Wooyoung era la persona que había estado buscando inconscientemente toda su vida; sintió que podría darle todo lo que le pidiera cuando y como él quisiera, que su cuerpo y alma pertenecían completamente a él; sintió que quería protegerle para siempre, poder evitar que nada le hiciera daño, que siempre estuviera a salvo a su lado; sintió que estaba viviendo el mejor momento de su vida, y que quería que se repitiera cuantas más veces mejor, para así, tenerlo siempre con él.

Un sentimiento repentino inundó la mente de San: necesitaba explorarlo, saber qué se sentía al estar completamente dentro de él y dentro de su vida. Lo sació despegando suavemente los labios de Wooyoung con su lengua, muy lentamente para no asustar al menor y que pensara que iba muy rápido.

Wooyoung entendió perfectamente qué quería y casi inconscientemente respondió a su gesto abriendo su boca lentamente y acoplando sus labios a la boca de San. 

San sonrió para sí. Introdujo su lengua suavemente en la boca de Wooyoung, yendo a buscar la suya. Entonces, ambas lenguas se encontraron, al igual que lo habían hecho sus miradas. Se frotaron desesperadamente, como si se fueran a fusionar, como si hubieran estado buscándose la una a la otra desde siempre, como si hubieran sido separadas y ahora se encontraran de nuevo y encajaran perfectamente. Al igual que los propios San y Wooyoung.

Ambos rebosaban de satisfacción y se preguntaban una y otra vez cómo habían sido capaces de sobrevivir todo este tiempo sin haber experimentado aquel sentimiento que tanto los completaba por dentro. Sentían que habían estado viviendo toda su vida sin sentir realmente. Hasta aquel momento en el que se habían encontrado el uno al otro par no volver a separarse nunca más. 

La mano de San se deslizaba desesperadamente por cada rincón del cabello de Wooyoung que alcanzaba. Lo acariciaba cariñosa pero intensamente a la vez.

Wooyoung disfrutaba, ebrio de felicidad, el roce de San, olvidándose de todo. Necesitaba más. No podría seguir con su vida normal y no volver a sentir aquello. Tenía que hablar con San para hacer que se quedara con él, que después de aquello no hicieran como si nada hubiera pasado. Temía que San solo fuera a lo que fuera, que se aprovechara de él. Necesitaba dejar las cosas claras.

Pero en aquellos momentos simplemente no se veía capaz de separarse de él. No quería que aquel beso acabara nunca. Quería tocarlo más y más. 

Así, Wooyoung llevó sus dos manos a San, girándose un poco más hacia él, una a la parte de atrás de su cuello y otra a su musculosa y amplia espalda. San se volvió loco con aquel roce inesperado por su parte y lo besó con más fuerza y pasión aún. Wooyoung extendió su mano separando sus dedos en su espalada para así poder abarcarla al máximo posible. La espalda de San era como una estufa, estaba realmente caliente y algo húmeda. Pero a la vez, eltacto de su ropa era suave y agradable.

Respiraban entrecortadamente, a golpes, pero no les importaba, continuaban besándose, sin parar ni un segundo. Sus lenguas frotándose suavemente la una con la otra y sus manos explorando espaldas y cuellos del otro.

Finalmente, fueron reduciendo poco a poco, muy lentamente, la velocidad en la que se movían sus bocas. Sus lenguas fueron volviendo a sus respectivas bocas y sus labios comenzaron a tan solo rozarse muy suavemente. Sus manos fueron dejando de hacer fuerza contra el cuerpo del otro y ahora se daban suaves caricias, como si no quisieran apartar sus manos de donde estaban.

San, aun que no quería, fue despegándose de él. Sus labios ahora ya no estaban juntos, pero seguían a una mínima distancia, extremadamente cerca. La mano de San continuaba descansando en la nuca de Wooyoung.

Se miraron de nuevo a los ojos. Una sonrisa se dibujó en el rostro de ambos. Suave. Encantadora.

Podían sentir la fuerte respiración del otro muy cerca. Esta vez Wooyoung desvió la mirada hacia los labios húmedos de San y automáticamente se mordió un poco el suyo. San sonrió al darse cuenta de ello. 

-¿Por qué sonríes? -susurró Wooyoung sonriendo a su vez.

-Porque me gustas -suspiró San-. Muchísimo.

Wooyoung miró al suelo y se coloró intensamente.

San sintió que era como un bebé al que tenía que proteger. Ese sentimiento lo inundó por dentro. Sonrió de nuevo. 

San arrastró su mano desde su nuca hasta su mejilla colorada. La acarició suavemente. Estaba realmente caliente. Giró delicadamente su cara para que le mirara de nuevo.

-¿Quieres otro? -bromeó.




【 一見鍾情 】: woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora