'•3•'«CHARLAS Y CHANTAJES»

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Ya en casa, acostada en mi cama y debajo de mi cobija calientita favorita, intento dormir.

Mil...

— ¡No! — exclamé,  dando un brinco al despertar tan de repente.

—Tranquila, Mil. Soy yo...

Gracias a Dios.

— No me digas Mil —ordené, porque sí fue una orden, ya no puedo soportar que nadie me vuelva a llamar de esa manera.

—Bueno, bueno. Yo solo quiero decirte que, de ahora en adelante, cuentas conmigo. 

Sus hermosos ojos color miel, tenían la mismísima sinceridad plasmada en ellos. Sus ojos se aguaron. No la dejé pararse de la cama cuando lo intentó, no;  La halé y la abracé, mostrando cuánto agradecía que ella, mi hermana mayor, ahora me apoyara.

— Gracias, Mel.

— No hay de qué, pequeña. Hace tiempo debí haberte ayudado con esto— una sonrisa triste se instaló en su linda carita—. Te prometo que vamos a acabar con eso que te atormenta, pequeña. Yo te ayudaré.

Sonreí y asentí. Ella me devolvió la sonrisa y se marchó. Que Melody me quiera ayudar me da una esperanza, ella sabe muchas cosas y, al ser mayor, ha tenido la habilidad de estar en cosas importantes de nuestros padres; lo que le da más acceso a ellos. Aunque a Mayte le dan todo, ella es su consentida, la que está de acuerdo en todo lo que dicen y hagan ellos; todo sea por estar tras ellos cuando salen a sus fiestas de gente millonaria y alta sociedad.

Gracias a Melody no iré a un psiquiátrico. Gracias a Melody tengo una esperanza de deshacerme de la sombra, las voces y los rasguños.

Luego de lo sucedido con mi padre, me quedé dormida. Caí en un sueño profundo, producto de unos sedantes que me habían inyectado poco tiempo antes de que despertase.

Cuando volví a despertar y pregunté qué le había pasado a papá, mi madre lo que dijo fue: "¿Qué qué le pasó? Cuando nos faltaste al respeto y tu padre te iba a dar tu merecido por ello, tu hermana llegó y lo arrojó a la pared".

«Muy linda mi madre, ¿cierto?»

Luego de eso no me quiso decir más nada, pero estoy segura que no fue eso lo que vi. Estoy segura de que no fue Melody... Hay algo más y no me quieren contar, o ni ellos saben que es...

Me baño y me coloco mi pijama de ositos, peino un poco mi cabello y salgo a la cocina a tomar un poco de jugo.

Mayte está con su laptop y sus auriculares puestos, en el sofá grande de la sala.

—Mayt, hola— saludé acercándome a ella y agitando mi mano frente a ella para que me note.

Alzó la mirada, se sacó los auriculares y, con una nota de molestia, dijo:

—¿Qué quieres? ¿No ves que estoy ocupada?

Una punzada de decepción cruzó mi pecho. Mayte ha cambiado mucho. Demasiado. Antes de que nuestra familia tuviera los lujos que ahora tenemos, ella no era así. Mayte era la hermanita cariñosa que había que cuidar; nada que ver con la que es ahora.

— Solo te saludaba —dije en voz baja —, como hace tiempo no hablamos como solíamos hacerlo...

—Eso era antes, ¿Entiendes? Ahora no me interesa hablar con Melody, y menos contigo ahora que estás loquita. Agradece que tu adorada hermanita está chantajeando a nuestro padre para que no te mande a un manicomio.

Su cara mostró asombro y arrepentimiento al terminar de decir aquello. La mía solo podía mostrar horror, pues eso de que Melody está chantajeando a nuestros padres para no enviarme a un manicomio, no me lo esperé. Jamás. ¿Con qué podría mi hermana chantajear a nuestros padres?

—¿Qué has dicho?

—Largo, ¡Déjame sola!— exigió en un fuerte bramido que me hizo dar un respingo.

Me di la vuelta y corrí escaleras arriba en busca de Melody. Entro en su habitación, sin pedir permiso, sin tocar, sin ningún aviso. En la habitación no está, por lo que debe estar en el baño.

Espero durante unos minutos y ella sale envuelta en una toalla y con otra envuelta en su cabeza, secando su cabello.

—Oh, hola.

—¿Cómo es que estás chantajeando a nuestro padre para que no me envíe a un loquero?— pregunté sin responder a su saludo.

Su cara mostró asombro y sorpresa que trató de ocultar tras pasarse una esquina de la toalla por la cara...como si se la secara, pero sé que solo busca ganar tiempo.

Tragó fuerte y contrapreguntó:

—¿Quién te dijo tal cosa?

—¿Es cierto o no?

— Tú sabes que...yo sé muchas cosas...

—¿Entonces sí lo hicis...?— la pregunta quedó al aire al ella dar un leve asentimiento de cabeza.

— Tuve que hacerlo, pequeña; no podía...no puedo dejar que te envíen a un lugar así.

— ¿Con qué los chantajeaste? — yo sé que fue a ambos, no solo al gran Miguel Montalvo, el cabecilla de la familia M, o sea, la nuestra.

—Solo te puedo decir que es algo... delicado, nada más.

Su cara contraída muestra cuánto le cuesta hablar sobre el tema, por lo que decido darle tiempo, aunque la afectada, perfectamente podría ser yo.

—Te doy tiempo, luego me cuentas, ¿vale? Soy la única excluida que no sabe nada sobre esta familia, y eso me molesta.—expresé— a veces siento que no pertenezco a esta familia. Que sin mí estarían mejor, con menos problemas y felices.

Me di la vuelta y salí de la habitación sin esperar respuesta de su parte. Me volví a encerrar en mi habitación, sin haberme tomado el jugo (que fue lo que me llevó hasta abajo) ni nada, solo conseguí enterarme del porqué no me enviaron a un psiquiátrico.

De repente, algo se movió en mi closet, pero aunque me cueste aceptarlo, sé que es la puta sombra que volvió para atormentarme una vez más.

El negrerío fue lo que vi al ver la cosa pasar delante de mí, dirigiéndose a la pared llena de dibujitos delante de mi.

Mentiría si dijera que no estoy asustada, porque sí lo estoy...y mucho. Mi corazón late acelerado y, por alguna razón, intento gritar pero mi voz no sale, es una sensación horrorosa, desesperante y  a la vez angustiante.

—Mil, bonita...

Solo puedo gritar para mis adentros que me deje en paz, rogando que sí lo haga.

—Tú me perteneces, no puedo dejarte.

«Por favor, dejame. Nunca he hecho daño alguno»

—No, no es por daños por lo que me perteneces; tú me perteneces porque, desde que tus padres hicieron lo que hicieron, fuiste declarada de mi propiedad.

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Tormentos© [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora