Cada vez más juntos.

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Fuimos hasta donde tenía su moto, pero en lugar de encontrarla ahí estaba el mismo auto en el que nos vinimos.

-¿Y no se lo piensas devolver?- pregunté al tiempo que nos montábamos en el auto.

-No creo que sea buena idea llevarte en la moto así- señaló mi rodilla.

-No me tengas lastima, además ya está bien- dije moviendo y flexionando la rodilla exageradamente y sentí un tirón que mi mueca de dolor me delató.

-Si claro.

Arrancó el auto a toda marcha y en un rato llegamos la clínica.

Me revisaron y me vendaron de nuevo la rodilla, me dieron indicaciones y que para pasado mañana la inflamación bajaría. Eso eran buenas noticias, más pronto de lo que esperábamos.

-Genial- dije positiva saliendo del consultorio lista para pagar.

Todo el positivismo se fue cuando vi a Angel terminando de pagar.

-Idiota- murmuré y seguí de largo.

Caminé hasta la salida rápido y no me importaba que me doliese la rodilla.

-Angela- lo oí y aceleré mi paso.

-Maldita sea Angela detente que te vas a lastimar la rodilla- dijo molesto corriendo tras de mí.

-Así por lo menos tu dinero no servirá de nada- dije cuando se situó frente a mi bloqueándome el paso.

-Basta-dijo serio.

-Basta tú- dije un tono más alto.

Camine de frente sin importar si me lo llevaba por delante pero él no se movió así que chocamos, me tomo por los hombros y yo me sacudí deshaciéndome de su agarre, lo esquive y camine más deprisa, la rodilla de verdad me dolía pero no iba a detenerme, no deseaba tenerlo cerca.

Lo oí murmurar un par de groserías bastante enojado.

De pronto deje de caminar y ya me encontraba entre su brazos y su pecho, mi rodilla lo agradeció pero aun así yo me movía tratando de bajarme.

-Bájame- me quejaba.

-Quédate quieta coño- musitó cuando le di un manotazo en el pecho.

-Entonces bájame.

Me bajo y me arrinconó en un callejón, la luz ni siquiera nos pegaba.

Se paso una mano por su espeso cabello mientras que la otra se la colocaba en su cintura, se veía irresistiblemente atractivo.

Me mordí el labio para callar el rumbo que habían tomado mis pensamientos.

Intente caminar para salir de allí pero sus manos me devolvieron a mi posición anterior.

-¿Qué demonios quieres?- pregunté de brazos cruzados.

Me miró fijamente con una expresión profunda y sus ojos dejaron ver la lucha que había en su cabeza.

Se aceró peligrosamente a mí ahora mirando mis labios y entreabriendo los suyos. Sentía la cercanía de su cuerpo y el calor que emanaba, su aliento arropaba mi rostro, sentía su perfume invadir mi nariz, pegó su cadera a la mía y puso una mano en la pared dejándome totalmente indefensa y eso no me agradaba del todo.

Me miró desde arriba y sus ojos verdes brillaron más que el sol esa mañana, sabía que jamás olvidaría esos ojos. Yo sólo era capaz de mantenerme cuerda y recordarme respirar.

Sonrió y me miro pícaramente arqueé una ceja y antes de que se acercara más le puse una mano en el pecho y lo empuje pero él se volvió a acercar a mi ignorando mi mano.

Aléjate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora