Cosas en común

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Ya me había bañado y como siempre escogía del closet lo primero que vi.

Destapé un paquete de Doritos y prendí la TV con el canal de deportes sintonizado para esperar a Anggi.

Escuché unos golpecitos en el closet, indicativo de que ya estaba lista.

-Con confianza, estás en tu cuarto- dije burlonamente.

Apareció en mi habitación con una ceja arqueada su cabello suelto y con su peculiar pollina al ras de sus definidas cejas, llevaba un vestido rojo de top por encima de las rodillas ceñido al cuerpo con unas botas y una chaqueta del mismo color: negras.

Me miro de arriba abajo y frunció el ceño.

-¿Me espiabas?

-¿Ah?

-Cámbiate- exigió.

-Ya va, de nuevo ¿Ah?

No entendía ni una palabra de lo que decía.

-No pienso salir vestida igual a ti.

-Que yo sepa no uso vestido.

-¡Por favor!- se quejó alzando los brazos y luego señalo su vestido su chaqueta y mi atuendo.

-Oh- murmuré, ni recordaba el color de mi ropa.

Iba con una camisa roja, unos vaqueros negros y unas vans del mismo color que la camisa.

-Y no has visto el toque final- dije mientras dejaba el dorito en la cama y me aventuraba a la silla del ordenador, me puse la chaqueta y me di vuelta para mirarla con una sonrisa brillante- ¿Qué opinas?

-Ni de chiste, ya dije- sentenció y se tumbo en la cama de brazos cruzados.

-Ángela- dije mientras metía mi celular y la billetera en mis bolsillos- vamos, no me hagas llevarte a la fuerza.

-Esto es ridículo- Me quejé- no sabía que habías reservado estos colores para tu uso exclusivo.

Me ignoró y cambio los canales.

-Tú lo has pedido - dije a tiempo que tomaba las llaves del auto y la cargaba entre mis brazos.

-Ángel- se quejó en voz alta mientras pataleaba.

-Shh, que nos van a oír.

-¿Y a mí que me importa?

-Pues diré que teníamos sexo salvaje y nos echaran de la universidad.

-No serías capaz, además que no tiene sentido.

-¿Ah no? ¿Y que más haría una chica en mi cuarto a esta hora gritando mi nombre?- pregunté divertido mientras me acercaba a la puerta- Y sabes que si soy capaz de hacerlo.

-Eres de lo peor-  refunfuñó mientras se cruzaba de brazos- ya se esta haciendo costumbre cargarme.

-Sí, y deberías rebajar- hice una mueca de cansancio simulando que pesaba demasiado aunque no era verdad, ella estaba justo en el peso indicado lo suficientemente delgada como para lucir sus curvas y bien proporcionada de carne para tener unas piernas irresistibles.

Me dio un golpe en el pecho y respingó la nariz, tenía las mejillas rosadas por agitarse hace un momento y todo su cabello revuelto con los labios parados y el ceño fruncido, era realmente hermosa así.

Salimos por los pasillos de la universidad y por ser viernes en la noche había más estudiantes que lo acostumbrado durante la semana, escondió su cara en mi pecho cuando pasábamos entre la gente que nos miraba divertidos y curiosos.

Aléjate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora