La sección 19

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Tan hermosa la mañana como en esta época del año, el pasto verde con el primer rocío del día.

Era mi primer día del segundo semestre de Ingeniería química en esta universidad internado, había rehecho mi horario en una nueva sección más cómoda, así que prácticamente era nueva. A pesar de socializar con un amplio número de personas, entre salidas y fiestas no creo que conociera a alguien de aquella sección. Era bastante amplio el estudiantado.

Tan pálida como de costmbre, pellizque mis mejillas y después de adecentar mi pollina recogí mi cabello negro y espeso en una cola alta.

Tenía que cortarme las puntas pronto, empezaban a llegar más abajo de las cejas.

Tarde en ubicar mi sección, corrí las escaleras caminando por el pasillo de prisa y me asomé por el vidrio de la puerta encontrándome con que ya estaba lleno de gente con el profesor al frente.

Respiré profundo y abrí la puerta lentamente.

-Buenos días- dije para el profesor.          

Este me miro y sintió abriéndome paso con la mano para que tomara asiento.

El salón ya estaba repleto de estudiantes compartiendo mesas. Me senté al final y tumbé mi ridiculamente enorme bolso en la silla contigua aprovechando que estaba sola.

El profesor dio una pequeña introducción.

-Así como están van a trabajar el resto del semestre. Quiero que se anoten y me pasen la lista- alzo la vista y todas las quejas se callaron, luego me miro y frunció un poco el ceño-¿Señorita…

-Angela- dije- Angela Van Kurt.

-Umm, Van Kurt –Murmuro- ¿Usted no es nueva en la universidad cierto?

Sonreí y asentí. Un par de veces nos había dado clases como suplente.

-¿Le importaría si se ubica con algún compañero?

Giré la cabeza en busca de un puesto vacio pero no había ningún, todos estaba ocupados aunque algunos quisieron salirse de sus puesto para sentarse conmigo el profesor se negó.

-Creo que no tendrá problemas en trabajar sola ¿Cierto?- pregunto con una sonrisa brillante y más de una se derritió.

Era apuesto: rubio alto de ojos claros, fornido propio de un hombre que debía rondar los treinta años. Tenía encanto y gracialidad en sus movimientos, en lo afable que eran sus palabras al momento de dar clases y la sonrisa que hasta ahora siempre llevaba.

Negué y el asintió.

-Bueno…- fue interrumpido cuando una puerta se abrió descubriendo un chico que evidentemente estaba más retardado que yo.

El profesor volcó los ojos, gesto que demostró que ya se conocían y que la situación no era una novedad.

El muchacho paso sin decir una sola palabra y estoy casi segura de oír algunos suspiros por parte de las féminas. Cuando estaba a punto de sentarse el profesor le interrumpió.

-Tome asiento allá- señalo en mi dirección- así estarán las parejas completas.

Exudaba seguridad y una arrogancia casi repulsiva, preferia trabajar sola. 

Me lamenté pero retire las cosas de la silla y las metí en mi enorme cartera, bueno enorme bolso más bien.

El chico recogió sus cosas y con el mismo aire se tiró a mi lado sin mirar más allá de sus narices.

Vi como algunas lo saludaban y el sólo asentía pero después de un rato pareció ignorarlas totalmente y tuve que morderme el labio para no sonreír y mucho menos reír al ver la cara de desilucionadas de muchas. Menudo salón.

Aléjate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora