Después de descansar un rato y bañarme decidí vestirme de una bermuda con una franelilla y converse, salí de la universidad con sumo cuidado de no ser pillada, sólo nos daban permiso de salir una vez a la semana que permanecía abierta la universidad para que los estudiantes llegasen a la hora que quisieran del resto se cerraba a las 9 aunque desde siempre he logrado burlarles su inútil sistema.
Caminé un par de calles hasta una bar y me adentré, creo que era la más informal pero que importaba sólo necesitaba algo de tomar y distracción. Me senté en la barra y estuve viendo el partido de beisbol que supuse que sería al otro lado del mundo ya que era en vivo y era de día allí.
Había pocas personas por lo general solas, luego de un rato miré la hora y eran las 11, decidí que era hora de irme. Cuando me puse de pie sentí que todo el bar me dio vueltas, me sostuve del borde del banco y luego emprendí camino a la salida.
Sólo habían sido un par de tragos, pero sin cenar y de la manera tan ridícula en que bebo de seguro que me habían afectado sólo un poco los tragos.
Caminé en dirección a la universidad lentamente fijándome en el suelo para no tropezar, recordé como mi mojito y la rama de hierbabuena dentro me recordó al verde de sus ojos, a pesar de que me reprochaba estar pensando en él mi cerebro sólo lo traía al ruedo en mis pensamientos, me negaba aceptar que había bebido con su imagen en mi cabeza pero en lugar de cambiar el hecho sólo pedía la misma bebida y una otra tras otra para discutir porque ninguna rama de hierbabuena le hacía justicia al tono de sus ojos.
Un carro rojo freno a mi lado y el conductor con su brazo y su cabeza fuera de esta me hablo sacándome de mis pensamientos. En parte se lo agradecí.
-¿Por qué no te montas y te llevo al paraíso preciosa?- dijo arrastrando las palabras, ese sin duda estaba peor que yo.
Camine ignorándolo pero el auto seguía a mi lado y aun faltaban un par de calles.
-Vamos- dijo algo impaciente- sube ya.
Se oyeron otras voces dentro del auto secundando las palabras de su amigo.
Seguí caminando esperando que me dejasen en paz. Pero el auto seguía rodando a mi paso.
-Largo- dije.
Se oyeron unas risas.
-¿Es tú última palabra?- dijo amenazadoramente una voz.
Que patético, pensé. Me callé y me fije a los lados de una calle para cruzar, aunque el lugar resultaba bastante tranquilo algún idiota podía pasarse la luz.
Se oyeron más risas y el auto freno y pensé que lo había dejado atrás, pero entonces oí el sonido de una puerta abriéndose y unos pasos, vi una botella a escasos pasos de mí y sin duda se la quebraría en la cabeza a quien se atreviese a intentar algo.
Cuando me volví con suma lentitud debido a mi estado un moreno fornido alto ya estaba a poca distancia de mi mirándome con los ojos enrojecidos por el alcohol con sonrisa maliciosa.
-Vamos mi reina, no te pongas difícil y sube por las buenas.
-Sólo vamos a divertirnos- habló el conductor que nuevamente acerco el auto hasta nosotros.
-Dije que largo- dije tratando de acercarme a la botella- ¿o no entienden español?
Al hombre que venía caminando en mi dirección cambió su expresión por una obstinada.
Apresuro su marcha y giré mi cabeza y vi la botella todavía demasiado lejos.
En ese momento con mi hombro izquierdo y todo ese costado de mi cuerpo chocó con algo, pensé que había perdido el equilibrio y caído pero unos brazos me rodearon y sujetaron mi cintura con firmeza.
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Aléjate de mí
RomansaCuando personas no se llevan bien, dos personas con personalidades soberbias y orgullosas, incapaces de reconocer el amor sincero, pueden llegar a mentirse y engañarse sólo para mantener su orgullo a salvo. Los encuentros de odio se irán llenando de...