〰️CAP. 21 "Decisiones"〰️

239 47 40
                                    

La agónica recuperación de mis latidos entre sus brazos, fue resuelta por el firme abrazo de su cuerpo.

Mi vesánico sustento por no ser malo, por rodear lo bueno, por lograr lo sano. Se reduce a migajas de un recuerdo cuando elevo mi cabeza y recibo de lleno su enrojecido rostro con una media sonrisa ladeada dirigida hacia mi faz.

Y toda la maldad de este mundo, en este preciso momento, la tengo aquí... Bajo el calor de mi cuerpo, regalando caricias que intentan purificar cada uno de sus actos.

Y al observarlo, me regocijo en mi bendita suerte de ser el promotor de su incipiente transformación. Aunque él -realmente- no se dé cuenta de que es así, dado que la malicia ha mermado presuroso en este tiempo. Y con verdadera vocación, me siento cada vez más seguro de ser la moneda de cambio final que se use en ésta transacción.

Porque aunque mi misión en sí se haya cumplido de cierta manera, he fallado como súbdito ferviente del Señor. Y recae, al fin y al cabo, sobre mi espalda toda venidera consecuencia ante mis actos de transgresión.

—Bonito ¿estás bien? —consulto al notarlo perdido entre la profundidad de mi mirada como en una lucha interna por demandante control.

—Sí... —contesta con una escueta palabra pero con una extensa exhalación tanto de aire como de resignación.

Pero algo más no cuadra en el momento porque sobre que tomo conciencia de mi observación hacia sus ojos, este me esquiva la mirada como si quemara el posarla en ella.

—Estará todo bien cariño, ya vas a ver —resuelto y con confianza le digo mientras acomodo mi ropa a su costado.

Luego de unos eternos segundos en silencios que solo contemplan escuchar el ritmo de su apaciguada respiración emite: —¿Podemos hablar ahora, o follaremos de nuevo? —ácido replica desnudando no solamente su cuerpo, también su creciente mal humor.

—Creí que habíamos hecho el amor... —sentencio luego de una considerable pausa en donde su mirada se fundió con la mía en un mar de ensoñación.

—¿Tú sabes que esto es traición, no? —consulta sacándome rápido del ensueño, vistiendo su cuerpo y esquivando, nuevamente, mi mirar.

—Yo... solo sé que es amor... —contesto sincero. Exponiendo hasta la médula en esta confesión que aparenta sorpresa ante sus elevadas cejas.

—¿¡Amor!? ¿Qué sabes tú del amor siquiera? —espeta con un deje de sorna acentuado en su abatimiento y desazón —¿Acaso, allí arriba habías hecho el amor? ¿Cómo para tener un punto de comparación?

Y juntando los fragmentos de posibles lamentos venideros a futuro y reuniendo lo que me resta de valor para luchar por esto que considero una verdadera y auténtica afección, le confiero: —Tienes razón. Nunca hice el amor con nadie más que amar al prójimo como punto de comparación. Se que nunca besé con pasión otros labios, porque mi única devoción fue el Señor. Y aunque nunca tuve deseos de algo como para vacilar de mi inquebrantable fe, hoy puedo afirmar que dudé...

Él, me observa atento ante mis palabras con un deje de asombro o conmoción...

—¿Dudaste? —cuestiona queriendo profundizar mis palabras. A medida que relaja su postura ante mi ser.

Entonces, acerco mi cuerpo al suyo lentamente. Y posando suavemente mi mano en su mentón, exijo que me mire directo a los ojos para mi venidera confesión cuando le instruya con certeza.

—Dudé, vacile en elegir el camino correcto siguiendo la doctrina de mi fe cariño —acariciando su rostro y disfrutando de la entrega inconsciente de su piel ante mi toque, le consulto: —Ahora ¿estás dispuesto tú, a dudar por mí?

〰️〰️〰️〰️〰️〰️

El toque que me quema desde lo más profundo de mis entrañas, con algo más fuerte que una desmedida pasión, no es nada más ni nada menos que una gigantesca ola creciente del más puro y verdadero amor.

Y aunque reniegue de ello, de su porte y de su cuerpo, su mirada me traspasa con verdadera deidad y bondad en su corazón. Descongelando cada una de mis barreras lentamente...

Y aunque en un principio me enojé por dejarme llevar por su calor, engañando a mi endemoniado cerebro con que era una maldita trampa para lograr mi redención, debo asumir con plena certeza que el único vesánico aquí, no soy yo.

Porque el perfecto morocho frente a mí está realmente loco, pero loco de apego por mí... Y aún así... Yo lo estoy peor.

Debe ser la irónica ruleta de la vida, que resuelta dictamina que un maldito demonio como yo, puede ser merecedor de tan embelesado amor.

"¿Estás dispuesto tú, a dudar por mí?"

Preguntó con el corazón en ofrenda... ¡Y maldita sea la razón de su existir!

De ser el señor del todo lo puedo, ahora solo puedo por ti.

—Estoy dispuesto a todo por ti, mi Ángel Rojo, aún con cuantiosas dudas... —dejando un efímero beso en sus finos y suaves labios me confieso.

—Prefiero que me llames "mi morocho", mi bonita serendipia con un toque de perdición —comenta mientras me observa denotando una bella sonrisa que reacondiciona mi temible oscuridad.

Y abrazando con firmeza mi cintura, y en un estado de felicidad plena en demasía para mi gusto personal, me articula: —Entonces, debemos elaborar nuestro plan... señor de las tinieblas... Porque quiero morar en tierra por y para ti aunque eso refiera despojarme de mi gentil alma. 

Atónito lo observo y sin poder creer -realmente- el significado de sus vocablos, porque el estar conmigo implica despojarse de su lado celestial.

Y ahí tomo real conciencia de mi confesión y su significado...

Porque aunque viva como un humano aquí en la tierra, su benevolencia y completa sobrenaturalidad reboza por cada uno de sus poros... Y no estoy completamente seguro de querer cambiar algo de eso.

—Jung Kook, no pienso tomar tu alma aunque me la des en bandeja. Lo que eres... Es lo que me mantiene cautivo a tu mirada, a tus acciones impensadas, a tus benditas jugadas por sanar donde todo se agrieta —él, me atisba con cierta melancolía, asumiendo que no será fácil decidir quedarnos juntos en la tierra.

—No pienso dejarte y volver a ser celestial, si es a lo que te refieres...

Sus sufridas palabras salen bajo un renegrido mantón que empaña el amor percibido con anterioridad.

Sé con plena claridad que soy yo el hacedor de su lamento, pero no quiero bajo ningún aspecto ser el promotor de su derrumbe o de su desmesurado precipitar.

—¿Estás diciendo que aunque elija dejar los cielos por ti, tú no estarás a mí lado?






































GRACIAS POR ESTAR🥰

LOS AMITO MUCHO❤

"Dāeva" (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora