Chocolate

47 4 2
                                    

Todo empezó aquel día.

Eras nueva en la escuela y venías desde otra ciudad, tubiste que dejar atrás tu hogar, tu escuela, a tus amigos sin saber si un día podrían verse otra vez y, aún cuando la idea no me gusta en lo absoluto, también se quedó atrás un trocito de tu corazón en manos de un idiota que jamás trató de contactarte después. Para tí todos nosotros éramos extraños.

Oh querida mía, cuán difícil debió ser para ti este cambio, recuerdo el día y mi corazón pesa, recuerdo tu mirada nerviosa y desconfiada, tu postura tensa y como jaloneabas las mangas de tu buso hasta que te cubriesen las manos, y esa pequeña manía de morderte el labio que hoy adoro tanto.

Entonces no fuiste más que una chica nueva sin mayor importancia para mí, pero nos tenías una sorpresa, una leona escondida tras ese rostro tímido, de ojos grandes y nariz chiquita.

Y te admiré, por que apenas llegabas y tubiste la valentía de enfrentarte con garras y colmillos a ese cruel grupo de arpías que a tantos tenía amedrentados, para defender a una víctima que era ignorada por todos, incluyéndome.

Porque sus abusos eran un secreto a voces, y nadie tenía las ganas suficientes para cambiarlo.

Con gentileza la levantaste, y me pregunté si eras muy valiente o solo muy tonta, tal vez un poco de ambas, tal vez solo eras muy nueva; recuerdo negar silenciosamente con mi cabeza, pero hoy la memoria trae un sonrisa a mi rostro, porque pensé que serías una presa fácil y que esos demonios te arrancarían el alma un trozo a la vez en venganza por la humillación que les hiciste sentir, y no pude estar más equivocado.

Hoy, recordar tu rostro pecoso totalemte rojo por la rabia me parece adorable.

Esa misma rabia que ahora cubría tus ojos chocolate cuando por primera vez nuestras miradas se encontraron entre la consternación de todo el mundo.

Y te miré a la distancia, y supe que caería profunda e irremediablemente por ti.

Y heme aquí, habiendo tomado el valor para decirte todo esto.

Tengo tanto por decirte, tanto por contarte, y millones de palabras que debo limitar para expresarte como me siento aún cuando me parecen vanas todas ellas.

Tal vez mañana te escriba de nuevo.

El Arte de AmarteWhere stories live. Discover now