Sempiterno

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"¿Porqué ver separadas una vida de la otra, si una proviene de la anterior?"

Lucían las letras en rojo vibrante, letras finas y delicadas, tinta extraída directamente de las venas del muchacho, las luces de la patrulla de policía, la ambulancia y el llanto desgarrador de una madre que acababa de perder a su única hija, la escena más trágica, la mujer como ella, los ojos café , pecas salpicadas en el rostro y el cabello en bucles indomables, los ojos a fuego por las lágrimas mientras se preguntaba ¿por qué?, ¿por qué si ella era tan buena?, la chica más dulce y jovial, una vida prometedora arrancada inmisericordemente por aquel pequeño mounstro.

La escena más retorcida vista en mucho tiempo en la estación de policía de ese pueblo tan tranquilo, una bella chica bestida de blanco, blanco mancillado por el rojo de la sangre fría y coagulada de su asesino, su bella faz ahora amoratada por los días que había permanecido en esa misma posición, muchacha que habría parecido una princesa dormida en su cama de flores de no haber sido por el efecto cruel del tiempo.
Él había sido encontrado acostado junto a ella, las muñecas cortadas y una carta final en la mano, el forence creía se había desangrado mientras la veía, había muerto observando enfermamente cautivado por el rostro angelical de quién fuese su obsesión.

Toda la habitación invadida del olor putrefacto de los cuerpos y de las cientos de flores desperdigadas en el suelo, adornando la cama, adornando las paredes y las puertas.

Los anillos de los padres de ese jóven en sus dedos respectivamente, padres que se descomponían tal si fueran roedores en el sótano de la casa.

Un crimen brutal.

Los vecinos se preguntaban como nadie había visto nunca el negro corazón de ese chico, muchachito que habían visto crecer corriendo por esas mismas calles mientras jugaba alegre con sus hijos, y aunque no lo decían, estaban aliviados de que hubiese dado él mismo, fin a su vida, que la víctima principal había sido la chica nueva del barrio, sus hijos e hijas crecerían a salvo, y la mala hierva no se extendería a ningún otro lugar.

Y el corazón de la madre destrozada, gritaba impotente, su niña no tendría justicia, ella no vería justicia por tu cachorro arrebatado por un capricho cruel, sus rodillas sangrantes en la acera no le importaban y el aire no llegaba a sus pulmones y el dolor en su pecho, incognosible.

¿Por qué su niña, si ella era tan buena?

Una víctima de la obsesión y el egoísmo de ese demonio que le había robado el brillo a sus ojos de a poco, había crispado sus nervios hasta el límite, había cortado su sueño y le había regalado pesadillas.

¡Oh, su pobre niña!

Ella había sabido que su final estaba cerca, había tratado de decirle pero era la peor madre que pudiese existir en el mundo, Nada menos que eso, y ella la había llamado paranoica, exagerada, le había gritado hasta manchar sus ojitos cafés iguales a los suyos mismos con lágrimas de impotencia, había salido a visitar a su mejor amiga y jamás volvió, jamás volvería.

Y la mujer gritaba a Dios mientras raspaba su garganta - ¡¡Llévame a mi Dios mío, llévame a mi, porfavor no a ella, no a mi niña!! - mientras golpeaba sin cuidado su pecho arrepentida por que su último recuerdo era de su hijita llorando asustada, las ojeras profundas y l piel pálida, no podría perdonarse a sí misma nunca.

Ella quien había perdido a su esposo y ahora estaba completamente sola, solo encontraría más fácil seguir a su hija en su camino esperando encontrarla en su vida siguiente y jurando cuidarla como se debe esta vez, porque la buscaría mil vidas de ser necesario.

El Arte de AmarteWhere stories live. Discover now