Libro dedicado a este precioso ser llamado Armin Arlert. Hecho por y para las simps de este bello personaje.
Pedidos súper abiertos para darme ideas de lo que sea que quieran ver.
Aclaración: No haré lemmon, porque me incomoda mucho
Portada chafa po...
A veces cuando planeas una cosa, te sale otra completamente diferente.
Quería hacer algo turbio, pero se me salió lo soft.
Les prometo que el próximo si va a ser bien sangriento.
Disfruten su lectura 💖
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Te encontrabas caminando por la calle de regreso a tu casa después del trabajo (cabe aclarar que eres adulta de unos 22 años), como cualquier otro día. Dejaste tu dinero en tu casa, así que no pudiste almorzar, pero para tu suerte hoy era día de pago, así que decidiste pasar por una cafetería para comer algo antes de llegar a casa. Llegaste y te sentaste cerca de una ventana, era un lugar muy poco frecuentado ya que llevaba años ahí, el dueño (y único empleado) del local era un anciano que olvidaba todo lo que veía, básicamente tenía que anotar cada orden y casi había que gritarle para que la escuchara. Aún así, la comida en ese lugar era deliciosa, lo demás eran detalles.
Estabas tan concentrada viendo por la ventana que no te diste cuenta de que alguien se te acercó y se sentó frente a ti.
- Hola. - te saludó con una sonrisa. - ¿Te molesto si me siento aquí? Aunque ya lo hice - observaste bien sus facciones y te diste cuenta de que era bastante atractivo. Cabello rubio, un poco largo, ojos azules como el cielo que brillaban con la luz del sol, piel blanca y al parecer era más alto que tú. Te pareció un poco rara su ropa ya que usaba una sudadera negra y tenía la capucha puesta, a pesar de que realmente no hacía frío. Su sonrisa te pareció radiante, fue un flechazo casi instantáneo, y al final no pudiste negarte a su petición.
- No me molesta, de hecho me haría bien algo de compañía. - le sonreíste de igual manera.
- ¿Vienes muy seguido por este lado de la ciudad? - preguntó, tenía su codo apoyado sobre la mesa y su cabeza reposaba encima de su mano. Fue ahí cuando te diste cuenta de que su otra mano estaba escondida en el bolsillo de la sudadera que traía puesta, casi como si estuviera asegurándose de que algo siguiera allí, todo mientras te dedicaba la sonrisa más encantadora que habías visto jamás.
