- ¿Chadburn puedes venir por aquí por favor? Ocupo dejes estos papeles al banco, su majestad lo necesita.
-Sí, termino de guardar estos pergaminos y llevare eso... -sonrió mientras ubicaba aquello en sus respectivos estantes. -
Chadburn era la hija única de un funcionario que tuvo peso en el círculo cercano del rey; lastimosamente fue asesinado hace unos 8 años atrás, esto le afecto demasiado, pero gracias a las influencias que había logrado termino por entrar a la guardia real pero sus funciones son muy diferentes a la de los otros; le tocaba hacer mandados u hacer cualquier petición que le ordenaran. A veces tenía que buscar información sobre personas importantes o sobre cosas que podrían estar ocurriendo en la ciudad, por ser mujer llamaba bastante la atención y su altura realmente intimidaba a cualquiera la cual casi llegaba al borde de los marcos de la puerta y era más alta que el Rey con el cual tenía una relación más o menos cercana, pero prefería siempre estar distanciada de todo aquello. La pérdida de su madre a temprana edad y luego la de su padre la hicieron evitar a las personas y no quería encariñarse para evitar sentir nuevamente ese tipo de tristezas, era bastante seria en el trabajo pero tambien amable con quienes más se relacionaba.
Tomó aquel sobre y debía caminar rápido, pues, a esta hora había mucha gente por la calle. Salió de aquella oficina, se puso su pequeña boina mientras avanzaba a su destino y ahora pasaba más atenta a la hora de andar por ahí, hace dos meses atrás había chocado con una chica mientras llevaba otros documentos y casi se comporta mal creyendo era algún hombre o borracho. Aun recordaba el rostro hermoso de la chica de cabello dorado con ojos color miel, sino fuera por su piel morena su sonrojo hubiese sido notorio al verla.
Cada vez que recordaba aquel momento su corazón se aceleraba levemente y por alguna razón deseaba volver a encontrarse con ella y preguntar su nombre, por lo poco que notó de ese día sobre la vestimenta de la chica es que seguro tenía una buena vida, no todos pueden costearse un caballo como el que andaba, se notaba lo cuidado.
Chocó levemente con algunas personas mientras cruzaba la plaza, ciertas personas le miraban, trató de no pensar en las miradas y más en completar su tarea.
Luego de 2 cuadras y media ya podía ver el banco, tenía algo de personas a las afueras y apresuro su paso hasta la entrada, los guardias hicieron una leve reverencia al verle, su rango era mayor al de ellos y no podían decir nada al ver aquel uniforme negro con detalles dorados de la realeza. Quitó su boina mientras pasaba a una de las casillas, le atendió un hombre de mayor edad que tomó el sobre y rápidamente lo sello para luego abrirlo para leer dicha petición, el hombre se levantó y luego se perdió tras una habitación en el cual pasaron unos minutos y regresó con una bolsa que se notaba algo pesada, la dejo en el mesón de la casilla y se acercó.
-El monto de 500 monedas de oro está dentro -Decía sin elevar tanto la voz- Debe llevarlo inmediatamente siendo precavida.
-Sonrió- no se preocupe, estoy armada -La mirada del hombre se desvió a la espada que aquella mujer llevaba a la cintura- No es mi primer encargo... -Tomó la bolsa y la abrazó a un costado- Muchas gracias.
Salió del banco atenta a su alrededor, llevaba algo importante pero seguramente no pasaría nada. Pasaban asaltos normalmente cuando había carrozas llamativas, pero ella solo iba a pie con un paso rápido, miro su reloj de bolsillo faltaba poco para el medio día y debía llegar a tiempo, era muy puntual.
Logró llegar al palacio a tiempo y llevo la bolsa al secretario del Rey que empezó el conteo de aquello.
Pasado un rato, sí había 500 monedas exactas, lo cual Chadburn quería confirmar ya que había sido la encargada de traer aquello y no debía faltar nada. Salió de ahí hasta las oficinas fuera del palacio donde se encontraba su oficina.
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A la Deriva
Randomuna historia donde el mar sera el lienzo y la musa donde se tratazara un amor irreal.