Prólogo

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Cuando él llegó a mi vida yo tenía tan solo diecisiete años de edad y tal vez no éramos una pareja perfecta. Bueno, en realidad ninguna pareja lo es, eso hay que dejarlo en claro. Digamos que cada pareja es perfectamente imperfecta.

Nuestra historia comenzó cuando él se mudó a la misma residencia que yo, has de creer que tal vez fue el cliché del vecino, pero no es así, je. Bueno, mejor pongamos un 50/50 porque mi vecino si era.

Austin Valverde era el chico perfecto o al menos para mí si que lo era. Portaba un increíble cabello negro azabache (algo despeinado algunas veces) ojos oscuros, piel perfecta y altura considerable.

Todo en él era maravilloso y haberlo tenido en mi vida me enseñó muchísimas cosas.

Compartimos tanto juntos.

Y así, tan rápido como apreció en mi vida, se fue y para siempre. Él jamás volverá y el dolor de ya no tenerlo conmigo me devora poco a poco, tenía tantas cosas, tantos sueños que compartir junto a él, ahora todo eso se esfumó.

Nuestra conexión fue tan increíble, llámalo algo así como ese cliché de amor instantáneo.

Disfrutábamos estar juntos y tengo más que claro que el tiempo o el destino en algún punto de nuestras vidas nos volverá a unir y está vez si nos quedaremos juntos.

Él fue fugaz, tan fugaz como un sueño.

En mi memoria he guardado cada recuerdo de nosotros, realmente extraño cada momento que compartíamos.

Cariño, espero un día volver a encontrarte, siempre serás el amor de mi vida.

Al final, no quedó nada más de nosotros, solo quedó nuestra historia.

Solo quedó nuestra historia. © | Segunda versiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora