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En el año 1890 existía una extraña característica que habitaba solamente en algunas personas: Nacer con una mordida en el cuello.
Esta extraña condición era un fenómeno nuevo para la ciencia. Era una marca en el cuello que ligaba al individuo en una situación sobrenatural. Su alma había existido en una vida pasada. La persona que poseía una mordida tenía un alma gemela con la cual debía unirse.
El alma gemela del individuo mordido no tenía una mordida. En vez de eso, poseía unos colmillos grandes y muy notables a la vista.
Para saber si habías encontrado a tu alma gemela, el individuo con colmillos debía morder la mordida ya hecha en la otra persona, pero sólo tenían una oportunidad para morder en toda su vida. Si ambos eran almas gemelas y llevaban a cabo la mordida, un brillo dorado se expandía por la piel de la persona mordida, indicando que sí son almas gemelas.
Si no era el alma gemela pero aun así se llevaba a cabo el ritual de morder, la mordida se tornaba negra y podrida. Los colmillos del otro individuo desaparecían por completo, volviéndose incapaces de buscar a su verdadera alma perdida.
Este acto de morder sólo podía ser llevado a cabo en luna menguante, o de lo contrario, el individuo con la mordida, moría.
Cuando el individuo con colmillos señalado como alma gemela mordía la marca, un pequeño tatuaje florecía al lado de ésta. La persona con colmillos también tenía uno en la piel del cuello. El tatuaje era pequeño y relacionado con la manera de la cual sus corazones se reconocieron. (Por Ej: Si se conocían en un barco, el tatuaje estaría relacionado con anclas, mar,
velas, etc.)
Luego de la década de 1890, esta condición desapareció tan misteriosamente como llegó, y nunca más volvió a florecer en nadie...—Pero... Es imposible.
El pequeño niño de ocho años cerró el polvoriento libro con fuerza, haciendo que una nube de polvo lo rodee. El retoño se encontraba en el viejo desván de su casa. Había ingresado allí por curiosidad (además de que tenía prohibido entrar y eso lo tentaba) y se encontró con una cantidad exorbitante de libros y antigüedades. Se sentó en un sillón tapizado de rojo que se encontraba allí y se puso a leer esos enormes y viejísimos libros que encontraba esparcidos por el suelo. Él amaba los libros con su alma, y ese lugar era como una mina de oro para él.
El pequeño rizado encontró entre las estanterías, una caja detonada por la humedad que tenía escrito muy borrosamente la palabra "caridad". Allí encontró algo que llamó su atención: un libro de color azul marino que era enorme, lleno de páginas. No dudó en agarrarlo y llevárselo al sillón del desván a leer.
Ahora que ya había leído unas páginas (y estaba algo atontado por la información) Empezó a observarlo. El libro era enorme y estaba húmedo. La tapa azul marino se hallaba repleta de una gruesa capa de polvo, las páginas eran amarillentas y contenían hongos. En la dura tapa se encontraban escritas unas palabras en mayúscula de color dorado brillante, allí se leía a duras penas: "Extrañas condiciones y enfermedades del siglo XIX"
Volvió a abrir el libro en la página en la que se había quedado y releyó una y otra vez la información que se hallaba allí. Es que no lo podía creer. ¿Aquello era verdad?
—¡Harry! ¡Ya está el almuerzo, cariño! —Una chillona voz había gritado desde el piso de abajo, asustando a Harry.
—¡Ya voy para allá, Nana! —contestó el retoño con su suavecita voz. Volvió la atención al libro y tiró de los ricitos de su frente para atrás. No sabía qué creer. ¿Él...? ¿Sería posible que eso fuera la marca que mostraba el libro?
Se levantó de un salto de la silla y dejó el libro en el suelo para ponerse a buscar algo como loco. Revisaba por todo el suelo, estantes y cajas pero no lo encontraba. Vio una sucia sudadera tirada en una esquina y fue hacia allá. Levantó la sudadera bruscamente y sonrió al encontrar lo que buscaba: un espejo de mano.
Corrió de vuelta al sillón con el espejo en la mano, y una vez sentado se puso a mirarse en él. El pequeño espejo tenía grietas y mugre acumulada en los costados. Pero aun así pudo verse el cuello perfectamente. Abrió a tientas el libro y miró de reojo la vieja imágen de una mordida que había en la página.
Era igual a la mordida que él tenía en el cuello.
—¡Harry! ¡A comer! —volvió a gritar la voz chillona. Harry miró desconcertado a las escaleras y luego tiró el libro y el espejo al piso, que hicieron un ruido seco al caer. Harry bajó rápidamente las escaleras, intentando olvidar lo que leyó.
Tal vez, ahora no lo quería aceptar, pero su subconsciente lo sabía: Él padecía de la Condición de la Mordida.
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Recuerden recomendar la historia, amores, así llega a viejos lectores. Lxs amo muchísimo, nos vemos en el próximo capítulo ♡
NUEVA NOTA: Qué vergüenza y a la vez qué emoción volver a publicarla. Amo esta historia como si fuera un hijo (lo es<3) pero necesita un reboot de urgencia (╯︵╰,)
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Mordida // Larry Stylinson ☁️
Fanfiction... ☁️☁️☁️☁️☁️☁️☁️☁️☁️☁️☁️☁️ IMPORTANTE: Historia de baja calidad narrativa, atestada de huecos argumentales y blablabla. Esta obra fue escrita cuando yo era -prácticamente- una nena, así que les recomiendo leerla aferrándose a todas estas advertenc...