Mordida // Larry Stylinson ☁️

ᴄᴜᴀᴛʀᴏ

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Harry estaba en la clase de historia y simplemente no podía concentrarse. La historia de las momias egipcias no le interesaba en lo más mínimo. Hizo un movimiento con el rostro para que unos rizos caigan atrás y suspiró silenciosamente. Seguía pensando en su situación a la madrugada; ya no le dolía tanto la mordida, pero molestaba ligeramente.

Niall estaba a su lado y parecía un zombie. Estaba pálido y ojeroso y tenía los ojos muy abiertos, estaba claro que no había dormido bien.

El rizado sintió que alguien lo miraba por atrás y giró su cuerpo inferior para ver. Una chica pelirroja tenía su vista fija en la mordida, pero al ver que Harry la miraba, bajó el rostro avergonzada. Harry volvió a darse vuelta. Eran molestas las miradas, pero sin dudas comprensibles. ¿Quién no miraría al único extraño con una mordida violeta anti-natural?

Pero aun así, era muy molesto.

El timbre sonó, interrumpiendo los pensamientos de Harry. Éste sonrió inconscientemente: iba a ver a Louis. Le echó una mirada a Niall, pero éste ya se había dormido en el banco, así que salió sin ningún problema.

Dio unas vueltas por el patio, sin saber dónde podría estar Louis... Hasta que una idea llegó a su mente. Se encaminó al fondo del patio donde estaba desierto, y se paseó hasta llegar al rosal donde se habían conocido ayer.

Bingo. Allí estaba Louis.

Harry se encaminó hacia él con una sonrisa. Cuando el ojiazul se percató de su presencia, lo miró y sonrió. Harry se echó a su lado, sentados en el húmedo césped, enfrente del rosal.

—Pensé que nunca llegarías —le dijo Louis, mirándolo sonriente. Harry frunció el ceño, pero no borró su sonrisa.

—No me dijiste dónde nos veríamos.

—Pensé que lo ibas a imaginar —contestó divertido, y se movió un poco, quedando más cerca de Harry.

—¿Cómo estás?

Louis suspiró y miró al suelo.

—Bien, con cansancio.

—Sí, yo igual —comentó Harry. Louis miró al cielo y bostezó. Hubo un pausado silencio.

—¿Cuándo te enteraste?

—¿Enterarme? ¿De qué? —preguntó un desconcertado Harry.

—Cuándo te enteraste de que tu mordida es una jodida condición que te recuerda que tienes un alma gemela perdida. Yo me enteré de mis colmillos a los cinco años, pero claro, no lo entendía muy bien en ese momento —dijo distraídamente. Harry abrió los ojos exageradamente y bajó la mirada.

—Y-yo... No había notado que tenías colmillos...

—Vamos, Harry, mis colmillos se notan a kilómetros de distancia. —Harry lo miró—. No me molesta para nada, estoy acostumbrado.

Louis lo miró también y Harry suspiró.

—Yo también estoy acostumbrado.

—Es lindo encontrar a alguien como yo.

Harry se rió.

—¿Alguien como tú en qué sentido?

—Alguien igual de jodidamente raro. En el mejor sentido de la palabra —contestó divertido—. Es lindo encontrar alguien para presumir nuestras rarezas.

Harry sonrió, dejando a la vista sus hoyuelos y bajó la mirada

—Somos muy raros, ¿verdad?

—Es genial ser raro —espetó Louis—. La gente debería verlo como una cualidad.