Se quedó dando vueltas en el interior de su del saco de dormir, respirando con lentitud y volviendo a leer una y otra vez esa carta que, aunque no lo quería aceptar, sabía de quién era. Armin tenía la absoluta certeza de que era de Annie a pesar de que no hubiera firma que corroborara este hecho.
Acercó de nuevo el candil hacia él, con el fin de iluminar de nuevo esa pequeña, lisa y fina lámina de madera que pretendía ser una carta de disculpa, sí, porque esa mujer tenía sus propios pensamientos y corazonadas, además de sentimientos escondidos en lo profundo de su corazón.
Sus ojos azules volvieron a pasearse por el primer párrafo, para continuar con su viaje por todo el mar de letras de tinta escritas en la hoja.
<<Querido Armin Arlet:
No sé si tengo si quiera el derecho a escribir esta carta y esperar a que la leas, de alguna forma sé que ese castigo me lo merezco por haberte engañado todo este tiempo. Si realmente has tenido la voluntad de abrir esta carta, te ruego que leas mis palabras una vez, con una me basta.
Lo que debería mencionar primero es que me siento infinitamente agradecida de que en un primer momento no hubieras descubierto mis intenciones sobre traicionar a la humanidad de esta manera tan cruel... Y que me hayas llamado buena persona, que hayas podido ver un ápice de bondad en mi corazón y me lo hayas hecho ver.
Quiero ser una buena persona por ti. Es muy probable que suene como una verdadera estupidez, pero moriría feliz si es que llegas a recordarme como una buena persona... O una no muy terrible. Cambiaré las cosas si salgo de esta y no me congelo en un cristal gigante o algo. ¿Te imaginas? Sería tan extraño...
Sigo pensando que estas palabras no cubrirán el daño que he causado a ti y a tus seres queridos, y lo más probable es que jamás me llegues a perdonar... Y lo comprendería.
Es la primera vez que soy tan sincera en mucho tiempo, y si te vuelvo a ver quisiera ser abierta contigo de nuevo, claro, solo si me aceptas y no arrojas este trozo de papel a la hoguera y haces de mi recuerdo unas llamas que queman tu corazón.
He oído por ahí que eres un gran poeta y que has leído muchos libros sobre el exterior y literatura. ¿Algún día tendré el placer de escuchar un poema de tus labios?
Diablos, estoy sonando demasiado dulce, cuando lo más probable es que ni llegues a leer mis pensamientos que te llevo recitando.
Si algún día me concedes el perdón, prometo que te explicaré todo con detalle.
Con cariño, te esperaré hasta que mis días se terminen. >>
Armin no sabía exactamente cómo debía sentirse, estaba sorprendido, mejor dicho, seguía sorprendido por aquella confesión escrita a mano de puño y letra de la Leonheart hace ya tantas lunas. Se apoyó contra la pared unos minutos y sus orbes cristalinos divagaron incontables veces por la habitación, sabiendo perfectamente en qué detenerse, pero sin querer mirar eso directamente.
A demás de sorprendido, cada vez que tenía el placer de recordar las palabras de disculpa de la chica, se le aceleraba el órgano que cargaba en el pecho y no podía evitar sonreír, aunque fuera una sonrisa muy pequeña y que nadie, salvo Eren, pudiera notar.
La primera vez que leyó esa nota que ahora descansaba en su mano derecha, lloró durante horas por el dolor que representaba saber la cruda verdad. Bueno, realmente había palabras cálidas entre la tinta de aquellas palabras viejas de hace años por lo que pudo reconfortarse.
Ahora seguía viendo ese cristal que la tenía atrapada, y no podía dejar de llorar al saber que la chica sufría.
-Hace tiempo que te perdoné, Annie Leonheart. -