Capítulo II

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"La lealtad es mostrar respeto y fidelidad, es lo que ayuda a una causa a crecer, a una nación, a una relación. Pero es tan difícil de conseguir que te la vivirás vagando por el mundo entregando una lealtad que no es correspondida."

"Sorprendido, mandaloriano." -Lo miraste sin expresión alguna.-

Estabas viva, y por lo que parecía estabas ahí sin ningún rasguño.

Tu rostro era lindo y maduro, tus pestañas eran largas y negras, hacían ver tus ojos más grandes, y tus labios eran rojos como tus mejillas. En la cabeza tenías una tiara plateada con piedras blancas y azules que era donde tu máscara se ocultaba. Tu caballo se veía suave y con brillo.

Eras hermosa.

"Estas..."

"¿Viva?, bueno lo estás comprobando ¿no es así?" -Quitaste la mirada de él y observaste al niño, quien parecía de alguna manera cautivado por tu rostro.-

Levanto su pequeña mano queriendo tomar tu mejilla. Lo subiste hasta que estuvo a la altura de tu rostro, acerco mano para que tomará tu mejilla, su piel era verde y suave pero también tenía cierta dureza, le diste un sonrisa antes de regresarlo a tu regazo.

"¿Cómo es que sigues con vida?" -El casco estaba en ti y por lo que podías ver su cuerpo estaba rígido.-

"No estoy aquí para responder tus preguntas, estoy aquí por el." -Le respondiste de manera brusca, aun con la mirada en el niño.-

"¿Qué quieres con el?" -Preguntó de manera protectora.-

"Nada malo, solo busco protegerlo." -El niño te mostró su pelota de metal y solo asintiendo dando a entender que le estabas prestando atención.- "No podía dejar que lo entregaras como un pedazo de carne."

"Eso es lo que soy para ti. Un pedazo de carne con el que alimentaras a un Sarlacc."

Una voz sonó en la cabeza del mandaloriano, cuando dijiste eso. Apenas había superado la culpa y ahora tenerte aquí solo la revivía junto con el resentimiento y el odio hacia sí mismo.

"Tengo que encontrarnos un lugar seguro en cual estar. Puedes darte un baño y dormir si quieres." -El hombre giro su silla para mirar el tablero o las estrellas, no estabas segura.-

"Te tomaré la palabra, me llevaré al niño." -Te fuiste con el niño y tus cosas, pero no sin antes dejarle la pelota plateada a Mando, dejando solo al hombre, que escuchaba tus pasos alejarse de él.-

Ahora tenía que cuidar de ti y del niño, por lo que sabía no había una recompensa por ti, siempre espero que hubiera alguna. Para ir por ti, para traerte de regreso, para pedir perdón, para reconocer su error. Era solo un joven creyéndose un cazarrecompenzas por excelencia cuando solo era un idiota.
Pero nunca la hubo, eso había indicado que estabas muerta.

Mientras que tu sentías un dolor dentro de ti, hiciste las cosas bien o bueno eso te decías a ti misma, no mostraste tu debilidad ante el, eras fuerte y suficiente como para darle señales de lo contrario.

El niño pudo sentir tu estrés y dolor, sin que lo supieras. Soltó un sonido acompañado con un movimiento en sus orejas.

"Lo siento, bebé. Solo me trae un sentimiento amargo estar aquí." -Estiraste un brazo para girar la llave del agua caliente.-

Aruetyc || Din Djarin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora