Capítulo 10

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LEV

Sus labios brillantes se sintieron pegajosos cuando me besó y me tomé un momento para mirarla porque había pasado demasiado tiempo. Siempre había sido seductora y los dos habíamos sabido aprovecharlo al máximo a lo largo del tiempo pero esa noche lo había llevado a otro nivel con un ajustado vestido de pedrería con fondo del color de su piel y su melena suelta cubriéndole la espalda.

—No me dijiste que vendrías —le dije y ella colocó sus brazos en jarras.

—Bueno es porque no he venido a ver a alguien que no me ha llamado en semanas —respondió, igual de tajante que siempre y de repente sus largas pestañas se batieron hacia mi lado, articulando una esas sonrisas características suyas —¿Y tú eres?

Ozzie permaneció en silencio, mirándola un momento que se prolongó casi demasiado y no me hubiese sorprendido hasta que noté que su mirada estaba fija en la gruesa gargantilla de diamantes que se ceñía en el delgado cuello.

—Camarero —hablé entonces, posicionándome entre los dos y la mirada inquisitiva de Danielle se balanceó entre los dos un momento.

—¿Estabas aterrorizando al servicio de nuevo?

—Yo no hago eso.

Ozzie soltó un carraspeo y los dos nos volvimos hacia él.

—Disculpen, voy a continuar con mi... trabajo —habló finalmente, con una formalidad que resultó casi impropia de él.

—Oh, traeme una copa de vino blanco, por favor —ella se apresuró a decir, dándome un golpe en el pecho —¿Y tú?

—Una soda.

—¿Y no whisky? —inquirió levantando sus cejas negras y a mi lado Ozzie Burnes me miró, expectante, con una mueca que me devolvió a la noche de nuestro primer encuentro en el bar de la playa.

Ahora él iba perfectamente peinado, sin un solo accesorio en sus orejas e incluso el zarcillo de su nariz había desaparecido. Tenía las manos enguantadas pero podía ver que también se había despojado de sus anillos e incluso el tatuaje que tenía en la nuca estaba cubierto por un pañuelo blanco debajo de su camisa. Casi no parecía él mismo a tal punto que me había costado apartar la mirada la primera vez que lo vi.

—No por ahora, pero tenlo preparado para más tarde —finalmente respondí.

Lo observé perderse entre los cuerpos del salón en dirección a la barra tratando de encontrar algún fallo en su uniforme pero finalmente tuve que reconocer que, a pesar de tu traje barato, había acatado las reglas de etiqueta de forma correcta.

—¿Estás durmiendo con tu empleado? —la pregunta me devolvió al presente mientras me volvía hacia Danielle que me miraba con una expresión que rebosaba curiosidad.

—¿Cómo has llegado a esa conclusión?

—Es atractivo, por eso ¿cómo se llama? —continuó preguntando mientras me tomaba del brazo y su perfume cítrico me invadió al tiempo que me adelantaba a través del salón.

Ozzie era atractivo, esa era una verdad innegable y su vida hubiera sido mucho más sencilla si me hubiese interesado en él por la sola razón de querer meterlo en mi cama. Para su desgracia ese no era el caso.

La música había cambiado y aunque todavía se mantenía en la línea formal el ambiente se sentía más relajado, suponía que era porque el alcohol no dejaba de circular pero lo prefería así. Había senadores, empresarios y estrellas reconocidas presentes así que si había alguna confrontación siempre podría culpar al alcohol más tarde.

Sin culpasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora