Capítulo 13

479 51 25
                                    

 OZZIE

Declan Burnes había sido un respetado académico y más tarde político. Su camino al senado era tan brillante que a nadie parecía importarle el hecho que se había casado cuatro veces con mujeres que podían ser sus hijas o que su único hijo soñaba con matarlo de vez en cuando.

《¿Eres un lobo o un perro?》 Me había preguntado una vez, después de su tercer divorcio, mientras me obligaba a ver como el veterinario le daba la inyección letal al perro de la familia. No respondí 《Decídete rápido, porque así es como los perros terminan, sin importar cuán cómoda haya sido su vida》.

Yo había vivido una vida bastante cómoda hasta ese entonces. Era hijo del alcalde, dormía en las lujosas cámas de un internado privado y lo unico que quería en el mundo era un poco de aprobación de mi padre, hasta que decidí que no era un perro. Era un lobo.

Y con eso se fueron las comodidades, pero también la inyección letal.

En eso pensaba mientras las mujeres se aproximaban a la barra, con los brazos enroscados y llenando el suelo de arena de mar.

—¿Cuándo pensabas decirnos que Lev Kobren te ofreció un trabajo permanente? —Jenna Campbell preguntó, sentándose en las baquetas al otro lado de la barra, soltándose el cabello y Hannah se acomodó a su lado, las dos con los trajes de baño debajo de la ropa.

Miré la hora. Mi turno había terminado antes de darme cuenta; era la primera vez en muchos días que no hacía mi turno como debía y esa mañana el bar estaba particularmente lleno porque hacía calor y la playa estaba atestada, una premonición del verano que se avecinaba. Las risas y los murmullos se mezclaban con la pésima música que Alex había elegido en su turno anterior y ahora todo el grupo descansaba en la arena, podía verlos a través de las ventanas jugar al vóley playa.

—¿Blake te lo dijo? —pregunté y ella negó con la cabeza mientras Hannah se inclinaba sobre la barra para susurrar.

—Emma escuchó que ustedes discutían y se lo dijo a Jenna y ella se lo contó a Alex y Alex nos lo dijo a todos.

Al otro lado de la arena Chett le pasaba la pelota a Blake y él le dio un golpe tan fuerte que rebotó en el rostro de Alex, al otro lado de la red. Los vi reírse tanto que se arrodillaron sobre la arena sujetádose el estómago.

—Así que son un montón de chismosos —resolví, arrepintiéndome de la discusión y de haberlo hecho en la casa.

—Si —Jenna estuvo de acuerdo, sin lucir siquiera un poco culpable —. Así que a Blake no le gusta ¿eh? Pero supongo que la paga debe ser buena.

Terminé las cuentas y le cedí el mando a Hannah que se sentó detrás de la caja registradora.

—Piensa que es peligroso —dije finalmente, no había sentido en ocultarlo cuando Emma había andado de bocona.

—¿Lo es? —Hannah inquirió a mi lado.

—No. Todo está bien.

—Bueno ya sabes como es, muy sobreprotector y también se molesta cuando no se entera de las cosas de primera mano —Jenna agregó, tranquilizadora, como si yo necesitara consuelo.

No lo necesitaba pero de todos modos dije:

—Iba a decírselo a todos.

Era verdad. A medias.

—Si pero él ya estaba molesto por el asunto del baño de limonada en la fiesta y frustrado con los secretos que guardas como para sumarle el nuevo trabajo que, supongo, va a mantenerte muy ocupado —Hannah añadió con esa mezcla de burla y reicriminación en la voz que hizo a Jenna lanzarme una obvia mirada y vi que su mano con quemaduras cicatrizadas se estiraba hacia mí así que la aparté como a una mosca.

Sin culpasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora