Hay quienes le temen a la soledad. Yo, en cambio, aprendí a apreciarla de una manera tan grata que me resulta necesario convivir con la soledad, que digo, conmigo mismo.
Porque es cuando uno se encuentra en la más profunda soledad y lejanía donde se encuentra con su propio ser, con su propio camino y su propio destino. Es donde nos vemos reflejados en un espejo y estamos ahí, frente a frente, con todo el vocablo aprendido para decirnos de todo, para putearnos, para culparnos, para señalarnos, para autoboicotearnos, y lo más difícil, para intentar amarnos.
Es en la soledad donde nos volvemos a encontrar para descifrar quiénes somos y hacia dónde vamos, y de ahí en más encontrar al resto, no olvidar al resto, nunca olvidar al resto.
Hay quienes le temen a la soledad. Yo, en cambio, me acostumbre a quererla y no escapar más de ella, ni de mi mismo.