Delirios de un poeta

Espejos y cristales.

Espejos que reflejan lágrimas.
Lágrimas que empañan los cristales.
Cristales que separan nuestros mundos.
Un mundo: el tuyo lleno de lujos y placeres.
Mi mundo: el que esta rodeado de miserias, de tristeza y hambruna.
Mis lágrimas que se derraman por las injusticias de esta sociedad.
Tus lágrimas que no paran de correr por la falta de justicia que no me deja estar a tu lado.
Espejos, cristales y grandes ventanales ocultan millones de lágrimas y miles de personas que sufren por las distintas formas de discriminación.
La sociedad perfecta es la suciedad acumulada de cientos de años de despojos y agravios hacia los muchos de los pocos.
Lágrimas que empañan los cristales.
Espejos que reflejan lágrimas que bañan cuerpos.
Cuerpos muertos sobre las aceras.
Aceras que las consume el hambre.
Cristales de grandes ventanales que ocultan de los pocos las miradas.
Miradas que no verán a los muchos mientras sufren por ropas y hambre.
Inclemente frío que quema la piel.
Pieles que sufren sin abrigos.
Abrigados están los espejos de los que viven en tu mundo, mientras reflejan maquillajes y labiales.
Maquillaje que oculta las mentiras.
Labiales para disfrazar los labios.
Labios que profesan paz en igualdad.
Pero cuyos dueños solo utilizan sus manos para destruir a los muchos, para acabar a los míos.
En este mundo hay dos mundos, divididos por cristales.
Dos mundos reflejados en espejos.
Unos reflejan oro y diamantes.
Otros solo hambre y dolor.
Dos mundos, dos sociedades.
Las de los pocos y la de los muchos.
Mis lágrimas que brotan por justicia, las tuyas que brotan por amor.
Dos mundos y muchos cristales entre tu y yo.

Jonathan Cordero.
21 de marzo 2021