Capitulo 2

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Peeta trata de concentrarse en la panadería, pero le cuesta un mundo.

No puede evitar recordar la forma en que se unieron aquella noche, la sensación de entrar y salir del cuerpo de ella, el calor envolvente, la estimulación en cada punto de aquella parte del cuerpo que nunca antes se había unido a nadie. Siente en sus manos el recuerdo del tacto de sus senos, de su cintura, de su abdomen y sus glúteos y en sus labios la presión de los labios de Katniss, y en el interior de su boca, la boca de ella. Deja caer un hondo suspiro y se pregunta si aquello ocurrirá alguna vez más.

Su madre le grita una y otra vez para que vaya más deprisa. Realmente él no tiene ninguna necesidad de trabajar después de Los Juegos, pero ahora más que nunca necesita mantener su mente ocupada. Amasa con rapidez y reparte la masa en varias y reparte la masa en varias bolas que después se convertirán en panecillos, y hasta el tacto de la harina le recuerda a Katniss. Su padre hace un gesto a Peeta para que cambie de mesa de trabajo. Él termina rápidamente los panecillos, y su padre se encarga de meterlos al horno. Entonces se pone a trabajar con las pastas coge el pincel y lo embadurna de caramelo de diferentes colores en cada ocasión, para dibujar flores en cada una. Dibuja la ondulación del tallo de una margarita, y entonces su mente vuelve a viajar a la ondulación de la cintura de Katniss.

La recuerda, ve su imagen con mucha claridad. Katniss tumbada en la alfombre, el contraste de su moreno con su palidez, ella totalmente disponible para sus manos y sus labios, él perdiendo la razón saboreando su cuerpo, conteniendo el deseo de entrar en su interior, mientras degustaba centímetro a centímetro su piel. Puede reproducir los leves gemidos de ella en su mente, su forma casi inaudible de expresar su disfrute, tan suave, su gesto de excitación tan sutil, su forma de hacer el amor suspendida entre lo salvaje y lo celestial. Necesitaba más de ella, necesitaba volver a vaciar su mente, llenar todo su ser de placer, de un júbilo tan intenso que podría llorar de satisfacción.

Solo son las cuatro de la tarde y ya está enloqueciendo porque caiga el sol, por asomarse a la ventana, ver a Katniss escapar y que le conceda otra noche.

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Katniss está en el bosque, Gale junto a ella, él se extraña de lo poco habladora que está su amiga. Busca sus risas, sus comentarios, pero Katniss por primera vez tiene problemas para acertar de lleno a sus presas. Es domingo, y los domingos, caza con Gale y normalmente es el mejor día de la semana, pero ahora no puede evitar pensar en la noche, incluso, se descubre suspirando, mirando el sol entre las nubes, pensando en el momento en que se oculten en el horizonte.

-Estás realmente rara- comenta Gale- ¿en qué piensas?

Katniss no se lo diría jamás, no le puede decir que ha encontrado un gran remedio a sus pensamientos intrusivos, a las visiones de espanto que le explotan en el cerebro cuando menos se lo espera, si se lo dijera, Gale no podría mirarla igual nunca más. Piensa en Peeta bajo su cuerpo y en su cuerpo, su dulce mirada sobre ella, su delicada forma de besarla, tocarla y excitarla. Recuerda presionar sus dedos en su piel, presa de la excitación. Recuerda notar que su cabeza no tenía ningún hueco para el pensamiento, que las preocupaciones eran liberadas, que sus músculos se tensaban alrededor de la parte más desconocida de él. Era extraordinario, el embriagador efecto de aquel acto la había proporcionado la noche más intensa de su vida, y tras el estallido de placer, tras emitir esos sonidos que no sabía que habitaran en su garganta, tras todo eso, habían dormido con mayor paz que nunca. Le necesitaba de nuevo, tenía que volver a esconderse y refugiarse bajo su fuerte cuerpo y tenía que volver a abrazarle de aquella manera, porque solo así podía olvidarse del horror.

-No pienso en nada en especial- miente, y le cruza la sien a una pequeña ardilla.

Durante un rato Gale y ella se separan, cada uno por sus propias presas, él gracias a sus trampas, ella gracias a su puntería, y al terminar la jornada regresan hacia la valla, para ir a vender las piezas en el Quemador. Tras colarse por la alambrada Gale hace algo que coge totalmente desprevenida a Katniss.

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