Capítulo 6: El nacimiento de una vida y la despedida de otra

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Había pasado una semana desde que Hinata se fue de la casa Uchiha. Justo una semana en la que él estaba de misión fuera de Konoha.

Acampaba justo en la frontera de Uzushiogakure no Sato*, en el País del Remolino. El Sandaime le había ordenado pasar a esa aldea para recoger información sobre el sello que tenía prisionero al Kyuubi dentro de Uzumaki Naruto, ya que, si en dado caso se descontrolaba, tener la formar de hacer una renovación al Sello de Cuatro Elementos*.

Salió de la casa de campaña, viendo a su compañera de equipo dormir, ya que era de noche. Se acercó a Hyuuga Tokuma, quien hacia la primera guardia. Éste se giró en su dirección, desactivando el Byakugan.

–¿Todo bien, Tokuma-san? –Sonrió.

–Sí, Shisui-taichou. –Asintió con seriedad.

–De acuerdo, puedes ir a descansar. –Sonrió avergonzado. Sentía raro que alguien mayor que él, aunque sea por un año, se dirigiera hacia su persona con tanto respeto. Vaya, que tener a un niño de 11 años dándote ordenes, debe ser extraño para la otra persona.

–Como diga, Shisui-taichou. –Se levantó de la rama de árbol donde estaba sentado, bajando de un sólo salto a su lado. Se hicieron un último asentimiento con la cabeza, yéndose el mayor a su casa de campaña.

Soltó un suspiro, saltando a donde estuvo hace unos minutos el castaño, sentándose y mirando la luna, atento a cualquier sonido de su alrededor.

A pesar de estar en una aldea que hace años estaba deshabitada, lo mejor era irse a lo extremo y no confiarse de los carroñeros que probablemente aun deambulasen por los alrededores.

Miró la luna, recordando los ojos de su compañero Hyuuga, y de paso, a los de cierta pequeña heredera, haciéndolo sonrojar.

Hinata se había quedado tres días y dos noches en total en la casa Uchiha.

Se sonrojo al recordar la última noche que se quedó, fue tan vergonzoso, aun maldice en silencio a su tía por eso. A ese baño ya no lo volvería a ver igual, y esperaba que, en algún punto de su vida, la experiencia se borrara de su mente.

Suspiró, pasando la mano por su caballo. Dejó que el viento fresco le golpeara el rostro y le quitara el sonrojo.

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Caminaban entre las ruinas. Ambos chicos de los clanes especializados en técnicas oculares tenían activados sus doujutsu, mirando alrededor. El Uchiha trataba de ver si aún existía algún rastro de chakra de los antiguos habitantes y Tokuma intentaba encontrar el templo donde tenían lo que necesitaban.

Inuzuka Mei, de 16 años, iba detrás de ellos, olfateando el aire junto a Hisa*, su perro ninja y compañero.

–"Un equipo en su mayoría de rastreadores". –Pensó el prodigio Uchiha, observando a todos de reojo. –"El Sandaime se organizó bastante bien para esto".

–¡Taichou! ¡Por aquí! –Gritó Tokuma cerca de una pequeña montaña de piedras. Se acercaron corriendo.

–¿Seguro?

–Sí, es el único lugar que me distorsiona la vista. –Asintió, mirando con el Sharingan como también le ocurría lo mismo.

–Tienes razón. Tenemos que mover todo esto. ¿Alcanzas a ver la puerta?

–Creo que es justo donde está la distorsión.

–De acuerdo. Vamos. –Comenzaron a quitar las piedras que estorbaban. Unos minutos después, tenían frente a ellos la puerta del templo del clan Uzumaki.

Tan delicada como una florWhere stories live. Discover now