Capítulo 3: Cumpleaños de Itachi

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Había pasado una semana desde que se encontró a la matriarca de los Hyuuga junto a su heredera, en donde habían ido a comprar algo de comer para esta última en la tienda de dulces de sus tíos, y ese mismo día aprendió la fecha del cumpleaños de la pequeña.

Y hablando de cumpleaños, ya próximamente sería el de su primo Itachi, al cual aún no podía encontrarle un regalo perfecto, pensando ya en muchas posibilidades sin ningún resultado.

Estaba en su casa, acostado en su cama mirando hacia el techo, pensando y pensando en más regalos que podría darle.

–"Tal vez una novia." –Pensó con gracia, para luego negar con la cabeza–. "No... aún es muy pequeño para eso. Y no creo que entienda el verdadero significado del amor." –De pronto, se le vino a la mente la visión de la dulce Hinata riendo. Sonrió con ternura ante la imagen–. "Je... es algo tierna esa niña, aunque... ¿por qué se me vino ella a la cabeza cuando pensé en lo de amor?" –Negó con la cabeza–. Tal vez porque ella despierta el cariño de las personas con solo verla. –Susurró en voz baja, levantándose y encogiéndose de hombros.

Caminó a la cocina, aún teniendo esos pensamientos rondándole en la cabeza. Abrió el refrigerador buscando que había de comer, deteniéndose al escuchar como tocaban la puerta del frente. Con un suspiro se encaminó a esta, abriendo y sorprendiéndose al encontrar a su tía Mikoto con una sonrisa amable.

–Hola Shisui-kun.

–Mikoto-obasan, ¿en qué puedo ayudarle? –Respondió a la sonrisa con otra de la misma forma.

–Pues... venía a pedirte un pequeño favor, nada grande. –Le dijo cambiando la sonrisa amable por una algo avergonzada.

–Eh, claro... ¿Qué es?

–Como sabes, ya falta poco para el cumpleaños de Itachi, y solo lo íbamos a festejar entre familia, pero da la casualidad que... Fugaku decidió hacerle una pequeña fiesta. Aunque más bien es una reunión de clanes que una fiesta para un niño de 8 años. –Susurró con algo de desagrado y molestia.

–Bueno, creo que es normal. Tachi es el heredero de los Uchiha, lo quiere presumir a todos.

–Aun así... bueno, a lo que venía, ¿podrías llevar las invitaciones a los clanes que faltan?

–¿Ahora soy repartidor? –Soltó una risita.

–Lo siento por eso, pero estoy algo ocupada arreglando las cosas para la "fiesta" y no puedo hacerlo.

–No se preocupe Mikoto-obasan, lo haré con gusto.

–¡Muchas gracias! –Le dio las invitaciones–. Cuando vuelvas, habrá comida en casa, así que, si quieres, puedes llegar a comer.

–Gracias. –Las tomó, saliendo del distrito Uchiha.

Caminó casi por toda la aldea entregando las invitaciones a los clanes que decía en estas; quedándole solo un clan más, el Hyuuga. Suspiró, adentrándose al distrito de los ojos blancos, viendo como algunos lo miraban con suficiencia.

Un hombre lo detuvo, diciéndole que lo siguiera. Extrañado obedeció, preguntándose el porqué de esa indicación. Lo llevó a una sala de té, pidiéndole que tomara asiento.

Se arrodilló frente a la mesa del centro, mirando los detalles del salón, aburriéndose un poco por lo plano del lugar. Se enderezó al escuchar los ligeros pasos sobre la madera dirigiéndose hacia donde se encontraba. La puerta corrediza se abrió, entrando el patriarca con porte elegante, manteniendo una expresión dura al mirarlo. Detrás de él, venia su esposa cargando a una adormilada Hinata. Sonrió levemente al mirar lo tierna que se veía, pero su sonrisa se borró ante la fría voz del hombre.

Tan delicada como una florWhere stories live. Discover now