Capítulo 7: Siempre te protegeré, pequeña

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El primer cumpleaños de Hinata sin su madre, el primer cumpleaños de la niña donde lloraba en su cama sin consuelo alguno, esta vez sin ser producto de los entrenamientos que tenía con su padre y éste terminaba regañándola por no poder hacerlo bien y su madre la abrazaba diciéndole palabras dulces; no, esta vez no era así.

Ya no tenía a su mamá junto a ella, ya no la abrazaría como siempre lo hacía, no le ayudaría a hacer los prensados de flores o los ungüentos que hacía para los miembros del clan que salían de misión. Nunca más podría estar junto a su amada madre, mirándola cargar a su pequeña hermana.

Los del Bouke tampoco se acercaban a su habitación, a pesar de saber por qué no salía, por órdenes del líder tenían estrictamente prohibido hablar con la niña e incomodarla, pensando que sería lo mejor para su hija.

Ni siquiera nadie se dio cuenta del momento en el que la niña salió de su cuarto y caminó al que le pertenecía a Hanabi, entrando y acercándose a la cuna donde dormía plácidamente la bebé. La miró entre los barrotes que la protegían de caer al suelo y lastimarse.

—Ho-hola Hanabi-chan —acarició su sonrojada mejilla, sonriendo con dulzura—. Es lindo verte tan tranquila y en paz —Se sorprendió al sentir como la pequeña tomaba su mano con la suya—. ¿Sabes quién soy? Yo... te cuidaré, seré la mejor hermana que puedas tener, te lo prometo— sonrió feliz, sintiendo el leve apretón que le dio en uno de sus dedos—. Te quiero —la bebé sonrió levemente, acomodándose mejor en su lugar.

Le dio un beso la frente, saliendo del cuarto y yendo al suyo sin llegar a ser vista por los demás habitantes de la casa. Al llegar a este, se puso ropa más abrigadora y salió lo más silenciosa que pudo de la mansión.

Caminó por las calles, sin saber muy bien a donde se dirigía, simplemente pensaba con tristeza el que su madre ya no estaría ahí para acogerla entre sus cálidos brazos.

Sin darse cuenta, llegó a una zona llena de árboles cercana a la academia, encontrándose con tres chicos bastante mayores que ella, pareciendo tener alrededor de 9 años.

Se quedó quieta al ver como se ponían delante suyo obstaculizando el paso.

—¡Oye tú! ¿Quién eres y qué haces aquí? —habló el que parecía ser el jefe, mirándola con molestia y burla.

—¡Tus ojos son horribles! —exclamó el que estaba a su lado derecho de la misma forma que el otro.

—Apuesto a que eres un monstruo, ¿no? —se burló el ultimo, más rellenito que los demás.

Hinata comenzó a hacer un puchero, notándose que quería llorar, encogiéndose levemente en su lugar.

—Sí, de hecho, eres un monstruo Byakugan —volvió a hablar el primero, haciendo un gesto hacia los ojos de la menor, quien parecía desmoronarse poco a poco; temblándole los labios y llenándosele los ojos de lágrimas.

Comenzaron a reírse en el momento que se tapó el rostro y se dejó caer al suelo de rodillas, soltando sollozos al sentir como su pecho le dolía por las crueles palabras de los niños.

Unos pasos se escucharon haciendo crujir la nieve. A pesar de que se oían despacio, por la forma en la que se enterraban en la blancura que cubría el suelo, se sentían bastante pesados, como si la persona estuviese molesta.

–Oigan —se escuchó una voz muy conocida para la niña, pero se encogió mas, queriendo que la tierra la tragase y no la viera de esa forma.

Dejaron de reír, mirando extrañados al chico frente a ellos—. ¿Qué quieres? —preguntó el líder con altanería, pero comenzaron a retroceder al ver la mirada que les daba, asustándose poco a poco.

Tan delicada como una florWhere stories live. Discover now