Epílogo

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Los años pasaron, Chan ya no era el cachorro jovial al que veían jugando con sus dinosaurios de juguete. Luego de la muerte de la luna de la manda, él no volvió a ser él mismo, ni Seungcheol ni Jeonghan lo fueron. Los últimos dos se refugiaron en ellos mismos, tratando de sopesar la muerte de su amor, amándose con locura. Pero Chan, él comenzó a entrenar, comenzó a buscar asesoría entre los ejecutores, volviéndose muy fuerte, al punto de considerarlo el futuro de la manada. Y no estaba solo, los cachorros que seguían a la luna Joshua parecían seguir a él luego del fallecimiento y se mantenían fieles a su lado cuando todos fueron capaces de transformarse.

Se pronosticaban tiempos mejores para todos, la tristeza y apatía iba perdiéndose poco a poco y el recuerdo de Hong Joshua era cada vez más tierno que frío y desgarrador. Eso, hasta que se recibió la llamada urgente de la manada de Namjoon, el alfa y su luna habían sido asesinados junto con muchos soldados y personas inocentes. Nadie sabía quién lo hizo, ni cómo fue que pudieron degollar en su estado lobo a Nam, pero la ciudad comenzó a arder en el infierno.

Seungcheol y Jeonghan estaban asustados, Jihoon insistía en que no debían estarlo, eran mucho más fuertes que la otra manada y aunque esa era más grande, sus habilidades no podían compararse.

No debieron confiarse tanto, no debieron creer en las palabras de Jihoon cuyo trabajo como consejero del alfa dejaba mucho qué desear, si Joshua hubiera estado en su lugar seguramente habría propuesto algo más inteligente.

Una noche, mientras todos los ejecutores patrullaban un enorme incendio comenzó en medio de la plaza central, pequeñas explosiones al azar derrumbaron casas y edificios enterrando personas que dormían plácidamente.

Seungcheol, y Jeonghan fueron despertados por la señal de alarma, desde la mansión podían observar las estelas de fuego ardiendo.

-Oh Dios, Chan, Seungcheol- llamó con urgencia el omega, recordando a su hijo- fue a quedarse con unos amigos a dormir.

Con rapidez se dirigieron al lugar en forma de lobo, cuando llegaron los cadáveres de varios de los ejecutores, entre ellos Hoshi y Mingyu eran arrojados por hombres enmascarados a la pila de madera quemándose. Al otro lado, el cuerpo de Wonwoo y sus hijos se desangraban, junto con los de Vernon y Seungkwan. ¿Quién podía ser tan cruel? ¿Por qué harían eso?

Seungcheol estaba a punto de atacar cuando uno de los hombres quitó la máscara de su rostro. La pareja no lo podía creer, Chan, era su hijo Chan.

-¿Qué crees que haces?- gritó Seungcheol enfurecido.

-Algo que me tomó tanto tiempo concretar- respondió fríamente su hijo, con una señal un grupo de lobos salió de diversas direcciones separando al omega del alfa- es hora de que sepas lo que significa sufrir "padre"- dijo lo último irónicamente. Seungcheol se transformó para atacarlo, pero los lobos impidieron que se acercara, al contrario, permitieron que Chan se acercara a Jeonghan. Él podía ser el alfa de la manada, ser el más fuerte del lugar, pero en una lucha tan injusta, no podía hacer mucho. El omega trataba de defenderse, gruñía a los lobos que lo rodeaban, pero también era superado en número y en tamaño.

-¿Sabes? Haré de tu vida un infierno, pagarás todo lo que has hecho- Jeonghan no se dio cuenta que su hijo apareció detrás de él y con una fuerza descomunal le tomó del cuello. No podía respirar, chillaba tratando de llamar a su alfa, pero Cheol no podía acercarse lo suficiente a ellos. Entonces, Chan enterró en su cuello una navaja cortando el pelaje y la piel; la sangre salió a borbotones. Seungcheol aulló de dolor, ya no sólo perdió a Joshua, sino que Jeonghan había abandonado este mundo. Entró en un frenesí atacando con rabia sin pensar, gastando energías en vez de lograr siquiera derrotar a uno de los seguidores de Chan, que pudo por fin reconocer como los chicos que siempre seguían a su hijo.

-No te preocupes, no te mataré, te torturaré cada día, una y otra vez, esperando a que sanes para volver a hacerlo, hasta que me pidas clemencia y ruegues que acabe con tu vida y ni así te daré el gusto- lo último que pudo sentir Seungcheol fue cómo perdía la conciencia por las heridas causadas y se hundía en la oscuridad de su mente y la pérdida.

Cuando el amanecer llegó, ya no quedaba nadie vivo, uno a uno fue muriendo, ya sea asesinados por Chan o por las explosiones y derrumbes de las estructuras. Tan sólo quedaron restos de fuego y cenizas. Chan, con el resto de los chicos caminaron parsimoniosamente hasta el cementerio, entre sus manos llenas de sangre y suciedad llevaban flores. Frente a ellos una gran tumba de mármol que lucía tan perfecta, tan cuidada amorosamente. "Aquí yace la familia Hong, por fin están juntos".

-Lo hice papá- mientras los demás acomodaban las flores, el alfa se dio el lujo de mostrarse débil y llorar- cumplí lo que te prometí y te juro que él sentirá mil veces más lo que sufriste por su culpa- giró su rostro para ver el cuerpo inconsciente de Seungcheol tirado tras de ellos- la muerte no es suficiente para él.

Chan recordaba todo como si fuera ayer, su padre roto por culpa de quiénes decían amarlo, de quiénes confiaban. Recordaba cada lágrima que derramó y lo único que quería era ser feliz, ese día cuando regresó del hospital sabía que sería la última vez que lo vería.

El pequeño niño de seis años acercó su oído para escuchar a su padre, cuya voz apenas si se notaba.

-Jamás olvides hijo, jamás los perdones.

Entrenó y trabajó para poder cumplir con ello, para poder eliminar no sólo a la manada Choi, sino también a la manada Kim que traicionó la confianza de Joshua. Los cachorros de la manada, luego de la muerte de la luna Hong se refugiaron en Chan, quién les dijo que la culpa era de Jeonghan y Seungcheol, el poco tiempo que Joshua convivió con ellos fue suficiente para que lo adoraran.

Listos los arreglos era hora de marcharse, tenía que llevar al ex alfa al lugar donde permanecería encerrado lo que le quedaba de vida; esa sería la última vez que visitaría la tumba de su adorado padre. 

Rompiendo la voluntad del betaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora