—Viernes, ¿qué hora es?
Su IA tardó en responder. —Tres de la mañana, señor.
Tony suspiró, cerró los ojos por largos segundos y finalmente los abrió. Se sentía cansado y agobiado por una horrible sensación de vacío que era incapaz de levantarse, de abandonar su taller y subir a su habitación. Aquello le enfurecía y decepcionaba. Se suponía que la costumbre de pasar tantos años solo en su taller pesaría más que los años en compañía con él, con Steve. Pero, no se sentía así. En lo absoluto. Aun cuando no lo reconociera, el castaño necesitaba verlo en ese sillón sosteniendo una nueva taza de café y mostrándole una enorme sonrisa para sentir que podía ir a descansar tranquilo porque una persona con alma velaría sus sueños. Mas, Steve ya no estaba. Desde hace seis meses que él ya no lo acompañaba en su taller, que ya no animaba sus madrugadas con tontas historias de guerra, que ya no preparaba su café a pesar de sus sermones sobre lo dañino que podía ser, que ya no llenaba sus cuadernos con sus dibujos, que ya no le gritaba lo orgulloso que estaba de ser su esposo.
Él ya no estaba y era su culpa, su maldita culpa.
Debía aprender a aceptarla.
Tomando una gran bocanada de aire, Tony se esforzó por mantenerse imperturbable y en seguir con su actuación de que todo iba de maravilla. Tan solo le costó unos segundos para fingir una sonrisa frente a las cámaras de su IA, mientras tiraba su cuaderno de cálculos sobre la mesa. No quería que su IA sospechara y enviara alarmas a Pepper o Rhodey. Porque no los quería cerca. No cuando era consciente de que jamás podría sostener su actuación frente a ellos. Menos, soportar la posibilidad de lo que para ellos fácilmente podría acabar con esta agonía: el divorcio. Por lo que, tarareando una canción, Tony trataba de mostrarse relajado y hasta feliz. Pero, al acercarse a la otra mesa de su taller en donde permanecía la caja de pizza aún con trozos de pizzas llenos de grasa, su esfuerzo desapareció por unas terribles náuseas que lo arrastraron hasta el baño. Fue ahí que Stark vomitó las cinco rebanadas de pizza que comió acompañada de su café. En cada arcada, el castaño maldecía en voz alta y apretaba la taza del baño con fuerza. Era demasiado para él. Así que, tras acabar de expulsar toda su cena, Tony recostó su cabeza en la pared y espero que toda náusea lo abandonara. Mientras lo hacía, recordaba que ya hace cuatro semanas era incapaz de comer sin acabar en el baño vomitando.
Tratando de saber qué le estaba provocando los vómitos, a Tony se le cruzó la absurda idea de que un embarazo podría ser el responsable de esta tortura. Lo que le causó una ligera risa porque era imposible. Para empezar, tenía un útero hostil y no fue hace más de un año que dejó el tratamiento de fertilidad. Él lo hizo, abandonó toda esperanza de concebir y de ser padre. Además, él ya no se acostaba con Steve. No lo hacía desde su estúpido error, salvo esa noche en la que la emoción por la fiesta de bienvenida de Thor les ganó y les hizo volver a sentirse uno, dichosos y ansiosos por amarse sin remordimiento. Sí, fue esa noche en la que Tony volvió a sentirse amado, dichoso y también arrepentido. Arrepentido por haber jodido su matrimonio, por haberse dejado llevar por ese sentimiento de culpa de no darle esa familia que Steve merecía y por haberle perdido. ¡No! No se iba hacer esto. No esta madrugada. Necesitaba calmarse, dejarlo. En el intento de no recordar esa noche en la que pudo sentir el amor y el dolor de Steve, Tony se levantó del suelo abruptamente, bebió un poco de agua del lavadero y luego la escupió para salir del baño. Desde el umbral del baño, divisó el desorden de su taller y a Babas señalarle el cajón de su escritorio.
Tony suspiró y negó, mientras avanzaba hasta Babas. —Si pretendes asustarme, juro que te donaré a la universi... —Se calló al ver la prueba de embarazo en el cajón que Babas señalaba.
Pasó tanto tiempo que olvidó haber dejado esa prueba de embarazo en el cajón. Esa prueba que compró antes de abandonar el tratamiento de fertilidad, antes de tener ese sangrado y acabar en la clínica por un aborto espontáneo. No, un aborto que él se causó por ir a esa misión, por dejarse llevar por el coraje de haber fracasado supuestamente, por ser inútil que Howard le recordó durante toda su niñez. Y no importaba todo lo que Rogers o el resto de Vengadores le dijeron para aliviar su dolor, todavía la culpa le seguía, le atormentaba cual fantasma. Porque de no haber ido a esa misión, de haber perdido esa oportunidad, tal vez él jamás habría accedido a esa invitación de Doom. Ya era demasiado tarde para los hubiera y para estas pruebas. Él no estaba esperando, solo estaba enfermo. Decidido a ese diagnóstico, Tony tomó la prueba del embarazo y avanzó hasta el tacho de basura.
Pero, antes de que la arrojara, su IA le interrumpió. —Señor, aproximadamente hace cuatro semanas fue la bienvenida de Thor. Tal vez, no quiera descartar esta posibilidad.
—Viernes, no me hagas esto, por favor.
—No tiene nada que perder, señor. ¡Solo hágalo!
Tony no protestó más y se hizo la prueba.
Los minutos de espera le causaron un sinfín de emociones que no se compararon al ver el resultado.
—No puede ser... —Fue lo último que susurró antes de soltar la prueba.
La prueba que salió positiva.
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[•] Es una historia con happy ending. Pero, le va acostar a nuestro par a causa de su talón de Aquiles: la falta de comunicación. 🤧💕
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¿SEGUNDAS OPORTUNIDADES?
Fanfiction[•] Pareja: Stony. [•] Advertencia: Mención de Mpreg (embarazo masculino). [•] Recordatorio: Los personajes no me pertenecen, sino a Marvel. Sinopsis: El matrimonio Rogers Stark pende de un hilo y la llegada de Peter sorprende a Steve y Tony quie...