Capítulo 7

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Tony cerró la puerta de su habitación.

Bajó con lentitud las escaleras, avanzó hasta la cocina y sonrió. Sonrió al ver a Steve cocinar y bailar al mismo tiempo, tras sentir que el tiempo regresaba a esos días en los que no les importaba concebir un bebé, en los que no sufrían por el recuerdo de un aborto espontáneo, en los que no fueron víctimas de un silencio. Tony pudo volver a sonreír, sintiendo cómo regresaba a esos días en los que solo les bastaba tenerse al otro para ser feliz. Esto resultaba tan reconfortante que Tony quería detener el tiempo, quería que su presente no se asomara y le dejara disfrutar de este momento. Porque todo el daño que asumía como su responsabilidad le abandonaba para que el orgullo lo reemplazara. Sí, el orgullo de saber que él también podía ser la causa de esa felicidad de Steve, ser la razón de que Steve volviera a cocinar tan emocionado y que incluso bailara. Horrible, pero que le hiciera. Él podía hacer feliz al hombre que amaba, él podía amarlo. Así que, sintiendo cómo la emoción pretendía superarlo, Tony soltó un profundo suspiro y caminó con cuidado hasta Steve.

A Steve le costó un par de segundos percatarse de la presencia de Tony quien ya se encontraba sentado en una de las sillas de la cocina, muy atento al baile de Steve. Baile que, por cierto, Steve se detuvo al instante. Ambos se miraron fijamente y luego, Tony rio al ver las mejillas sonrojadas de Steve. —Cinco años de matrimonio y todavía sigues bailando horrible.

Steve rio y bajó la cabeza, avergonzado. —En mi defensa, diré que dejamos de bailar hace mucho.

—Dejamos de hacer tantas cosas. —Tony susurró con tristeza, recordando sus primeros años de matrimonio. Años en los que hacían lo imposible para practicar hasta la actividad más absurda como volar cometas juntos. Porque así lo querían, pero, conforme las peleas aumentaron, ellos fueron olvidando esos deseos, permitiendo que esa emoción se alejara más y más de ellos. — ¿Podremos recuperarnos, recuperar nuestro hogar y salvar nuestro matrimonio?  

Steve caminó hasta Tony y le tomó la mano. —Solo intentando lo sabremos.

Tony suspiró, desvió la mirada hacia la cocina ya apagada por su IA y permaneció largos segundos en silencio.

Necesitaba retomar esa valentía que tuvo para aceptar que necesitaban ayuda, que solos no podían salvar este matrimonio, que el daño que mutuamente se hicieron por sus culpas e inseguridades debían ser sanados con ayuda, que debían ir a terapia y que no había modo de sanar que más que tomar ese camino. Necesitaba retomar esa valentía por él, por Steve y por la manchita que crecía en su vientre. Tony lo necesitaba porque era vital, porque esta vivencia pacifica solo era una pausa, una tregua que ambos se dieron después de esa discusión. Él necesitaba retomar esa valentía para romper esta tregua, esta burbuja y enfrentar al monstruo que les esperaba en ese consultorio de la doctora Penélope. Porque así podría amar a Steve sin miedo, sin culpas. También, ser amado de la misma manera.

Y por supuesto a su manchita con vida.

Tony necesitaba esa valentía, así que sorpresivamente abrazó a Steve. —Tengo miedo de ir a esa terapia y perderte, Steve.

—Yo también tengo miedo de perderte, Tony. —Steve cerró los ojos y abrazó con fuerza a Tony, tratando de aferrarse a él, al bebé que esperaban y a esa pequeña esperanza que aún los unía. —Pero, debemos intentarlo. Por nosotros y por el bebé.

—Por el feto, dilo bien. —Tony murmuró en el intento de sonar divertido. Lo cual resultó, ya sea por el miedo o los nervios, Steve terminó por reír. —Recuerda que te amo, por favor.

—Y tú recuerda que te amo más, mucho más.

Tony tomó aire y asintió. — ¡Bien! ¿Estamos listos?

—Lo estamos.

Agarrados de la mano, Steve y Tony salieron de su casa.
Rumbo al consultorio de la doctora Penélope.

Durante todo el camino, ambos permanecieron en silencio. Silencio que los dos agradecían porque eran capaces de controlar sus miedos, esa desesperación de no saber cómo resultará la primera sesión de terapia, de no saber si la doctora Penélope podrá entenderles, podrá darles una oportunidad de salvarse, de salvar su matrimonio y ese amor que les hacía luchar. Ambos estaban aterrados, muy aterrados. Pues, este era su último recurso, su última salvación. Así que, una vez llegando al consultorio de la doctora Penélope, ninguno de los dos era capaz de romper el silencio, de tomar la palabra y empezar a hablar, a narrar sus errores. Tanto Tony como Steve miraban a la doctora sin decir nada, esperando que ella diera inicio a la terapia.

Pero, ella no hacía más que verlos una y otra vez hasta que soltó un profundo suspiro para darles una sonrisa. —En mi experiencia, las parejas vienen a terapia por una de dos razones: que una persona quiera dejar la relación y necesita ayuda para decírselo a la otra. O, ambas quieren pelear para que funcione, quieren salvar su matrimonio. Así que, los escucho, señores Rogers Stark. ¿Qué quieren?

—Pelear. —Tony y Steve hablaron al mismo tiempo.

La doctora Penélope asintió. —Entonces, empecemos. ¿Le parece ser el primero, señor Stark?

Tony miró a Steve y le apretó la mano.
Mientras que, Steve la besó y le sonrió.

Era el momento, la batalla de sus vidas estaba por empezar.

—Claro, doctora. ¡Empecemos!

[•] Espero les guste el final

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[•] Espero les guste el final. Es un final donde muestro que ambos van a luchar, a su terapia. Y tranquilos que, desde la perspectiva de Steve, tendremos el epílogo y los resultados de la terapia. ❤️
[•] Cr. de la edición de Steve y Tony a https://www.instagram.com/p/CIYfAN2FLHH/?igshid=vpnnzj18jhvd

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