Steve dejó las vitaminas en la mesa.
E, inmediatamente, Tony levantó su vista de la tableta, frunció el ceño y divisó cómo Rogers se alejaba. El rubio no fue capaz de dirigirle la palabra. Menos, de verlo. Rogers simplemente tiró las vitaminas para el embarazo y se marchó. Ni siquiera se preocupó de preguntarle si recordaba las indicaciones de la doctora Willians. Aquello terminó por molestar a Stark. No solo porque detestaba ser ignorado por Rogers, sino porque también ese mismo compartimiento le hacía dudar. Sí, dudar de este embarazo. Por causa del ataque de la Sociedad Serpiente, Steve jamás le respondió si quería ser parte de esto, si quería ser padre y tener un hijo con él. No le dio una maldita respuesta. Tampoco, señales de que le interesara o estuviera dispuesto. En lo absoluto. Steve actuaba como un maldito soldado que solo cumplía las órdenes de la doctora Willians y no como el futuro padre emocionado que se suponía que debía ser. Y Stark ya no sabía si era por el enojo de haber quebrantado su promesa o porque le estaba obligando a ser padre. No lo sabía y eso le desesperaba más por continuar bajo esta despreciable incertidumbre. Incertidumbre que Steve alimentaba al actuar como si él no existiera, al no hablarle, al ignorar sus recomendaciones como un vengador más y hasta al usar a Romanoff como mensajera.
Ya no podía más.
Tony estaba cansado.Stark entendía que Rogers tenía el derecho de odiarlo, de evidenciarle su enojo mediante la diferencia y el desprecio. Él lo entendía y lo aceptaba porque era consciente de que se lo merecía. Sí, sentía que lo merecía porque él arruinó la vida de Steve. Tony sabía perfectamente que jodió la vida de Steve desde que permitió que la amistad entre ambos se convirtiera en este amor caótico, desde que lo alejó de Sharon con su patética declaración, desde que le hizo renunciar a sus creencias e ilusiones que fácilmente pudieron volverlo en un hombre feliz y con una hermosa familia. Tony se tomaba como el culpable de que Steve renunciara a gran parte de su identidad, de que existiera gente que lo odiaba por haberse casado con él, con un fenómeno. Un fenómeno fallado que no podía embarazarse. Pero, no fue capaz de reconocer esas culpas hasta que tuvo ese aborto espontáneo. Desde ahí, él empezó a odiarse por todo lo que sentía que le quitó a Steve, a la persona que lo amaba. Sin embargo, eso no le bastó: Tuvo que lastimarlo con esa borrachera en la embajada de Latveria. Por lo que, Tony se esforzó por ser un buen esposo, un buen compañero de trabajo y un buen amigo durante estos seis meses. Se esforzó porque ya era consciente de sus errores, de sus culpas y de lo poco que había sido su amor para Steve. Así que, se empeñó en merecerlo, en respetar su enojo y en comprender su desprecio. Porque Steve tenía derecho. Pues Steve se entregó por completo, mientras que él solo se empeñó en destrozar todo lo que le confió, en destrozar a Steve.
Pero, lo que sucedía ahora mismo era distinto.
Tony podía aceptar la culpa de haber arruinado su matrimonio y relación con Steve, pero no que Steve se viera obligado a ser padre o a tener un hijo con él. No cuando le preguntó sobre lo que deseaba para este embarazo. Así que, Steve no podía enojarse con él por este embarazo. No tenía derecho. Tampoco, por romper su promesa al rescatarlo porque le salvó la maldita vida. Y aun cuando, Rogers lo odiara por no ser capaz de cumplir su palabra, Tony jamás cargaría con la culpa y responsabilidad de ese enojo porque le salvó la vida. Sí, le salvó la vida y aquello jamás le provocaría remordimiento o culpa. Es más, lo volvería hacer.
Así que, decidido a enfrentar a Steve, Tony caminó hasta la biblioteca y ordenó a Viernes que nadie los molestara. Ni siquiera el mismo Fury. Para cuando recibió la confirmación de su IA, Tony ya había llegado y se encontró con Steve bebiendo. —No debimos ir juntos a esa misión.
— ¿Lo crees? —Steve preguntó con sarcasmo, un sarcasmo que fastidió a Stark.
—No porque me encuentre gestando, sino porque ya no somos un equipo. En ningún lado, Steve. Y si pretendemos seguir con este embarazo, debemos descubrir si podemos volver a serlo, si todavía podemos estar juntos. Porque el tiempo se nos agota y no pienso traer un bebé a este mundo a pasar la misma mierda que viví. Así que, es momento de que seas sincero y digas lo que sientes.
Steve se levantó, miró fijamente a Tony y negó. — ¡No lo haré, Tony! Porque sé que voy a decir cosas que...
— ¿Qué me pueden herir? ¡Solo dilo, Steve! —Tony gritó cansado. No quería seguir bajo el maldito silencio, bajo la maldita incertidumbre de no saber lo que Steve sentía, lo que quería. Ya no. Porque lo enloquecía y el tiempo se le agotaba. — ¡Dilo sin miedos! No voy a juzgarte por querer interrumpir este embarazo.
— ¿Qué quiero interrumpir el embarazo? ¿Qué te hace creer tremenda estupidez?
— ¡No lo sé! Tal vez, el hecho de que jamás me respondiste la maldita pregunta sobre si quieres este embarazo. O, tu maldito comportamiento.
—Mi comportamiento respecto a este embarazo es intachable, Tony. No te voy a permitir que lo niegues. No cuando te llevo tus vitaminas a la hora indicada, cocino la dieta recomendada por la doctora, estoy pendiente de cualquier malestar que te incomode y no busco perturbarte con este tipo de discusiones absurdas. —Steve contestó, tratando de no exaltarse. —Yo estoy cumpliendo con mi rol.
— ¡Eso, Steve! Estás cumpliendo con tu rol, pero como el soldado que eres. Lo cual no te voy a permitir más. Porque, antes de atender el deber que implica este embarazo, se encuentra la voluntad de querer formar parte. Una voluntad que, por cierto, le corresponde únicamente al futuro padre, no al maldito Capitán América.
—Tú nunca lo has superado, ¿verdad? —Steve volvió a negar, evidenciando su decepción en su tono de voz. Mientras que, Tony respondía con su silencio a la pregunta de Steve sin entenderla. —Tú nunca has dejado de verme como el Capitán América. ¡Es increíble! Cinco años de matrimonio y aún sigues creyendo que te casaste con el Capitán América.
— ¿Y no es así? ¿No me casé con el Capitán América?
Steve gritó. — ¡No, Stark! ¡Te casaste conmigo, con Steve Rogers! No con el héroe que porta ese escudo y que todo el mundo idealiza.
—Entonces el Capitán América te está usurpando. —Tony habló sintiendo cómo un nudo en la garganta se formaba. —Porque el hombre que me tira esas vitaminas, que cocina en silencio, que me ve por cámaras y que busca saber sobre mis malestares mediante Romanoff, no es mi esposo.
—Si no soy tu esposo, entonces qué hago aquí. ¿O por qué discutes conmigo sobre tu embarazo?
— ¡Porque te necesito!
La voz de Tony amenazaba con quebrarse. —Yo no podré solo. He tenido un mal padre y no quiero cometer sus mismos errores. Así que, libera de una vez a mi maldito esposo de esa prisión de soldado en la que lo tienes encerrado. Y respóndeme: ¿En verdad quieres continuar con este embarazo?
Steve asintió y luego, soltó un profundo suspiro. — ¡Sí, Tony! Claro que quiero tener un bebé.
—Pero, no conmigo. ¿Verdad?
[•] Desde mi percepción de escritora, lo que quise resaltar aquí es lo siguiente: Explayar lo que aturdió completamente a Tony después de su aborto espontáneo. También, su cansancio, sus propios límites y su mayor como reciente inseguridad (que Steve no quiera ser padre). 👀
[•] La parte de Steve será igual de explícita, dará entender su comportamiento, sus miedos y su dolor. So, no se parcialicen tan pronto. 🤧❤️
[•] Pd: La discusión no ha acabado. En el otro capítulo, seguirá. ❤️
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¿SEGUNDAS OPORTUNIDADES?
Fanfiction[•] Pareja: Stony. [•] Advertencia: Mención de Mpreg (embarazo masculino). [•] Recordatorio: Los personajes no me pertenecen, sino a Marvel. Sinopsis: El matrimonio Rogers Stark pende de un hilo y la llegada de Peter sorprende a Steve y Tony quie...