Voces

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Sebastián, con miedo y sin ningún tipo de arma, corrió, corrió hacia donde esa cosa no pudiera verlo, pero la criatura ya no estaba, en su lugar, un montón de insectos revoloteaban alrededor.

- ¡Eh!

Una voz conocida.

- Por aquí, ¡sígueme!

Pero resonaba por todas partes.

- Venga, no es tan difícil... ¡Ven aquí!

El detective no lograba seguir la voz, el zumbido de los insectos, la oscuridad y la aparente omnisciencia de la voz se lo impedían.

-¡Ven aquí, maldito cabrón!

Entonces se dio cuenta, procedía de las escaleras que conducían al piso de abajo.

- Pero Kidman dijo...

- Olvídalo, es una mentirosa, ¿acaso no confías en tu amigo Chuck?

Los insectos que revoloteaban a su alrededor comenzaban a posársele encima. El ex-detective corrió escaleras abajo, donde estaba más oscuro aún.

- Vamos, ven por aquí...

Sebastián seguía la voz, ahora sonaba más cerca. Al bajar alcanzó a ver un largo pasillo, varias puertas a cada lado, cerradas, dejaban entre ver un debilísimo halo de luz.

- Ya casi estas aquí... sólo sigue caminando. Había más pasillos a los lados, a izquierda y derecha, por donde la oscuridad se intensificaba, pero Sebastián seguía hacia delante.

- Solo un poco más.

Ahí estaba Chuck, frente a una gran puerta doble, que parecía ser la puerta de entrada al edificio. Cuando el ex-detective se acercaba al hombre sonriente le preguntó:

- ¿Dónde te habías metido, Chuck?

- Oh, ya sabes, por aquí, por allá, dando una vuelta. Acércate, vamos.

- Es raro que insistas tanto.

- No lo es. Tengo hambre... Casi podría comerte. Sigue caminando.

- Esa última broma no ha tenido gracia. Ninguna la tiene.

- ¿Broma?

Sebastián ya estaba a sólo unos pasos del hombre. Este se le abalanzó repentinamente, los dos cayeron al suelo, Chuck lo miraba con ojos desorbitados. su boca se comenzó a abrir, más de lo que una boca humana podría abrirse, y su cara se partió por la mitad.

- Lo he pensado mejor, si que voy a comerte, estate quieto.

Chuck comenzó a abrir esa asquerosa boca hacia Sebastián, ahora sus ojos colgaban a los lados de su cabeza y los dientes crecieron en dimensiones imposibles. Una enorme lengua larga salía de lo que era la garganta del monstruo, lamiendo la cara del detective.

Sebastián forcejeaba, pero eso era más fuerte que él. Su horrenda boca ya estaba a centímetros de la cara de Sebastián, pero detrás de el sonó la voz de Kidman.

- ¡Te dije que no bajaras!

Ella disparó hacia donde la cosa se encontraba, pero ya no había nada allí.

- ¿Qué cojones era eso?

Kidman estaba cargando la pistola que sostenía en sus manos.

- ¿Por qué no me hiciste caso? Te avisé de que no debías bajar.

- Lo sé, lo siento, debí hacerte caso, pero...

Ella se acercó a él, dando pasos lentos pero largos, mirándolo a los ojos.

Psycho Break: Nightmare (Pesadilla)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora