Espadas de plata

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Solo quería volver a su casa después de un ardor día de trabajo en el campo, llegar a su hogar y poder besar a su esposa le vendría bien a este campesino.

Pensó que la vida de ser un retirado soldado le sería fácil, pero no fue así. Trabajar todos los días sembrando y cosechando, no era lo suyo sin embargo tenía que hacerlo para poder alimentar a su familia.

Abandonar el ejército, cambiar su espada por una escardilla, picos y palas le dolió más que cualquier otra cosa en su vida, aunque los harapos que usaba eran más cómodos que la armadura pesada que cargaba en aquellos tiempos.

Ser feliz no era la prioridad para él, colocar un pan en la mesa de su casa era su prioridad. Estaba anocheciendo, volvía a su aldea y ya podía visualizar a las personas y a los niños jugando alrededor. Entró a su casa, sabía que vendrían tiempos difíciles porque se acercaba el invierno y debían estar preparados.

Vió a su esposa cocinar un caldo, abrazó a sus hijos y tuvieron una típica cena como cualquier otra noche en familia. Todos ya estaban dormidos mientras que él seguía despierto, veía que la noche estaba muy clara y era porque había luna llena aquella noche. Mientras veía la luna le llegaban esos recuerdos del ejército, él con sus hombres batallando bestias y criaturas. Ser un soldado aventurero llenaba el vacío en su corazón, sin embargo esos tiempos pasaron y tuvo que conformarse con tener a una esposa, un hijo de diecisiete años y uno de once para vivir en esta pequeña aldea de ciento diez habitantes. Antes de irse a acostar le echó una ojeada a su armadura llena de polvo, a su espada reluciente con la que mató a más criaturas que jamás habría imaginado, la nostalgia le llegó a los ojos. Fue a dormir junto con su esposa pensando en que haría mañana, llevar a su hijo mayor y que lo ayude a sembrar o cavar un pozo para encontrar agua más cerca.

Cayó en un sueño profundo. Hace mucho tiempo que no tenía estos tipos de sueños o tal vez era una pesadilla y por eso creyó que los gritos de las mujeres y de niños y el olor a madera quemándose era parte de un sueño o estaba recordando cosas mientras dormía. Supo de dónde provenían esos gritos cuando logró despertarse al mismo tiempo que su esposa lo hacía. Se miraron el uno al otro y no sabían que estaba pasando, el humo era espeso y negro, no venía de su casa. El humo provenía de tres casas al oeste.

Despertaron a sus hijos y salieron de la casa para investigar qué estaba pasando. El paisaje que vieron en ese preciso momento no era nada agradable, cuatro casas se incendiaron y al frente de ellas habían cadáveres humanos, desgarrados y mordidos como si algo se los hubiera devorado. El caos reinaba en todo el ambiente, querían ayudar a alguien pero no sabían a quién, habían tantas personas muriendo que no se decidían a quién ayudar. Rápidamente fue a rescatar a un vecino, estaba tendido en el suelo respiraba pero en su estómago tenía una mordida gigante y eso le dió una idea de quién o qué cosa estaba haciendo esto. No tuvo que pensar mucho, se giró un poco y pudo visualizar a un joven como de unos diecinueve años que estaba siendo comido por estas criaturas que su ejército los llamaba hombres lobos.

Todo lo que había aprendido en el ejército le volvió a la mente como si estuviera en sus días de gloria. Estos hombres lobos son tan fuertes como aparentan, con una garra pueden desprender la cabeza del cuerpo de un humano promedio. La fuerza de la mordedura es enorme, pueden triturar la madera y hasta el metal si se lo proponen. Estas criaturas son temibles pero no son imposibles de derrotar, sabía muy bien que debía buscar su espada con punta de plata para apuñalar a cada uno en el corazón y acabar con estas criaturas de la noche. Mientras llevaba a su esposa e hijos a un lugar seguro se preguntaba el por qué estos hombres lobos estaban en manada, normalmente los que portan esta maldición se transforman en luna llena pero no controlan lo que pueden hacer cuando están transformandos en un terrorífico lobo hambriento y es muy raro que estén juntos tantos hombres lobos. Es como si estuvieran planeando atacar la aldea, estratégicamente han incendiado las casas y arruinado las cosechas. Solo quieren matar a todos, no tienen un propósito o algo parecido, comer y asesinar todo lo que se mueva.

Su hijo mayor le dice que quiere ayudar a liquidar a estos lobos gigantes y su padre acepta a pesar de saber que será muy peligroso, desde que eran muy pequeños han practicado con espadas hechas de madera y demostraron ser tan buenos como su padre. Sin embargo, el entrenamiento y la vida real son muy diferentes.

Cuando salen con sus espadas con punta de plata en la mano encuentran a dos lobos tan gigantes que retroceden un poco, la mirada de intimidación que tienen estas criaturas es indescriptible. Uno de los lobos estaba desgarrando a un anciano conocido de ellos, le sacaba las tripas y comía a placer, el otro lobo puso su atención en ellos dos, el padre se adelantó y el lobo corrió hacia él. El joven adolescente se paralizó al ver esta escena, su padre hizo un giro y le clavó su espada por un costado del cuerpo del lobo matando a este en el acto, después de todo era un veterano matando a este tipo de criaturas en el pasado.

La otra criatura terminó su cena y empezó a hacer un aullido, sabía bien lo que significaba eso. Iban a llegar más de estos enormes peludos pero nada agradables lobos. Rápidamente el aniquilador de lobos corre hacia este cortándole la garganta con su espada, parecía muy fácil desde los ojos del chico. Su padre era un espadachín nato, su espada ya era parte de su cuerpo cuando hacía todos esos movimientos.

Llegaron tres hombres lobos más al sitio, el niño se decidió por ir a apoyar a su padre y colocarse a su lado, su padre era muy bueno pero no era un hombre inmortal capaz de aniquilar a tres al mismo tiempo. De la nada apareció un campesino por uno de los costados clavando una guadaña a un lobo, la guadaña no le hizo gran cosa porque solo mueren si son atravesados por la plata. El lobo lo mordió en un hombro, sacudiéndose y desmembrando su brazo entero del cuerpo. Aprovechando la distracción padre e hijo se acercaron a los otros lobos colocando sus espadas en el rostro de los lobos, emitieron un sonido pero solo era el aliento saliendo de sus bocas.

El niño se sintió en la gloria matando a su primera bestia y no se percató del tercer lobo que estaba ocupado matando al campesino, se acercó con mucha rapidez, saltó y le cayó encima. Su padre preocupado fue por él pero el lobo ya estaba muerto. En el preciso momento que el lobo estaba en el aire para caerle encima, el chico había levantado su espada aniquilando a su segunda bestia nocturna. Aprendió por las malas que no debía distraerse por la gloria que daba al matar, tenía que seguir atento a cualquier otro peligro.

El poder lo tenían ellos en sus manos, con las espadas con puntas de plata podían matar a esos licántropos sin embargo se debe tener valentia y un nivel enorme de concentración cuando se pelea una batalla con criaturas que te matarían solo con una mordida.

El chico veía que su padre estaba tranquilo y sereno cada vez que blandia su espada, si es que estaba angustiado no había ningún rastro de ello. Los licántropos hacían un festín, se toparon con uno y detrás de este había un niño pequeño como de unos ocho años. Trataron de llamar la atención del lobo pero este se fue por el niño pequeño mordierdolo en el cuello y luego llevandoselo. La mirada que tenía ese niño cuando murió fue de desolación y de dolor. No pudieron seguirlo porque era demasiado rápido y ágil, se perdió en el bosque.

Siguieron caminando entre las casas incendiadas buscando personas o alguna señal de vida, muchos de los lobos se habían retirado. Escucharon gritos provinientes de una casa en llamas y el padre entró de prisa. Era una joven que quedó atrapada cuando el techo de madera colapsó y le cayó una viga en la pierna. Su hijo fue a ayudarle y entre los dos intentaban quitar la viga. No sabían si quedaban lobos, aún era de noche y la luna brillaba, debían estar alerta por si se acercaban. Lograron levantar la viga y la joven salió muy lastimada, la pierna la tenía casi destrozada y apenas podía caminar con ayuda. El chico la sujetó con los brazos alrededor de su cuello y la llevaba afuera.

Salieron y un licántropo saltó encima de ellos, sintieron como sus patas destrozaban sus pechos. Ambos jóvenes luchaban por respirar y se desangraban, cuando el lobo iba a terminar su trabajo el padre le clavó su espada por el hocico muriendo al instante. La joven había fallecido y el chico luchaba por su vida se esforzaba por querer respirar y luego le dió una última mirada a su padre y también pereció.

Todos los licántropos se habían marchado, querían comer y destrozar la aldea por alguna extraña razón. Más de la mitad de los habitantes habían muerto, muchas casas quedaron dañadas o incendiadas. El aniquilador de hombres lobos decidió que buscaría a estas bestias para ejecutarlas él mismo, sin embargo ya era muy tarde para eso, el sol estaba saliendo y seguramente ya estaban transformados en humanos y que no habría forma de saber quiénes son y por qué atacaron su aldea.

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⏰ Última actualización: Mar 23, 2021 ⏰

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