IV "Me abduce una máquina futurista"

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Me desperté agitado

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Me desperté agitado.

Lo primero que vi fue el enorme techo gris, en donde colgaban de él grandes lamparas que iluminaban la habitación en la que estaba. Era bastante grande, fácilmente del tamaño de una cancha de fútbol; lleno de máquinas y monitores. Me sentía en el futuro. 

Me senté, pero rápidamente me vino un mareo. Tenía ganas de vomitar, y un intenso dolor de cabeza me golpeó. No sabía donde estaba, o cómo había llegado aquí, pero los recuerdos me golpearon duramente; recordaba a un Nico desmayado, a mi madre siendo ahorcada por el toro gigante y su mirada furiosa.

Mi madre.

Mire en todas direcciones, pero no la encontré a mi lado; ni a ella ni a Nico. Por un momento me pregunté si estaría soñando, si sería una cruel broma de mi conciencia por los últimos eventos, pero una puerta abriéndose me confirmó que no.

Apareció un hombre de mediana edad, con cabello castaño, cejas pobladas y unos ojos marrones intensos. Tenía una barba desaliñada, y su bata blanca le daba un aspecto un poco cómico. Andaba en silla de ruedas, desplazándose ágilmente entre las mesas y las máquinas. Lo que más me sorprendió fue que era mi ex profesor de latín ¿Qué hacía aquí?

Se puso a un lado de la camilla en la que estaba, y me sonrió amablemente.

—Hola Percy —Saludó— Me alegra que hayas despertado. Debes tener muchas preguntas, así que responderé todo lo que pueda.

Lo miré. ¿Qué podía preguntarle? No sabía donde estaba, no sabía por qué estaba aquí ni porqué era tan amable conmigo, y no sabía donde estaban mi madre y Nico.

—¿Dónde... —Pregunté con timidez, pero rápidamente me recompuse— ¿Dónde está mi madre?

Me dirigió una sonrisa triste, pero antes de que pudiese contestarme, otra puerta se abrió. De ahí salió un demacrado Nico; seguía con su ropa sucia, y una venda adornaba la herida en su cabeza. Me miró, y noté que se había sacado el barro de la cara. Me lamenté, debí haber puesto más empeño en llenar su cara de lodo.

—Toma —Me tendió una caja de zapato— Lo lamento.

Agarré la caja, y su interior me oprimió el corazón. Adentro estaba el cuerno que le arranqué al toro gigante, y al lado de este, se encontraba el collar de mi madre. Consistía en cuatro cuentas con distintos dibujos amarradas a una cuerda, que aunque mi madre nunca me dijo el significado de estas, era muy importante para ella. Años más tarde entendí por qué; se lo había regalado mi padre antes de desaparecer.

Mi voz falló, no podía hablar. Tenía la pequeña esperanza de que fuese mentira, que fuese un mal sueño, pero era la realidad; mi madre había muerto. Apreté con fuerza lo último que me quedaba de ella.

¿Jugando Con El Destino? Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora