Cuando uno no se esmera en ser notado, no esperes que los otros lo noten. Ellos no son nadie para ti, así que tu tampoco eres alguien para ellos. No te esfuerces en caerles bien, la gente jamás estará conforme, busque tanto tiempo ser notado y mi único amigo fiel fue un pincel que trazo sobre un lienzo una hermosa pintura. Le he dicho a mi psicóloga del colegio 'Me levante con ganas de pintar un cuadro donde el pincel sea mi mejor compañía, y mi trazo firme y recto formen un hermoso paisaje'. Ella dijo que estábamos avanzando un poco. Pero lo que ella no sabía que mi mejor compañía era una navaja, mi piel era mi lienzo y la sangre era mi mejor obra de arte. No me cortaba porque estaba lo demasiado aburrido para hacerlo. Lo hacia porque para hacerlo tenias que tener la fuerza de voluntad de crease un dolor y a la vez una anestesia a ese dolor sentimental, a tus pesadillas, a acabar con esas voces en la cabeza que te decían, te repetían una y otra vez que eras un asco, que nadie te necesita. Que todos estarían mejor sin ti. Me cortaba para acallar ese dolor sentimental y acallar esas voces. Cortarme me daba paz, solo por el momento. No lo hacia para dar lastima, mi cuerpo tenía tantas cicatrices que podría decirse que salí despedido de un auto por el parabrisas al chocar unas cien veces. Al salir de la psicologa, camine a casa. La gente parecia feliz con su insignificante vida, estaban complacidos por no ser nadie con un montón de don nadies. Frente mío paso una chica, pelo marrón, llevaba la cabeza agachada y mi cerebro trabajo a mil por segundo para sacar la conclusión de que llevaba un móvil en su mano y sonreía a una pantalla absurda por algún mensaje de alguien. Pero me equivoque, llevaba un libro en sus manos, cumbres borrascosas. La observe y le saque una foto mentalmente, no era demasiado alta, su cara no la pude distinguir. Llevaba unos jeans y una remera manga larga, haciendo caso omiso a que casi llegábamos al verano. Ella me hizo replantearme una cosa ¿Para que quería que me conocieran? Yo ya era nadie, ella era nadie, iba por la calle leyendo sin preocupación alguna, mientras yo quería que alguien, mejor dicho que millones de personas supieran de mi. Era un idiota. Estaba despreciando la vida de mierda que me había tocado y que algún día cambiaría. Si no me suicidaba primero.
Reid.