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Elizabeth

No soy una persona complicada, pero no entendía este trabajo. Se supone que sería asistente personal, pero ni siquiera había podido estar en el mismo piso que la oficina del presidente de la empresa. 

No quería creer que me estuviera evitando, a mi, a su jodida asistente personal.

¿Cómo se suponía que tenía que trabajar cuando ni siquiera podía estar con el por un segundo?

Estaba jodida, de eso no hay duda.

De mala gana me vestí y salí rumbo al trabajo que parecía soñado. Ni siquiera me tomé la molestia de ir a saludar a mi compañera de piso, ella pidió permiso en la empresa para poder ir a donde sus padres que se encontraban un poco delicados de su salud. Aunque suponía que hoy se acababa su licencia. Estaba sola en casa y realmente no era algo que me agrade, pero no podía hacer nada.

De alguna manera sentía un poco de temor al silencio, a la soledad. Mis ataques de pánico.

Sin molestarme en ir al piso de presidencia, me dirigí al de contabilidad  y me dispuse a terminar con los papeles que me había pedido el señor Parker. Me senté en el escritorio que provisionalmente usaba hasta hacer el trabajo para el que fui contratada. Agarre mi cabello en un moño suelto y me concentre en los papeles que tenía frente de mi. Como ya había adelantado un poco ayer antes de irme se me hizo rápido terminarlo. Además, también manejaba este lado. No era una sabelotodo, pero se me hacia muy sencillo aprender un poco de todo.

Me levante de mi asiento y me dirigí a entregarlos cuando antes de tocar la puerta para ingresar a la oficina escuche unas voces hablando un poco fuerte —que más bien sería gritando— pero  nadie que estaba en todo el piso de aquí le tomó importancia como si estuvieran acostumbrados a eso. Trague saliva, esa voz me sonaba demasiado. Se parecía a la voz del que sería mi jefe.

Bruno Preston.

Ni siquiera tuve la oportunidad de dar un paso hacia atrás cuando la puerta se abrió abruptamente sobresaltándome. Su rostro poco amigable me dio una idea que no me lo haría fácil.

—Venga, Bruno. —hablo el señor Parker apareciendo detrás de él. —No me digas que no sabías. —este tenía una sonrisa burlona en el rostro que no podía ocultar o mejor dicho, no se molestaba en hacerlo.

—Esto es una mierda.—fue lo que siseo el recién nombrando maldiciendo por lo bajo mientras me esquivaba sin ni siquiera dirigirme una mirada y se iba a los ascensores privados que sólo son de uso personal de la familia Preston.

Ya que prestaba atención a ese detalle también había visto utilizarlo por los señores Parker. No entendí cual era su relación con los dueños de la empresa que hasta podían llamarlos por sus nombres de pilas. Supongo que no eran unos simples empleados como todos nosotros. Tendría que irme con cuidado con ellos también si no quería perder el trabajo.

—Lamento que tuvieras que ver eso. —se disculpo percatándose de mi presencia. —No siempre es así. —Asentí sin decir nada y le entregue los documentos que me había pedido.

Jugando con mis manos espere que me dijera algo, pero solo se limitó a leer los documentos. Suspiré, me sentía un poco tensa. Todo este ambiente laboral parecía un poco pesado.

No quería que todo lo que había trabajado se fuera al demonio por alguien a quien no le importa los demás. Por mucho que me agrade el suelo que me ofrecían, renunciaría si sentía que estaba estancándome. Ya lo hice hecho una vez, no seria problema hacerlo de nuevo.

—Señor, acaba de recibir una llamada. —apareció un secretaria de pronto. —Indican que la señorita Russel tiene que ir a presidencia en este momento. —hice una mueca. No es el mejor momento para que me digan eso.

Siempre Serás TúWhere stories live. Discover now