II. Miedos

1K 115 52
                                    

—¿Quién me puede decir qué es un boggart?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Quién me puede decir qué es un boggart?

—Es un no-ser amortal de forma cambiante capaz de transformarse en la imagen de lo que más teme su espectador —respondió un estudiante.

—¡Excelente! —sonrió cálidamente—. Los boggart suelen encontrarse en ciertos lugares oscuros, como lo es este armario —señaló el objeto—. No tienen la misma fuerza o magia que aquello a lo que imitan, por lo tanto no puede hacerles daño.

»¿Un voluntario más que quiera venir conmigo? —miró a los alumnos y en especial a uno que llamó su atención porque hablaba en voz baja—. Señor Williams, usted primero.

El muchacho de ojos negros perteneciente a Slytherin soltó un bufido y caminó hasta el frente.

—No hay nada que temer, solo ten la varita en mano y cuando lo creas prudente di: riddikulus.

Con su varita, el profesor Dumbledore abrió las puertas del armario del que salió un temible hombre lobo en busca de una presa. Los ojos del alumno se llenaron de pánico, hasta que recordó lo mencionado momentos antes, así que conjuró el hechizo el cual provocó que le salieran patines y la criatura resbaló. Todos rieron al presenciar dicha escena.

—Muy bien. ¿Quién más?

Enseguida todos los jóvenes magos y brujas formaron una gran fila para esperar su turno.

Para Dumbledore era bastante divertido dar clases de esa manera y que sus estudiantes pasaran un buen rato a la vez que aprendían algo nuevo. Él solía impartir Transformaciones y Defensa Contra Las Artes Oscuras, pero en realidad también lo disfrutaría con cualquier otra materia.

Tan pronto como todos tuvieron su propia experiencia con el boggart, la clase llegó a su fin y observó sentado sobre su escritorio como alojaban el aula hasta quedar completamente solo. Miró el reloj colgado en una de las paredes, con el cual se dio cuenta que era su descanso.

Tomó un par de libros colocándolos bajo su brazo derecho, y cuando se levantó se percató de que el boggart aún estaba fuera del armario. No le dio tiempo de hacer nada, cuando empezó a tomar una forma humana, para ser más precisos, de un ser masculino que se le hizo muy familiar.

—Albus Dumbledore…

El sujeto se acercaba más hacía él con una sonrisa burlona en su rostro.

—¿Quieres saber quién mató en realidad a Ariana? ¿Es eso lo que quieres? Porque yo sé la respuesta de ello —continuó hablando esa voz grave.

—¡Cállate, Grindelwald! ¡Tú sólo me quieres atormentar! —gritó y retrocedió tropezando y cayendo al suelo.

—Fuiste tú, Dumbledore. ¡Tú hechizo la mató, idiota! —soltó una carcajada.

Albus buscó en el bolsillo de su pantalón la varita y la sacó lo más rápido que pudo.

—¡Riddikulus!

En ese momento la figura que parecía ser de su antiguo amante de la adolescencia, tomó una forma estrafalaria de un payaso. Con la respiración agitada, recogió los libros que se le cayeron y se levantó, para luego guardar el boggart en el armario.

«Yo no la maté. Yo no la maté»

Se repetía constantemente en su pensamiento, por lo que no pudo evitar que unas lágrimas salieran de sus ojos. Respiró hondo y se limpió con la manga de su camisa.

Cuando se recuperó, salió del aula dirigiéndose a su oficina. Dejó los libros tirados en un pequeño sofá, cuando se encontró con la nueva correspondencia de esa semana. Por si fuera poco, para arruinar aún más su tranquilidad, ahí estaba el sello de la MACUSA en el sobre de una de las cartas.

Ni siquiera se tomó la molestia en abrirla, simplemente la partió en dos, la aventó a la chimenea y le prendió fuego.

•••

Cansado y fastidiado, estaba sentado en su oficina temporal contemplando un libro, porque no lo estaba leyendo, no tenía la cabeza para hacerlo.

Era esencial quedarse en ese lugar un tiempo más hasta que consiguiera su objetivo, pero existían diversas situaciones que lo ponían de mal humor. Ese día no fue la excepción, pues una empleada que se le había retirado el puesto de aurora, lo hizo perder su tiempo otra vez. Ella juraba que tenía un caso importante, donde un mago traía consigo en una maleta unos animales sin permiso legal para hacerlo, pero en su lugar, solo era una maleta llena de pan.

En un momento le llenó la curiosidad y buscó los expedientes de cientos de magos y brujas, hasta que llegó al que quería:

Newton Artemis Fido Scamander

❌ Expulsado de Hogwarts por poner en riesgo la vida de un estudiante, experimentando con una criatura que no estaba permitida poseer.
Conservó su varita gracias a Albus Dumbledore, profesor de Transformaciones, quien declaró fervientemente a su favor.

No tan sorprendido después de leer aquella información, soltó una risa.

«¿Por qué te aferras tanto a defender a simples sanguijuelas? No has cambiado»

Aprovechando que dicho castaño estaba presente en su mente, tenía ya dos semanas desde que envió la primera carta y casi seis días de la segunda, y aún no tenía respuesta alguna. Sin embargo, él sabía que Dumbledore las leía, por lo tanto era momento de cambiar estrategia.

Volvió a poner todos los expedientes en su lugar y alistó un pergamino limpio. No era tan difícil después de todo hacer algo diferente para persuadir a Albus, pues era Gellert quién mejor lo conocía.

Profesor Albus Dumbledore:

Espero no estar causando inconvenientes con mi petición, pero como usted puede ver, en verdad es urgente. Entiendo que su trabajo lo debe tener ocupado estos días, pero agradecería una respuesta de su parte.

Este sábado estaré en una pequeña visita por Londres. Probablemente si hablamos y negociamos personalmente sobre el caso, ambos quedaremos beneficiados. En seguida le dejó la dirección del encuentro:

Fulham Palace Rd, London W6 8RF, Reino Unido.

Estaré al pendiente de su visita.

Atentamente: Percival Graves, Director de Seguridad Mágica del Magicongreso Único de la Sociedad Americana.

One Last Time «Grindeldore»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora