I. La Carta Perdida

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—Aquí están los informes, señor Graves —entró un muchacho a su oficina dejando varios folders sobre su escritorio

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—Aquí están los informes, señor Graves —entró un muchacho a su oficina dejando varios folders sobre su escritorio.

—Gracias, Abernathy. Puedes retirarte —contestó el hombre en tono serio y esperó a que el mencionado saliera cerrando la puerta.

Si existía algo fastidioso y que lo pusiera de mal humor; eso era sellar documentos uno por uno, encerrado en aquellas cuatro paredes. Sin embargo, no tenía más alternativa si quería permanecer en su puesto como Director de Seguridad Mágica –aunque claro, mientras lograba conseguir su objetivo–.

Abrió uno de los cajones izquierdos en su escritorio, buscando el dichoso sello que le ayudaría con su labor, pero no estaba en el cajón que recordaba haberlo puesto la última vez. Continuó su búsqueda aún más de mal humor, por los demás cajones, hasta que dio con el objeto, pero no solo ese, sino una curiosa libreta de tapas negras un tanto antigua que de inmediato reconoció.

La puso sobre los folders y comenzó a hojear sus hojas donde se apreciaban manuscritos de sus investigaciones e indagaciones sobre la piedra de la resurrección, y la varita de saúco, cuando solo era un crío de 17 años. Por supuesto, no podía faltar el símbolo de las Reliquias de la Muerte adornando los apuntes por doquier. ¡Vaya, qué rápido pasaba el tiempo! Desde hacía años que se hizo con la varita de saúco, que aún tenía en su poder, y que cada vez sus sueños estaban más cerca de hacerse realidad.

Llegando a una de las últimas páginas, se encontró con una fotografía un poco maltratada y amarillenta de los años transcurridos, pero a pesar de ello, aún era visible su imagen. En ella se apreciaban dos jóvenes posando para la cámara muy tranquilamente. Esto le trajo diversos recuerdos, y muchos de ellos trataba de olvidar, aunque siempre terminaba fracasando.

Era inútil engañarse a sí mismo de que nunca había sentido ni una pizca de cariño por el chico castaño de la foto, o mucho más que solo eso.

Los últimos informes que tenía sobre él, es que hace no mucho tiempo le ofrecieron el puesto como Ministro de Magia en Inglaterra, pero tal cargo lo rechazó esa y muchas más veces, alegando que su verdadera profesión estaba en la enseñanza. Cuando encontró el documento en los archivos de la MACUSA, juró que le daría algo, porque no podía creer que se rehusara a tan grandiosa oportunidad.

«Qué desperdicio de poder» pensó.

También recordaba la imagen impresa en aquel documento, que mostraba a un Albus Dumbledore de edad madura, con abundante barba bien arreglada y quizá con una que otra pequeña arruga en su frente. Evidentemente habían cosas que cambiaron en él físicamente, pero definitivamente no su mirada, ya que pudo ver al chico que conoció en sus años de juventud.

Una idea totalmente descabellada le pasó por la mente. ¡Es que se volvió completamente loco! ¿Volver a ver a Dumbledore en persona, después de todo lo que ocurrió?

«Seguro no quiere volver a saber de ti. Lo más probable es que te odie por toda la eternidad. Estás demente, Gellert»

«Pero ¿y si...?»

«No pierdes nada si lo intentas»

De nuevo otra idea surgió, y era más descabellada que la anterior, pero jamás sabría si funcionara, si no lo llevaba a cabo. Entonces sin pensarlo demasiado, tomó tinta y un pergamino, pero justo antes de empezar a escribir se detuvo pensando en un pequeño detalle pero importante.

¡Claro! ¿Cómo pensaba que le creería, si Albus Dumbledore es la persona que mejor conoce su letra en todo el mundo?

Se levantó directo a un estante donde se guardaban contratos y demás formularios por parte de los trabajadores de la MACUSA, justo donde encontraría la caligrafía perfecta para copiar en lo que estaría a punto de escribir. Así pues, regresó a su lugar y con un hechizo, le ordenó a la pluma que escribiera por sí sola, con el tipo de letra de uno de los archivos.

Profesor Albus Dumbledore:

Por medio de la presente, me atrevo a pedir de su valiosa ayuda en algo que es de suma importancia, de lo contrario no recurriría a usted para este trabajo.

He sabido que usted es un mago excelente, y sobre todo, en sus habilidades en las áreas de especialidad, como las Transformaciones y Defensa en las Artes Oscuras. Si bien, como seguramente sabe, en estas últimas semanas se han presentado eventos extraños y lamentablemente catastróficos para los ciudadanos de Nueva York. Yo personalmente he estado investigando este caso y tengo algunas sospechas de lo que puede estar causando dicha situación, sin embargo mis conocimientos no son suficientes como los de usted.

Le aseguro que en esto nada se verá afectado su puesto como Profesor.

Sin más por el momento, le agradezco su comprensión y su tiempo de leer esta carta.

Atentamente: Percival Graves, Director de Seguridad Mágica del Magicongreso Único de la Sociedad Americana.

Selló el papel y lo envió a mensajería, listo para ser llevado a su destino.

•••

Los últimos rayos del sol entraban por la ventana de su despacho, mientras tanto, se preparaba un espumoso capuchino de forma manual, ya que consideraba que le daba un toque sumamente especial a diferencia de su preparación con magia.

Tomó asiento con su taza en mano, admirando el atardecer y disfrutando de su tiempo libre después de un largo y ocupado día de clases. No existía nada mejor que la vida que llevaba en esos momentos, pues hacía lo que le gustaba y tenía tranquilidad.

Minutos más tarde, llegó su lechuza con la correspondencia habitual de todas las semanas. La desamarró de sus patas y le dio una recompensa en el pico. Dio un vistazo rápido a todas las cartas, hasta que se encontró con una del sello de la MACUSA. Soltó un largo suspiro, puesto que no quería nada que ver con el Ministerio de Magia ahí en Inglaterra, ni en ningún otro país. No iba a negar que las propuestas anteriores de trabajo, eran importantes, pero conociéndose a sí mismo, era mejor estar lejos de cualquier puesto que le diera tanto poder sobre una comunidad.

Sin más remedio, abrió el sobre y leyó su contenido donde se le pedía su apoyo en un caso de Nueva York. Ya estaba familiarizado con dicho tema, debido al radio y los periódicos. Estaba más que seguro que tanto poder se debía a un obscurial, pero aunque quisiese poder ayudar, su respuesta sería un rotundo no. Aquello le traía tan malos recuerdos, que tampoco deseaba volver a tener algo que ver en algo similar.

Así pues, decidió dejar aquella carta a un lado y se centró en las demás. Pasaron los días y tal pergamino quedó en el olvido entre tantos otros documentos y tareas de sus estudiantes.

︿ ︿ ︿ ((🍒)) ︿ ︿ ︿

Esta historia constará únicamente de tres partes, pero aún así espero que les guste. En estos tiempos he estado llena de ideas Grindeldore, así que estén atentxs. Además pienso que este shipp necesita tener más justicia 👊🏻

Les tqm.

-- Lilí

One Last Time «Grindeldore»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora