Capítulo 2

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Tanjiro se mantuvo en la camilla en silencio balanceando sus piecitos, intentaba hacer caso a lo que le pidió la chica de cabello azabache de no moverse, pero su corazón de rollito de canela no soporto la preocupación que sentía por el rubio inconsciente en la camilla detrás suyo, así que sintiéndose culpable por romper la promesa que le había hecho a ojiazul, se bajó de un saltito de la camilla.

"¡Uaaa, lo siento Aoi-san!" pensaba algo nervioso el pequeño peli burdeos, a la vez que sentía un pequeño escalofrío cuando sus piecitos descalzos tocaron la madera. Tanjiro no había entendido muy bien que la promesa era no irse de la habitación, no que no pudiera bajarse de la camilla, sumido en esa culpabilidad, no dejaba de pensar en que había roto la promesa, y comenzando a caminar de un lado al otro olvidándose momentáneamente del rubio —el cual había sido la razón por la que en un primer momento "rompió" la dichosa promesa—, se preocupó seriamente por ese asunto, ¿Cómo debería disculparse con Aoi por haber...?

"Un momento, solo me dijo que no saliera de esta habitación" pensó deteniéndose de golpe, se quedó unos segundos en esa posición, en completo silencio al caer en cuenta de que le había dado demasiadas vueltas a una promesa que en realidad ni siquiera había roto.

—... ¡Jajajaja! —comenzó a reírse de su propia torpeza, sujetando su estómago sin darse cuenta que el rubio en la camilla comenzaba a despertarse gracias eso, pues le estaba dando la espalda—, ¡es un alivio! ¡No he roto la promesa que le hice a Aoi-san! —lentamente dejó de reírse, y en sus labios se plasmó una amplia y brillante sonrisa de alivio y alegría—, ¡oh! ¡cierto! —Tanjiro recordó su objetivo, ver si el chico rubio se encontraba bien, se había distraído demasiado, algo común en los niños

—¿Tanjiro... kun? —preguntó perplejo.

Tanjiro se sobresalto, pero se dio la vuelta ante el llamado, el desconocido chico rubio se encontraba completamente despierto, mirándolo fijamente con los ojos y boca bien abiertos. Tanjiro le sonrió alegre, ¡estaba despierta! ¡estaba bien! las preocupaciones de Tanjiro finalmente se calmaron, por lo que veía no estaba herido, eso realmente le alegró, tan ensimismado estaba en verificar que Zenitsu no tuviera ninguna herida, que el pequeño peli burdeos paso por alto como aquel —desde su perspectiva—, desconocido sabía su nombre.

—¡Estas bien! —Tanjiro se le acercó emocionado y sin ninguna desconfianza, pues no olía ninguna emoción negativa hacia él.

En ese momento todo el rostro de Zenitsu se puso más rojo que un tomate y un chorro de sangre lo mando disparado hacia la pared, dejándolo con ojos como espirales y una sonrisa boba. Todo esto ante la mirada de Tanjiro, quien miro todo asustado y sorprendido, y una vez reaccionó, se le acercó corriendo muy preocupado.

—¡¿E-estas bien?! —le preguntó agachándose a su lado, asustado y preocupado, se encontraba muy nervioso, ¡¿que se supone que debía hacer en una situación así?!

—Jeje... así que así es el cielo... morir no fue tan malo como pensé... Tanjiro-kun... como niño... —decía con un gran sonrojo aún inconsciente, y una desagradable sonrisa en sus labios.

Tanjiro tuvo un escalofrío, y aunque no le parecía alguien malo, el instinto del pequeño peli burdeos le dijo que era mejor alejarse, y así lo hizo, alejándose unos cuantos pasos del nuevamente inconsciente rubio. Aun así, el pequeño Tanjiro volvió a preocuparse, ¿estaría bien dejarlo así? necesitaba ayuda, ¿no? pero si salía de la habitación ahí si estaría rompiendo la promesa que le hizo a la ojiazul, por otro lado, si el rubio necesitaba ayuda absolutamente no podía dejarlo estar.

El pequeño Tanjiro estaba en un gran dilema, no sabía si cumplir la promesa de Aoi-san o ayudar al extraño rubio, cumplir la promesa... ayudar al rubio... cumplir la promesa... ayudar al rubio... cumplir la promesa... de la cabeza del pequeño peli burdeos comenzó a salir un poco de humo y sus ojos se encontraban como espirales, se tambaleo un poco y perdió el equilibrio, le mareo pensar tanto sin encontrar una solución a su problema. Definitivamente un niño de 7 años no estaba capacitado para pensar tanto. Se cruzó de piernas y brazos cerrando los ojos y frunciendo ligeramente el ceño en un puchero, ¿que debía hacer?

Mimando al hermano mayor | Kimetsu no YaibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora