Mimando al hermano mayor | Kimetsu no Yaiba

Capítulo 4

Para Tomioka Giyuu, la eterna tristeza que sentía por la muerte de Sabito no era el único sufrimiento y pesar que lo carcomía cada día, durante todos estos años, además de esa profunda y dolorosa tristeza, se había sentido culpable, porque por más que quería, durante todo este tiempo no había podido hacer caso a las palabras que su mejor amigo le dijo antes de sacrificarse salvándolo a él y el resto de aspirantes a cazadores en la sección final.

Se feliz.

El Pilar del Agua durante muchos años se la paso estancado sin poder superar la muerte de Sabito, y creyendo que él no tenía derecho a ser feliz, que la felicidad era algo que no se merecía, él solo estaba vivo, más no estaba viviendo, él se despreciaba, despreciaba estar vivo, pero no tenía el coraje de quitarse la vida que su hermana y mejor amigo se habían esforzado tanto por salvar, porque eso sería una deshonra aún peor y haría que ellos hubieran sacrificado sus vidas en vano. Sin embargo, él se había negado a la felicidad y no podía dejar de atormentarse una y otra vez con la muerte de sus seres queridos.

"Mi hermana debió casarse"

"Sabito debió ser el Pilar del Agua"

"Fui yo quien debió haber muerto"

Cuando conoció a Tanjiro, se vio reflejado en el joven peli burdeos, débil, frágil e indefenso, sin la capacidad para poder cambiar la situación. Por eso deseo que el joven se enojara, deseo que ese joven en el que se vio reflejado acumulara todo el enojo que pudiera y eso lo fortaleciera, porque creía que así como ese sentimiento lo había fortalecido a él y le daba fuerzas para seguir adelante, así mismo haría con el mayor de los Kamado. Pero se equivocó, ese joven no se parecía en nada a él, mientras que Giyuu se había rendido con la vida y hundido en la miseria, ese joven tuvo la valentía de ir contra él con tal de salvar a su hermana aun sabiendo que tenía todas las de perder. Y el mayor de los Kamado no fue el único en sorprenderlo, la joven Kamado Nezuko también lo sorprendió, pues la fuerza de voluntad que poseía era increíble y aparentemente inquebrantable, al punto de poder ignorar su reciente instinto de demonio y la inmensa hambre que debía estar sintiendo por la reciente transformación, Nezuko no solo no devoró a Tanjiro, sino que incluso estuvo dispuesta a defenderlo.

Aquella vez, en ese preciso momento, y por primera vez en su vida, su corazón dio un brinco y se aceleró, y también fue, la primera vez en años, que por unos instantes, sintió que realmente estaba viviendo. Sensaciones que volvió a experimentar cuando dos años después se reencontró con Tanjiro en la Montaña Natagumo. Por segunda vez, su corazón dio un vuelco, acelerándose y latiendo con tanta fuerza que hasta sintió que podía escucharlo, a la vez que una sensación de enorme felicidad lo llenó por completo, su corazón se llenaba de una inmensa calidez con tan solo posar su mirada en el joven peli burdeos.

Pese a ser la primera vez que experimentaba eso, Tomioka Giyuu se dio cuenta casi de inmediato que era lo que estaba sintiendo, era el sentimiento que su hermana mayor alguna vez le describió con una dulce y amable sonrisa como el sentimiento más fuerte y hermoso de todos; el amor. Se había enamorado, el Pilar del Agua se había enamorado profundamente del mayor de los Kamado, un sentimiento que lo hacía sentir pleno, y le generaba otro sentimiento que durante muchos años se había negado a sentir; felicidad.

E irónicamente, aquel descubrimiento lo hizo sentir aún más miserable, ¿Cómo podía permitirse amar a alguien cuando Sabito no había tenido la oportunidad? ¿Cómo podía permitirse enamorarse, cuando su hermana se había negado a su propia felicidad a costa de salvar su vida? simplemente no podía, él simplemente debía vivir en la miseria e infelicidad hasta su muerte... aunque, una pequeña parte, en lo más profundo de su corazón, anhelaba el algún día otorgarse el perdón, y liberarse de aquel odio y desprecio por si mismo y la infelicidad a la que se había sometido.