CAPÍTULO 31

218 44 5
                                    

Irene: No tenías que hacerlo -Susurró a su novia a través de la ventana, sonriendo, aún con aquella hermosa y única rosa entre sus manos.
Seulgi: Yo quería hacerlo -Contestó,
mirándola como si fuese la más hermosa
mujer que la chica de ojos mieles había
visto en el mundo. Y así se sentía Bae Irene siempre que estaba a su lado.
La chica de la ventana era capaz de
convertir simples gestos en promesas que ninguna persona jamás podría igualar.
Irene:... Pero debió de costarte mucho
dinero, Seulgi... Solo esta rosa hubiese sido suficiente.
Seulgi: ¿No te gustó? -Una mueca de
tristeza pareció en su rostro, y de inmediato la chica de ojos color chocolate se arrepintió por no haberse explicado mejor ante su novia.

Después de tantos malentendidos ocasionados por el Asperger de la chica de la ventana algo debía de haber aprendido.
Irene: ME ENCANTÓ -Se apresuró a
aclarar, una inmensa sonrisa apareciendo en el rostro de su novia, mariposas en su estómago agitándose ante la acción.
¿Cómo era posible que Seulgi la hiciera
sentir así con solo un gesto? El universo
nunca lo sabría-... Pero el dinero que usaste comprando las flores...
Seulgi: No te preocupes por eso. Era parte de mi fondo universitario, y sinceramente tú lo valías -Informó dulcemente, una luz irradiando en sus ojos.

Irene frunció el entrecejo casi al instante.

Irene: ¡Lauren! ¡Gastaste dinero de tú
fondo U-N-I-V-E-R-S-I-T-A-R-I-O en mí?!
Seulgi: Sí -Afirmó encongiendose de
hombros, como si realmente no importasevdemasiado este hecho.
Irene: ¡Seulgi! ¡Tu educación es más
importante que yo!
Seulgi: No voy a ir a la universidad, Irene-ssi... Mamá dice que no me dejará ir hasta que mi corazón no esté mejor, y dudo que eso suceda. Y, aunque pudiese ir, no lo haría. Quiero ser fotógrafa, Irene-ssi... Solo necesito un par de buenas cámaras, materiales y unos cuantos meses en un buen curso. Nada demasiado costoso... Y si necesito dinero, trabajaré. Es sencillo.
Irene: Pensé que no te gustaban las
fotografías -Dijo extrañada, intentando
comprender a su muy compleja novia de
hermosa sonrisa y ojos únicos.
Seulgi: No me gusta tomármelas, pero
amo fotografiar paisajes, animales e incluso personas. Cuando era pequeña solía tomar la cámara de mi papá y acercarme a las libélulas para tomarles fotos. No era buena, pero supongo que el punto es que esta siempre ha sido mi pasión...
Irene: Aún así creo que gastar todo ese
dinero...
Seulgi: No permitiré que sigas hablando, Irene-ssi. Quería regalarte flores, y eso fué lo que hice. Ahora solo mírame a los ojos y sonríe, porque amo verte sonreír.

........................................................
Había llegado el día.
Faltaba poco para la operación de Jin.
La boda era en treinta minutos.
El sacerdote ya había llegado el hospital,
al igual que el Juez. También los invitados, quienes eran solo los padres de Jin, los padres de Jisoi, su mejor amigo, Irene, Seulgi, Wendy y Joy.

Jisoo estaba en el baño de la habitación de aquel hospital, preparándose. Dado que se trataba de Jin, novio de la hija del dueño del lugar, tenía la mejor habitación y los mejores cuidados.
Seulgi, Irene, Wendy, Joy y Jisoo
estaban dentro del lugar, demasiado amplio y hermoso como para ser realmente un baño de hospital dónde una desconsolada novia lloraba sobre su sencillo vestido blanco, sabiendo que posiblemente, en menos de un día, ya sería viuda.
Irene observaba a su novia rodear
torpemente con sus brazos a su pequeña
amiga, sabiendo que la chica no estaba
cómoda con la idea de hacerlo. Irene
sabía que lo hacia porque su corazón no
le permitía dejar a su amiga sola en un
momento así. La conocía bien.
Wendy y Joy apenas se miraban.
O, mejor dicho, Wendy apenas miraba a
Joy. La alta había intentado hablar con su amiga un par de veces al llegar, pero la chica rubia simplemente se alejaba, como si le doliese estar cerca de
ella. Finalmente, Joy parecía haberse
rendido.

Irene: Jisoo, no llores. Sé que es difícil, pero Jin no querría verte así.
Jisoo: ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo puedes
pedirme que no llore? -No estaba molesta, estaba dolida. Y esto era cien veces peor.

𝙇𝙖 𝘾𝙝𝙞𝙘𝙖 𝘿𝙚 𝙇𝙖 𝙑𝙚𝙣𝙩𝙖𝙣𝙖 - seulreneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora