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Al día siguiente ya era domingo. Se despertó temprano ya que planeaba ir con Gemma y Anne a su casa.

Al entrar a su casa los ojos se le aguaron, todo estaba hecho ruinas. Las hermosas fotos que habían en la sala con su familia, la pequeña mesa de madera que les había dejado su abuela. Todo estaba destrozado. No pudo evitar comenzar a llorar al ver el estado de su casa.

Afortunadamente el fuego no alcanzó a llegar a su cuarto, ya que quedaba en el segundo piso y el incendio se extendió sólo por el primero.

Su cuarto seguía intacto, con aquellos hermosos dibujos que había hecho de pequeño, el peluche de conejo que su madre le regaló cuando tenía 7, sus libros favoritos, sus discos. Estaba todo. Agradeció al cielo al saber que no le pasó nada a sus pertenencias.

Por otro lado, Gemma y Anne hablaban con un hombre, quien era el que repararía la casa. Según lo que escuchó, la casa estaría reparada completamente en una semana. Su hermana y su madre ya tenían el dinero suficiente para pagar los gastos.

–Harry, si quieres puedes ir a casa de Jay. No has desayunado hijo.

Harry asiente y sale de su casa.

En ese momento empieza a pensar en todo lo que había pasado el día anterior. Ahora tendrá que permanecer cara a cara con aquel chico. Todo era una locura. Consideró que tenía mucha suerte al volverlo a encontrar y ahora tan cerca.

Al llegar a casa de Jay se percata que todos están desayunando. Se incómoda al ver que todos ponen su vista fija en él.

–Harry. ¿Cómo estás? Te serviré desayuno– dice Jay con una voz angelical.

–Bien. Muchas gracias Jay– responde con una sonrisa.

Al voltear la mirada se encuentra con aquel chico clavada en él. En ese momento se percata que sus ojos son tan azules como el mar, que queda facinado.

El chico se ojos azules le regala una pequeña sonrisa haciéndole una señal de que se siente. Harry asiente y va directo a sentarse junto a aquél chico.

Minutos después Jay sirve el desayuno a Harry, quien come lentamente disfrutando el sabor de su comida.

–Muchas gracias mamá. Iré a mi cuarto para terminar los trabajos de la universidad– dice Louis con una voz suave.

Harry ve como Louis camina rápidamente hacia las escaleras, para después desaparecer de su vista. En ese momento supone que Louis debe ser algunos años mayor que el. Era obvio ya que Louis trabajaba y estaba en la universidad.

Al pasar la tarde, sólo se dedica a ver televisión y hablar sobre la vida junto a Jay. Le agradaba. Ella era una persona graciosa, bonita, y lo trataba de buena manera. Le gustaba hablar con ella.

–Oh dios, son las 3 de la tarde. Tengo que irme Harry. Llevaré a Daysi a su clase de danzas. Lo siento muchísimo.

Harry asiente hacia Jay comprendiendola, para finalmente quedarse solo. Al sentirse aburrido allí, decide ir a la cocina para ver si hay algo interesante. Pero falla, tan sólo hay verduras, frutas, huevos y un limón partido por la mitad en la nevera. Aunque no planiara hacer nada allí, sólo buscada desaburrirese.

Al terminar de examinar la cocina se gira hacia la salida. Pero da un brinco al percatarse que Louis estaba allí mirándolo desde quién sabe cuánto tiempo.

–¿Podría saber por qué examinas mi cocina?– dice Louis con un tono burlón.

Harry se sonroja inmediatamente sin responder y agachando su cabeza.

–Yo... Sólo estaba...– traga saliva –Olvídalo. Lo siento– Harry se rinde diciendo.

–Sólo estoy bromeando– responde Louis con una sonrisa.

Harry le muestra una pequeña sonrisa tímida para finalmente darle paso a Louis.

–Creo que ahora no eres el único en saber que la cocina está más vacía que las cuentas bancarias que no tengo.

<<Qué chiste tan malo>> piensa Harry, quién suelta una risa muy forzada.

–JA, JA, JA– Harry fuerza con una de sus manos en su barriga, pensado que es estúpido y obvio lo que acaba de hacer.

–Hey, eso sonó realmente sarcástico– dice Lou con un tono ofendido y de burla.

–Lo siento– dice Harry tímidamente.

–Tranquilo, también pienso que soy pésimo contento chistes– dice Louis.

Ambos se miran y ríen.

–Y bien Harry. ¿Cuántos años tienes? Me gustaría saber de ti, aún cuando vivimos en la misma casa– dice Louis con una sonrisa amable.

Harry lo ve con una bonita sonrisa y empieza a contarle sobre su vida. Ambos dialogan sobre sus vidas, anécdotas, colores favoritos, películas, discos, bandas, carreras universitaria etc...

(...)

Al llegar la noche cuando todos están en casa, se dirigen a cenar.

–¿Cómo les ha ido con lo de la casa?– Jay habla.

–Bien, Jay. Gracias por preguntar. Esperamos que la otra semana ya estemos en casa de nuevo– responde Anne muy amable.

–Qué bien– habla Jay y continúa.  –Estaba pensando en que mañana es festivo y podríamos salir todos al parque de diversiones. En el trabajo me dieron 6 boletas. ¿Qué les parece?

Harry abre los ojos, totalmente sorprendido y emocionado.

–SÍ, SÍ, SÍ. JAY POR FAVOOR, SÍ– Harry dice levantándose de la mesa y dando pequeños brinquitos.

Todos en la mesa ponen sus ojos fijos en Harry viéndolo divertida mente como salta de emoción.

Cuando Harry se da cuenta de que todos lo están viendo con cara de confución y diversión se sienta rápidamente agachando su cabeza.

–Mmm, me parecería una buena idea– dice Harry tratando de sacar un tono de voz grueso –¿A tí no mamá?

–Claro que sí. Si no hay molestias Jay, nos encantaría ir con ustedes. Muchísimas gracias– dice Anne con una hermosa sonrisa.

–Ok, no te preocupes, no hay ningúna molestia– habla Jay de nuevo.  –Saldremos mas o menos a las 8 a.m para llegar temprano al parque y poder disfrutar.

Harry está que salta de emocion, quiere ir a darle un abrazo a Jay. Pero no lo hace, no con el ridículo que acaba de pasar en frente de todos.

En su vida sólo había ido 1 vez al parque de diversiones y fue cuando tenía 10 años. El cual casi no disfrutó porque le tenía miedo a las atracciones. Más que todo a aquél gusanito, fue la única atracción a la que subió, el cual salió llorando prometiendose que jamás se volvería a subir en esa cosa miedosa.

Al terminar de cenar todos van a sus habitaciones para irse a dormir. Louis y Harry son los únicos que se quedan recogiendo los platos, ya que Jay le pidió el favor.

Al terminar de lavarlos entre los dos y conversar, se dirigen a sus habitaciones.

–Que duermas bien, brinquitos– dice Louis en tono de burla con una gran sonrisa. Louis hace una pausa y vuelve a hablar –¿Sabes? Tienes algo en común con aquella cabra que te atacó cuando eras pequeño. Ambos saltan– dice Louis riendo bajito.

Harry lo mira serio para después reírse junto a el, un poco apenado.

–Adios Louis. Que duermas– dice Harry moviendo su mano de lado a lado para despedirse e irse a dormir.

Cuando ya está en la cama que le corresponde cierra los ojos e imagina como será su día mañana. Se subiría a todas aquellas atracciones, ya no era un niño. Sabía que iba a ser valiente.
También se le vino a la mente Louis, ya había aceptada que aquel chico conviviera con el en la misma casa. Al principio le era muy difícil. Parecía un sueño.

Después de pensar y pensar lo que iría a suceder al día siguiente se logró quedar dormido.

Fire Love  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora